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La historia en plano
27.09.20 - Escrito por: Lourdes Pérez Moral
Dice la vicepresidenta primera del Gobierno de España y titular del ramo Calvo Poyato que es una "norma necesaria para que nuestros jóvenes sepan de dónde venimos" por lo que tendrán "conocimiento cierto de lo ocurrido y de lo que no puede ocurrir nunca más". Nada nuevo bajo el sol como el Eclesiastés.
Ya el extinto Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes abría concursos para premiar el "Libro de la Patria" cuando manuales de historia de España eran conscientemente transformados, por unos y por otros, no dando opción a la fuente y mucho menos a la crítica.
El pasado 15 de septiembre se iniciaba la tramitación del anteproyecto de Ley de Memoria Democrática tras su aprobación por el Consejo de Ministros y que derogará la Ley de Memoria Histórica de 2007. El objeto es el reconocimiento de las víctimas que lucharon contra el fascismo durante el período comprendido entre el golpe de Estado de 1936 y la promulgación de la Constitución de 1978.
Esta deliberada parcialidad de nuestro pasado más reciente, dado que no parece aplicarse a la represión de las derechas por las izquierdas no ya durante la Guerra Civil sino también en la Segunda República, forma parte de la "corrección política" o pensamiento único. Se proclama ahora que en la Transición hubo un pacto no escrito para con la historia cuando fue todo lo contrario en aras de la concordia: no emplearla como arma arrojadiza y dejarla en manos de los oficiantes pero, el "guerracivilismo," ha dado un paso adelante determinado por la fragmentación del espectro político que busca instaurar e imponer una "historia oficial" que inmortalizará los ya singulares "cronicones".
En 1937 y durante su primer exilio en Francia, Clara Campoamor apuntaba que España estaba "entregada al furor y los excesos de dos locuras". Casi cuarenta años más tarde Julián Marías sentenciaba en un clarividente ensayo: "pero ¿puede decirse que estos políticos, estos partidos, estos votantes querían la guerra civil? Creo que no, que casi nadie español la quiso. Entonces, ¿cómo fue posible? Lo grave es que muchos españoles quisieron lo que resultó ser una guerra civil. Quisieron: a) Dividir al país en dos bandos. b) Identificar al «otro» con el mal. c) No tenerlo en cuenta, ni siquiera como peligro real, como adversario eficaz.d) Eliminarlo, quitarlo de en medio (políticamente, físicamente si era necesario)".
Ambos fueron testigos directos y, como tantos otros, devorados por el monstruo de las dos cabezas mientras las fosas, que ahora asume esta ley y que ya debieron ser asumidas, puede que terminen en la práctica como aquellos que, vergonzosamente, tuvieron que cavarlas aunque exhiban como trofeo la esperpéntica exhumación del dictador.
Era y es la "historia en plano" de Unamuno cuando a tan sólo dos meses de la fatídica fecha, "los hombres se insultan, se denigran y se matan por no poder conocerse unos a otros. Porque eso de la convivencia no es si no con-conocimiento".
Portada: Cartel. Pabellón de la República. Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. 1
Foto 2. Cartel. Pabellón de la República. Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. 2
Foto 3. Cartel. Juventudes Socialistas Unificadas. 3
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