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El indiano D. Manuel Fernández Carrillo "El Habanero" (Priego 1850-Cabra 1906)
18.05.24 - Escrito por: Manuel Peláez del Rosal / Académico numerario de la Real Academia de Córdoba
Hacia 1865 un joven prieguense nacido en la calle Jazmines de la entonces villa de Priego en 1850, hijo de don José Fernández Rodríguez y doña Esperanza Carrillo Nuño, y bautizado con los nombres de Manuel María Felipe Ceferino, recién salido de la escuela, barbilampiño y sin oficio, como quien dice, ni beneficio, y sin más equipaje que su nombre y apellidos, decidió hacer las Américas, destino la Perla de las Antillas.
Posiblemente su decisión fuera debida a la huella que le dejara en su mente alguna alusión al respecto de su maestro, o por la enorme propaganda que por entonces se hacía en toda España por las empresas navieras y por los "ganchos" de las casas consignatarias para embarcarse con destino a los territorios nacionales de Ultramar, entre los que descollaban, ciertamente, Cuba y Puerto Rico, y a las jóvenes repúblicas del Río de la Plata. Una Real Orden de 1865 había reconocido el derecho a emigrar, liberándolo de ciertos requisitos burocráticos.
Por tradición oral se sabe que Manuel Fernández Carrillo marchó primero a la ciudad de Cádiz, puerto de Indias, contrariando la voluntad paterna, y allí permaneció varios años trabajando hasta tener el ahorro suficiente para costearse el pasaje. Iniciaba, por tanto, su travesía con su maleta al hombro y muchas más ilusiones en los bolsillos que calderilla boyante y pujante. Se cuenta que al preguntar el importe del pasaje se escandalizó y no tuvo más remedio que dedicarse a limpiar letrinas durante tres años en la "Tacita de Plata", hasta que consiguió el dinero con la que emprender el proyectado periplo. No le hizo caso a nadie, desoyó la recomendación que decía: "No emigres, si no tienes causa o necesidad grave para emigrar. Si tienes que emigrar, pide consejo o al párroco o al alcalde, o a alguna persona prudente, sobre todo si ha sido emigrante...". O, séase, un aventurero como muchos otros compatriotas que no tuvieron la suerte que él habría de tener.
Manuel Fernández Carrillo (1) llegó a La Habana y en uno de los devaneos de indianos conoció a la que habría de ser su esposa, de rimbombantes apellidos literarios de prosapia garcilasiana, pues se apellidaba la doncella nada más ni nada menos que Lasso de la Vega. Era natural del Paso Real de San Diego, provincia de Pinar del Río, en la isla de Cuba, (en donde había nacido en 1863), e hija de D. Guillermo Lasso de la Vega y Fernández y D.ª Natalia Argumosa y Besanilla, su mujer, ambos naturales de Santander (de acomodada familia montañesa). Por la documentación conservada se sabe que se dedicó al comercio, fundando una sociedad mercantil aportando al matrimonio la respetable cifra de 55.000 pesetas. Con su prole de entonces, cuatro hijos, decidió retornar a la tierra de sus progenitores. Ya en Priego - todavía en 1891 hay testimonio documental de su estancia en La Habana- y en la calle Alta se avecindó con sus churumbeles cubanos: Manuel, José Guillermo, Edmundo y Alfonso, y aquí su esposa continuó trayendo al mundo más hijos: Natalia en 1895, y Guillermo José de Jesús en 1896. Pero viendo que la burguesía local estaba adormecida y que la ciudad de Priego no contaba con centros de enseñanza en donde cursar el bachillerato decidió avecindarse en la culta ciudad de Cabra, para que pudiesen estudiar y hacer carrera la tropa -media docena- y matricular a su hijos en el Instituto "Aguilar y Eslava", en donde alguno de ellos cursarían efectivamente el bachillerato. Y buena decisión la adoptada, ya que gracias a sus estudios el primogénito Manuel se licenciaría en Derecho y opositaría a judicatura, alcanzando la categoría de magistrado (2), y Guillermo podría elegir la carrera militar, en la que alcanzaría el grado de teniente (3).
Desgraciadamente se han perdido las numerosas cartas que el joven prieguense comenzó a escribir a sus padres y hermanos apenas llegado a la tierra prometida (con las que se forró un arca que después fue enajenada). Ignoramos, por tanto, los primeros lugares de su asentamiento (aunque allí hizo el servicio militar), así como los negocios - el comercio y transacción mayorista- en los que se implicó, aunque también por tradición oral se comenta fueron los relativos a la zafra o fabricación del azúcar de caña en la isla y su posterior comercialización en la ciudad de La Habana.
"Vine de muchacho -pudo decir- y aquí me inscribí en el Centro Gallego primeramente, y luego en el Centro Castellano, mientras estuve aquí en La Habana... Lo que más me impresionó de Cuba ... bueno, era un muchacho. Me impresionó el ver tanta gente de color... Pasé muchos apuros para tener que adaptarme... El asunto de la vida del emigrante empieza de una forma muy dura, y yo, si no hubiera sido por la dignidad, habría regresado. Pero, por no regresar derrotao, pues no lo hice...". No obstante, se conservan un buen paquete de fotografías de familia, con indicación de la fecha de su remisión y algunos datos alusivos a las personas retratadas. Las más abundantes son lógicamente las de su matrimonio e hijos, casi todas ellas dirigidas a su hermano José Antonio Fernández Carrillo, maestro de obras de Priego en la penúltima década del siglo XIX, fallecido en Priego en 1923. Y todas ellas -las fotos denuncian la buena posición, por lo pulido de la indumentaria- revelan el éxito personal. Pudo decir: "Desde que llegué trabajé limpiando inodoros, barriendo la tienda, repartiendo paquetes... ¿qué más hice yo? Empecé ganando ocho duros, casa y comida, luego me subieron a diez, doce, quince pesos... luego fui subiendo, desde los diez y seis años, veinte, veinticinco, y a los treinta ya era gerente del Comercio y dominador de las técnicas de recolección y venta de uno de los más ricos frutos peculiares de su suelo...".
Aunque no hemos podido consultar las fuentes cubanas estadísticas y periodístico-informativas de la época, las que sin duda nos darían noticias reveladoras de la actividad y fortuna del emigrado, podemos colegir que fue la oportunidad la que le hizo rico. La década de los setenta e inmediatas siguientes del pasado siglo fue la época de la emigración masiva a Cuba, la de la revolución del transporte, la del abaratamiento de los viajes ultramarinos, la de la falta de alternativas para el trabajo básicamente estacional en la Península, la de una mayor densidad demográfica, con el estancamiento de la economía y la devaluación de la moneda, todo lo que abocó en la crisis del 98, marcada también por la descampesinización a costa de los pequeños propietarios. Fue la emigración, por tanto, una válvula de escape del crecimiento de la población. Hasta el año 1881 la zafra del azúcar fue un buen negocio y con ella aumentó el bienestar; y cuando comenzó a decaer la demanda de trabajo para las labores de los cañaverales y la guerra interna promovida por los insurgentes independentistas la suerte estaba echada con el decidido retorno del emigrado, como la de tantos otros, de la nación hermana, (no colonia como lanza ahora a los cuatro vientos un ignorante cantable ministerial), a su tierra natal, hecho que debió acaecer en 1891, pues en el Archivo de la Hermandad de la Columna de Priego de Córdoba existe un documento titulado: "Memoria del fiscal Manuel Fernández Carrillo sobre las cuentas de los años 1892 a 1896".
En 1896 el Casino de Priego celebró una reunión para tratar de asuntos relacionados con los soldados heridos o enfermos que regresaban de Ultramar. Entre los firmantes figuraba don Manuel Fernández Carrillo, que apoyaba la solicitud liderada por don Carlos Valverde López (4).
Lamentablemente no se conservan las actas de la hermandad columnaria, pero sí sabemos de la "columnaridad" de nuestro personaje, de la que aquí aportamos varios pruebas contundentes: el lienzo de 95x76 cms. que encargó en 1904 al joven Adolfo Lozano Sidro, "excelente versión de la imagen de Jesús", actualmente formando parte de los fondos del Museo, que su Patronato adquirió en el año 2010 a la nieta del biografiado, doña Natalia Moreno Fernández, (hija de doña Natalia Fernández Lasso de la Vega y don Francisco Moreno Navas), esposa del doctor don Francisco Vázquez por la cantidad de 6.000 ?. En el retrato Jesús se nos muestra exultante de dolor, acompañado de los sayones, y con el fondo de un retablo de las fiestas de mayo perfectamente interpretado por nuestro célebre pintor (5). Otro vestigio es un óvalo de chapa bicromática, de 5,5 cms. de diámetro, con la efigie de Jesús, y una leyenda en su alrededor que dice en su anverso: "Obsequio de la Casa Rafael Serrano. Almacén de Abonos Priego", y en el reverso un espejo incrustado en sus bordes. Quién fuera este Rafael Serrano se nos escapa, pero barruntamos su existencia y actividad mercantil a principios del siglo XX. Y en tercer lugar un pequeño escapulario de plomo de 2.8 cms. de alto por 2 cms. de ancho que lleva grabada la mitad de la imagen de Jesús.
Don Manuel Fernández Carrillo se ausentó de Priego en noviembre de 1900 (6), y años después, en 1902, lo vemos domiciliado en Málaga en donde nacería su última hija, de nombre María del Carmen. No se olvidó sin embargo, de su patria chica, a la que acudió en varias ocasiones. En este mismo año le vende a su hermano Rafael un olivar de dos aranzadas situado en la Dehesa Vieja en precio de 250 pesetas, que él había adquirido en el año 1897 (7). Y años después, en 1906, vende una casa, sita en la calle Real de Priego, por precio de 750 pesetas, a doña Pilar Marín Rosa (viuda) el usufructo, y a Fernando Expósito Marín (albañil), la nuda propiedad, adquirida de doña Amparo Serrano Gámez (8), y una pieza de tierra con algunos olivares y riego, sita en la Senda Golosa, a don Antonio Granados Vida, en precio de 4.000 pesetas (9).
Manuel Fernández Carrillo falleció en Cabra el 17 de septiembre de 1906 a la edad de 52 años (10). Había otorgado testamento ante don Ildefonso de Urquía Martín el 20 de noviembre de 1905, y con anterioridad otro mancomunado con su esposa en La Habana el 26 de febrero de 1887 ante el notario don Andrés Manson y Rivera (11), y con anterioridad otro mancomunado con su esposa en La Habana el 26 de febrero de 1887 ante el notario don Andrés Manson y Rivera. Dice ante todo "que vive en el seno de la Religión Católica, Apostólica y Romana en que ha nacido y a de morir creyendo y confesando sus sacratísimos misterios". Y añade que casó en la ciudad de La Habana el 7 de mayo de 1882 con doña Natalia Lasso de la Vega y Argumosa, sin que ésta aportase nada a la sociedad conyugal, aunque él sí lo hizo con la cantidad de 55.000 pesetas, que representaba en su condición de gerente de la sociedad de Comisiones "Sáenz Carrillo y Compañía", constituida en la misma capital el 5 de abril anterior, ante el notario don Nicolás Villegelín y Mandía. Declara asimismo haber tenido ocho hijos, de los que vivían seis: Manuel, Alfonso, Natalia, Guillermo, Edmundo y María del Carmen. Deja ordenado que se digan por su alma 30 misas, llamadas de San Gregorio, y pagando por ellas 150 pesetas, y los demás sufragios a voluntad de su esposa, a la que más adelante adjetiva como "amada". A sus hijas Natalia y María del Carmen les lega 5.000 pesetas a cada una, que se les adjudicarán al hacer la partición de sus bienes del tercio de libre disposición, en metálico o inmuebles. Agrega que su esposa cuenta con la mitad de los gananciales que posee "con capital suficiente para vivir con desahogo", más la cuota usufructuaria que por legítima le corresponde. En cuanto a los albaceas nombra como tales al abogado don Antonio de la Iglesia y de la Peña, al comerciante y vecino de Madrid don Manuel Cuchaza y Banneu, a don José Clairac y Blasco, médico de la misma vecindad y al notario autorizante. En la escritura hace constar que vivía en la calle Juan Valera, 32, antes Granadal.
Su esposa doña Natalia Lasso de la Vega, "de profesión su casa", otorgó también su última voluntad el 10 de marzo de 1906, ante el mismo notario, reproduciendo prácticamente las mismas cláusulas del autorizado por su marido (13).
Sirvan esta notas de su contexto personal y familiar para recordar la memoria de un emigrante prieguense prácticamente desconocido "que hizo las Américas" (14). Embarcado estadísticamente "sin profesión" regresó inscrito como "comerciante". Volvió afortunadamente enriquecido material y vitalmente. La importante colección de fotos hechas en los estudios de Narciso Mestre, y C. D. Fredricks y Daries, Castellote, Suárez y Cía y Pumariega, entre ellos el de doña Guillermina Lasso de la Vega, cuñada de doña Natalia, esposa de don Manuel Fernández Carrillo, que ahora reproducimos, lo revelan. Justo sería asimismo que su recuerdo también quedara perpetuado en una lápida en la fachada de la casa en que falleció en Cabra o en la que nació en Priego, como un testimonio más de la vinculación entre Priego, Cabra y La Habana.
1.Cfr. Peláez del Rosal, M., "La emigración a Cuba en el siglo XIX: Don Manuel Fernández Carrillo "El Habanero" (1850-1906)", en Fuente del Rey, nº 156 (diciembre 1996), pp.5-9, de cuyos descendientes todavía existen en Cabra y Priego parientes y allegados. En Cabra viviría con cierta periodicidad en la calle Granadal, en la collación de Santo Domingo. Adquirió una lujosa casa de campo -Villa San Antonio- en los aledaños de Carcabuey. Años después, y a imitación suya, su hijo Manuel mandaría construir la Quinta "Santa Ana", en las proximidades de la estación del ferrocarril (hoy Avenida Andalucía), y en ella pasaría con su esposa largas temporadas. Muerto en 1906 quedó, por tanto, su esposa D.ª Natalia Lasso de la Vega viuda y al cuidado de su numerosa prole hasta su fallecimiento acaecido en Madrid el 4 de febrero de 1934. Durante su estancia en Cabra la familia gozó de gran reputación, participando en muchos actos sociales de acuerdo con el rango de su desahogada condición social. Una hija suya, doña Natalia Fernández Lasso de la Vega casaría con don Francisco Moreno, de la que descienden los Moreno-Fernández y los Vázquez-Moreno.
2. Manuel Fernández Lasso de la Vega, pese a su profesión jurídica, fue un sobresaliente hombre de letras. Al pairo de su carrera judicial, con estadías en Montilla, Sanlúcar, Granada y finalmente Madrid, en donde fue magistrado juez del juzgado número 14 de la capital, y finalmente magistrado de la Sala de lo Social de su Audiencia Territorial, cultivó la literatura, el periodismo y la fotografía. Fue colaborador de "La Opinión" de Cabra, "El Liberal" de Sevilla, "El Defensor" de Granada, "Blanco y Negro" y "La Esfera". Cultivó la poesía, mereciendo citarse dos de sus libros "Flores de ensueño" (con prólogo del notario egabrense Antonio de la Iglesia y Varo) y "Jazmines de Otoño" (Cabra, 1913); escribió una comedia titulada "El suicidio de esta noche", que estrenó en Jaen y repuso en Cabra, Málaga y Cádiz; y una novela "El Hermano", además de ser autor de un libro de cuentos titulado "El Mago de los cuentos", que vio la luz en Sevilla. Se casó dos veces, la primera con D.ª Concepción Domínguez, y la segunda en "articulo mortis" con su cuñada Carmen, ambas de la familia del conde de Guadalhorce. No tuvo sucesión. Falleció en Madrid el 11 de febrero de 1935. Cfr. Fernández López, R., "El magistrado-Juez D. Manuel Fernández Lasso de la Vega", en Revista Fuente del Rey nº 166 (octubre 1997), pp.5-7; y Peláez del Rosal, M., "Manuel Fernández Lasso de la Vega: Un poeta ultraísta oriundo prieguense (La Habana 1893- Madrid 1935)" en Boletín de la Asociación de Amigos de Priego, nº 39 (4/2022), pp.2-3
3. Guillermo Fernández Lasso de la Vega eligió la carrera de las armas, participando activamente en la guerra de África, ya bien entrado el siglo XX. En 10 de julio de 1921, y anticipándose a la fiesta de la Virgen del Carmen le remite una foto desde la posición militar de Ismáa de Nador (Marruecos) a su hermana, felicitándole por su onomástica "con muchos deseos de que lo pase muy feliz". Poco después la prensa nacional noticiaba la desaparición o muerte del teniente del Regimiento de San Fernando en el ataque a esta población. La suerte del joven militar fue trágica. Cuando se trasladaba en su caballo desde una posición a otra se le cayó al suelo desde su cabalgadura un maletín con importantes documentos. Al bajarse a recogerlo fue asaltado por una partida de moros que operaba en la zona, que se ensañaron con su víctima, extrayéndole a tiras la piel y brutalmente parte de sus órganos, con gran regocijo de sus vengadores. La ciudad de Cabra le tiene dedicada una calle con el rótulo de "Teniente Fernández". Cfr. Moreno Hurtado A., Las calles de Cabra: Urbanismo y sanidad durante la edad moderna, Cabra 2020, p. 262.
4. Cfr. Alcalá Ortiz, E., El Casino de Priego y otras sociedades recreativas (18481998), Excmo. Ayuntamiento de Priego de Córdoba, Córdoba, 2000, vol. I, p. 242, n. 202.
5. Cfr. Forcada Serrano, M., "Jesús de la Columna y la obra religiosa de Lozano Sidro", en Revista Columna 2011, p. 10.
6. Cfr. Alcalá Ortiz, E., El Casino de Priego cit., vol. II, p. 697.
7. AMP (Archivo Municipal de Priego), Protocolo de Juan Moles, tomo 2, leg. 767, año 1902 Don Manuel Fernández Carrillo venta a don Rafael Fernández Carrillo, fols. 1009 ss.
8. AMP, Protocolo de Jerónimo Sánchez, leg. 791, año 1906, Manuel Fernández Carrillo, Pilar Marín Rosa y otro, fols. 690r-694 vto.
9. AHPC (Archivo Histórico Provincial de Córdoba), Protocolo de Ildefonso de Urquía Martín, leg. 17680P (Cabra), Compraventa Don Manuel Fernández Carrillo a favor de don Antonio Granados Villa, fols. 529v-532v.
10. AGOC (Archivo General del Obispado de Córdoba), Parroquia de Santo Domingo de Cabra, libro 3 de Defunciones, núm 367.
11. AHPC, Protocolo de Ildefonso de Urquía Martín, leg. 17677P (Cabra), Testamento. D. Manuel Fernández y Carrillo, fols. 1565r-1570v.
12. AHPC, Protocolo de Ildefonso de Urquía Martín, leg. 17680P (Cabra), Doña Natalia Lasso de la Vega y Argumosa. Testamento, fols. 425r-429v.
13. Cfr. Peláez del Rosal, M.y López Martínez, J.M., Prieguenses ilustres, Ediciones El Almendro, Córdoba, 2014, vol. II, pp. 27 y 45.
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