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Reflexiones del abuelo Jesús en la residencia (y II)

12.11.18 - Escrito por: Antonio Fernández Álvarez

El salón era un hervidero, ahora todos comentaban lo que había sucedido, -se veía venir está loco, estaba loco, es un loco-, por eso está aquí, en su casa no quieren tener un loco.

¡Maldita sea!, os estáis escuchando, ahora era Manolo, el encargado de la biblioteca quien más había tratado a Jesús que era quien había protagonizado minutos antes tal escandalera, nosotros estamos aquí igual que él abandonados por nuestros, hijos, por nuestros nietos, con la única compañía que nuestra soledad, tardaremos muy poco en acabar como él, si antes la muerte no nos lo impide.

Hoy al menos tenemos algo que hace nuestros programados días sean diferentes, el loco, un loco que se ha atrevido a enfrentarse a su realidad ha protagonizado un escándalo en el salón de juego ha sido capaz de romper la monotonía de una de las aburridas tardes que aquí pasamos.

Vio venir a los celadores que antes se habían llevado al compañero, no tenían cara de buenos amigos e incluso uno comentó ¿qué pasa hoy no os ha sentado bien la comida o es que algunos estáis chocheando ya?

El silencio solo fue roto por el mismo anciano que antes había hablado que añadió, -solo si tienes suerte llegareis a nuestra edad, solo si no la tienes os veréis como los que estamos aquí ahora, solo si tenéis suerte vuestra lucidez os hará sufrir si no la tenéis viviréis inconscientemente una feliz vida sin recuerdos hasta vuestro fin, lo peor es que ni tan siquiera podéis elegir-.

Como una losa las palabras del anciano habían caído sobre los celadores a quien se les mudó la cara con un gesto rígido como si fuese la un cadáver, callaron y apesadumbrados salieron del salón dejando a los ancianos con sus cavilaciones.

Fueron a la sala de descanso, habían recorrido un largo pasillo sin tan siquiera comentar nada, cada uno iba reflexionando lo que habían oído y a cada uno las palabras les había roído la conciencia.

En la sala estaba María una celadora encargada de la limpieza de las habitaciones que al verlos entrar preguntó ¿qué os pasa venís con la cara de un muerto?, ¿ha pasado algo?

No, nada grave o si, pero no sé, siempre creí que la residencia era un lugar idílico para los mayores pero esto es una puta mierda, es la antesala de la muerte sin más compañía que la soledad de unos pobres desgraciados que han sido abandonados por aquellos por quienes han dado la vida, joder, joder esto no es vida. Te pasas la vida trabajando por el bienestar de tu familia, no ves a tu hijos porque cuando llegas a casa ya están durmiendo cuando son pequeños, cuando son grandes no están en casa sino quemando gasolina con el coche o la moto que tú estás pagando dando horas para que puedan disfrutarla, y cuando te jubilas y puedes disfrutarlos entonces les estorbas en ese idílico plan trazado por ellos para el bienestar de su hijos, y los traen aquí, almacén de vidas agotadas a la espera de que sean llamadas a la otra vida.

-Se te ha ido la olla o que- dijo María, se puede saber de qué coño hablas. No sé pero quizás tenga razón respondió el otro celador, esto es un lugar tétrico, salvo para quien no esté en su cabales, por su chochez o una enfermedad, habría que plantearse que tiene esto de idílico, mira que en nuestra publicidad dice: "nadie le quiere como tú, nadie le cuida como nosotros". Jajaja, la primera frase es mentira, mira si le quieren que lo abandonan, la segunda procuramos hacerla realidad, que lo consigamos o no es algo subjetivo y va a depender de la opinión de cada uno de ellos en función de que acertemos con las necesidades que necesite en cada momento.

Ahora mismo hemos dejado acostado en su cama "al biblioteca", así era como llamaban a Jesús porque por su manos habían pasado todos los libros de la biblioteca e incluso algunos que le habían regalado algún celador, seguro ¿qué era eso es lo mejor para él en este momento?, ¿eso es cuidarle?, ¿una pastilla para dormir un calmante para ese aparente ataque de nervios¿, si, a lo mejor era un ataque de lucha de vida por la impotencia de verse sometido a la separación impuesta por su hijo.

Este último que había hablado soltó la taza de café que acababa de servirse y salió corriendo dando un portazo. Asombrados María y su compañero corrieron tras de él, gritaba el nombre del biblioteca, Jesús, Jesús, Jesús, llegó a la habitación y abrió de golpe la puerta, el hombre yacía en la cama bocabajo llorando amargamente, le incorporó y abrazó al anciano, llore Jesús, desahóguese no se abandone.

El anciano entre sollozos dijo: -No tuve padre, lo mataron cuando tenía tres años, cuando tuve un hijo me volqué desmesuradamente en él, lo di todo, me vacié como decís los modernos, disfruté a mis nietos hasta que me trajeron. Estoy aquí muerto en vida, fosa que no cavé, sepultura que jamás esperé, tumba en la que en vida disfruté, si disfruté con la lectura mi enterramiento soporté y de alguna forma lo sobrellevé, pero ahora la vida se me escapa la muerte oscila en mi cabeza no quiero cerrar los ojos y dejarme llevar, pero ya no puedo zigzaguear para esquivar su zarpazo-. Intentó levantarse de la cama y ayudado por el celador lo consiguió, fue hasta su armario rebuscó en el fondo de un cajón y sacó una caja que era el envoltorio de un reloj, y la puso en mano del celador. Éste dudo, -ábrela le ordenó-, contenía un precioso reloj de bolsillo en oro 18 quilates de la marca Longines, era para mi padre lo compró mi madre en 1937 para regalárselo, no pudo ser lo mataron dos días antes de su cumpleaños, quiero que sea para ti, dijo el anciano. No puedo aceptarlo Ramón podrían decir que se lo he robado. Aquí hay testigos y aquí tienes el motivo, yo ya no lo necesito y tu abrazo ha sido mi despedida de este mundo, el calor de otro ser humano me acompañará al frío mundo de la muerte, y dicho esto cerró sus ojos y extendiendo su mano dijo: No te tengo miedo muerte, ya estoy preparado para irme, llévame contigo sé que la muerte es el remedio de todos mis males.




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