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La mujer de los calcetines negros. (Pequeña historia de invierno)
23.12.08 EPOPEYA | Eduardo Luna
Lo que no se compra no nos ayuda a existir. Ese era el slogan de una de las tiendas de lujo que ocupaban la gran avenida de la ciudad y por la que transitaban más de cincuenta mil personas a diario. El ruido incesante de los coches y el humo de los puros de los ricos que humillaban con su mirada a los indigentes que regentaban su manta y su cartón de hojalata se mezclaba con una extraña sensación que hoy, hacía presagiar la mejor de las historias. Eran las nueve de la noche de un invierno desolador y helado, las escaleras de Epopeya se convirtieron en pocos días, en un hervidero de personajes que vagaban con el corazón en venta por los raíles de lo que un día fue un sueño de progreso. El Cristiano sonreía cada vez que alguien tenía la fortuna de entrar al servicio que gobernaba con la derecha y con la izquierda. Cutty, llevaba semanas sin aparecer y los ecos de su saxofón envolvían las luces tenues de aquel antro de lujo. Todos allí como una gran familia, pero había algo que no me cuadraba en todo aquello, al fondo de la vía, a unos cien metros de la entrada una especie de casa sin cimientos, se alzaba valiente entre la oscuridad. Pregunté a los chicos y lo único que supieron decirme es si quería un poco más de ginebra pero ni el estómago ni el ánimo me hacían pensar en otra cosa. Me dirigí hacía ese espacio de luz de vela y encontré a una mujer de unos setenta años, con unos ojos verdes y unas manos rotas que encogieron hasta mi cuenta corriente secuestrada por el diablo financiero que asolaba el país. Al verme, preguntó que si quería algo con una voz suave y aterciopelada y dije: No, no, sólo sentía curiosidad y me acerqué a ver que ocurría.
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Buenas tardes, Cristina...
13.12.08 | Antonio Ramón Jiménez Montes
"... que siga usted haciendo obras tan buenas". Fue la frase que utilizó el Cardenal Cañizares al despedirse de su entrevistadora Cristina López en la COPE. No soy muy adicto a escuchar esta emisora, sobre todo cuando sale a las ondas ese innombrable periodista de cuyo nombre no quiero ni acordarme. En esta ocasión me interesaba conocer algo más sobre el reciente nombramiento de Cañizares como Prefecto de la Congregación para el Culto Divino en Roma.
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VALENTIN ANDRES ALVAREZ
12.12.08 | José Peña González
La Fundacion BANCO SANTANDER en su meritoria tarea de recuperar la obra de egregios españoles, tan excelsos como desconocidos escritores en muchos casos, acaba de presentar la obra literaria de D. Valentín Andrés Álvarez, eminente catedrático de la Universidad Central a la que llega desde su Universidad de Oviedo. Quienes tuvimos la suerte de conocerle y disfrutar de sus lecciones de economía en el viejo caserón de San Bernardo, no ha dejado de sorprendernos la obra literaria del viejo maestro.
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Prime time
09.12.08 EPOPEYA | Eduardo Luna
Su voz, desnudaba al aire sin ningún tipo de contradicción, encendías la radio y ella estaba allí, pensando por momentos que nadie la escuchaba, que todo era un ir y venir de minutos desordenado dónde endulzar las mañanas, que nunca la iban a despojar de su amor desenfrenado por la audiencia, ella amigos es, Gisella Lukas. Llevaba más de veinte años en la profesión y la radio de la ciudad le rendía pleitesía cada vez que daba su particular buenos días a las ocho de la mañana. Su dial era, el dial de la comprensión, la humildad, la modestia y el punto del aparato receptor dónde sin darte cuenta contabas tu propia historia mientras desayunabas. Es una gran compañera de profesión, a veces cuando la tuteo siento miedo pensando que algún día se atreva a contar nuestra confesiones mojadas en un café americano, pero espero que nunca sea así aunque la rabia en algunos momentos, conociéndola, así se lo dicte. En nuestra última cita en la Hacienda del Café, una cafetería dónde los bohemios de la ciudad pintaban sus cuadros en las paredes y los poetas daban las últimas pinceladas, me contaba Gisella que uno de sus compañeros más cercanos estaba en una situación límite debido a las presiones que estaba recibiendo por parte de la dirección de la empresa.
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El cartel de la Semana Santa
08.12.08 | Jose M. Jimenez Migueles
De sobra es conocido por todos los que me lean (tampoco creo que me aguanten muchos, la verdad) que me gusta la Semana Santa. Y me gusta mucho. De hecho, tanto vivo una de nuestras más antiguas tradiciones que soy capaz de sublimarla y mitificarla en grado sumo, cuando en la mayoría de los casos acaso no lo merezca. Pero sí. Me encanta. Y soy capaz de juntarme con mi amigo Mateo y escribir un canto fúnebre por el llanto candente del tercer cirio empezando por la izquierda de la candelería de los Dolores, o dedicarle un epitafio al pétalo que fenece al paso de la Soledad, o glosar las maravillas del paso racheao. De cualquier cosa.
Por eso también me duele. Y por eso suelo ser, a veces, tan rancio, tan crítico, tan cruel con lo que no me gusta de la misma. Y como soy así, y no me lo puedo remediar, no tengo más remedio que comentar el excesivo deterioro que las artes plásticas de la Semana Santa de Cabra están produciendo por culpa de Hermandades que pretenden hacer maravillas con 4 euros. Y para eso, den cabida a imagineros, tallistas, bordadores y doradores de poca monta que no hacen sino desvirtuar la calidad de nuestros cortejos procesionales, produciendo el sonrojo de muchos que consideramos que éste debe ser un aspecto importantísimo a tener en cuenta por cualquier hermandad. Y no vengamos con el rollo de que la labor cofrade es la evangelizadora y no la artística, que las mejores obras de arte de nuestra Semana Santa se produjeron hace siglos, en plena efervescencia religiosa, quedando demostrado así que no tiene nada que ver lo formal con lo profundo, sobre todo en una tierra, Andalucía, donde la fe siempre ha sido acicate para expresar lo mejor de nuestras voluntades artísticas.
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Crucifijos en las aulas
04.12.08 | José M. Jiménez Migueles
Basta hojear cualquier periódico para comprobar la ingente polémica que se ha originado por la presencia o ausencia de crucifijos en las aulas. Y basta con saber qué cabecera enmarca el diario para adivinar las conclusiones de cada uno de los que firman los ejemplares con mayor repercusión a nivel nacional.
Y asi seguimos, fomentando la idiotización de una sociedad que cada vez responde más a los criterios que les marca el partido político al que pertenecen o el medio de comunicación que diariamente les ofrece las claves más acertadas de pensamiento, por lo que hoy día lo frecuente es encontrarnos terulias donde se debate con mucha más intensidad si es conveniente o no quitar los crucifijos antes que analizar aspectos de la sociedad que deberían tener mucha más trascendencia.
Y qué quieren que les diga. Estoy de acuerdo en que se tienen que quitar los crucifijos de las aulas. Vivimos en un Estado aconfensional en el que ninguna religión debe imponerse a la otra y no veo necesario la incorporación de este símbolo (quizás uno de los símbolos más representativos de toda la Europa Occidental) en clases de Historia, Física, Lengua o Matemáticas. Es así de claro y contundente. Me sobran decretos, citas célebres, artículos de Sopena y Losantos y demás leyendas populares para llegar a esta conclusión.
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Treinta años de la Constitución Española
02.12.08 | Antonio Ramón Jiménez Montes
El seis de diciembre de 2008 se cumplen treinta años del referéndum por el que se aprobó, por decisión de los ciudadanos, la Constitución Española. Sobre las bases de un consenso que asombró a propios y extraños, se sentaron las bases políticas para la transición democrática que nos ha permitido vivir en el periodo más largo del constitucionalismo español. La concordia y el saber hacer de los políticos y sus organizaciones, cediendo allí donde había que hacerlo, han sido "reflejo del más amplio y generoso consenso nunca alcanzado entre los españoles", en palabras del Rey Juan Carlos I.
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La sociedad que estamos construyendo
27.11.08 | Araceli Granados Sancho
Sobrecogida me he quedado esta mañana ante la noticia del juicio de una joven y dos menores que quemaron a un indigente en Lucena. «¿Cómo?», he pensado. «Si en estos pueblos no pasan este tipo de cosas. Si allí todavía la gente se conoce y existe eso que se llama comunidad y que ya no se encuentra en otros lugares surcados por el mestizaje». Lo primero que uno piensa al escuchar esto es que semejante individua tiene que estar enferma o ser deficiente mental. Pero para más inri tiene 71 de coeficiente intelectual. ¡Vaya! Yo que creía que ya habíamos superado la caduca y anquilosada manía de medir la inteligencia de esta forma tan estrecha. Sin embargo, como dato aproximativo de sus «luces» me vale. Así que, volviendo al tema, la asesina está «en sus cabales».
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ARIMATEA
26.11.08 | José M. Jiménez Migueles
La estampa antigua del Descendimiento de Cabra es una de las imágenes más famosas de nuestra Semana Santa. Una estampa que jamás recuerda mi retina pero que desde hace tiempo ya es capaz de reproducir mi corazón. Una estampa masacrada por el horror de una incivil guerra que llevó al pueblo de Cabra a olvidar que, una vez, hace años, descendimos juntos el cuerpo de Jesús del madero al suelo de Cabra, del madero al paraíso, entonces.
La estampa antigua del Descendimiento muestra el sabor añejo y puro de nuestras tradiciones. Esa estampa antigua sabe a Cabra tanto o más que un gajorro en Viernes de Dolores. Esa estampa antigua huele a Cabra tanto como una copa de vino dulce brindada en cualquier cuartelillo por la Semana Santa que está al venir, a la deliciosa candela que desprende un incensario bien cargado de carbón y materia.. Esa estampa del Descendimiento es tan de aquí como los judios que portan a Jesús Preso, como la túnica de cola que soporta Nuestro Padre Jesús Nazareno o el paso característico de los romanos del Santo Imperio. Esa estampa se identifica tanto con nuestra Semana Santa como el desfile del Viernes Santo.
Esa estampa antigua no tiene igual. Pero sirvió de base e inspiración para que un grupo de egabrenses fueran capaces de armarle el follón a todo un Calderón de la Barca para demostrarle que los sueños no sólo son sueños, sino realidades capaces de superar la ficción onírica.
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Tren de corto recorrido
25.11.08 EPOPEYA | Eduardo Luna
Las incesantes gotas de lluvia, nublaban el espacio que existía entre el cerco de la ventana y la noche oscura de la ciudad. En la habitación un blues y un vaso corto de whisky escocés vestido de labios. Comencé a leer las últimas declaraciones de la directora del hospital general que me acongojaban según iba leyendo aquellos párrafos que parecían sacados de un thriller de Stephen King. Tantos abortos, menos donantes, cientos de accidentes, mil operaciones y el último dato, cada vez más, crecía el número de pacientes tratados por alzheimer. Era un cuestión más que personal, era una cuestión del antes y el después unidos sin rumbo, era un tornado que se llevaba la memoria hacia atrás y la devolvía destrozada hacia delante, eran las arrugas del alma cuando los recuerdos felices volvían a casa sin un certificado de recepción. Me obsesionaba hasta conseguir pensar sólo en eso. Todos los recuerdos, todos los encuentros soñados volaban como una espantada de pájaros de un día para otro. La memoria se convertía en aquella mujer vestida de blanco con sombrero parisino que bailaba el vals de las sensaciones y nos decía adiós con la pasión de un beso al aire.
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