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Las capillas barrocas de la Parroquia de la Asunción y Ángeles (II)

12.11.20 - Escrito por: Antonio Moreno Hurtado

A la capilla de San Nicolás de Bari seguía la de San Pedro Mártir, fundada por don Francisco Muñoz Romero, Familiar del Santo Oficio en Cabra y de doña María de Flores Roldán. Fueron padres del licenciado don Juan Muñoz Romero, Comisario del Santo Oficio y primer patrono de la capilla. Nacido en Cabra en el año 1621.

El nombramiento de primer capellán lo hizo la madre en el año 1666. El clérigo dejó como único heredero a su sobrino don Francisco de Alcántara Leiva, hijo de don Pedro Alcántara Leiva y doña Catalina Muñoz Romero. Don Juan Muñoz Romero murió en Cabra en el año 1685.

El siguiente patrono de la capilla y capellanía iba a ser el licenciado don Jacinto de Alcántara Leiva, vicario de Cabra entre los años 1678 y 1711, gran impulsor de las obras de la iglesia en la segunda mitad del siglo XVII y comienzos del XVIII.

Hay noticias de la presencia en Cabra, hacia el año 1667, de Pedro de Mena y Medrano para el diseño y adorno de esta capilla, en cuyo retablo se pondría una imagen de San Pedro Mártir, obra del famoso escultor.

La siguiente capilla, dedicada a la Purísima Concepción y al Seráfico Padre San Francisco, se construyó en el año 1647 con las limosnas de la Hermanos de la Orden Tercera, bajo la dirección del licenciado don Francisco Gómez Gil, presbítero, ministro de la citada Orden por aquellos tiempos. Con licencia del obispo fray Domingo Pimentel y Zúñiga, dominico.

Luego se le añadieron capellanías a Santa Rosa de Lima y a San Isidro Labrador, a devoción de los progenitores de doña María de Porras Molina Gómez Seto, mujer que fue de don Manuel de Castañeda y Socovio.

Tras la exclaustración de los padres capuchinos, hacia el año 1836 se colocó en esta capilla la imagen de Nuestra Señora del Mayor Dolor, que había comprado al convento capuchino de Écija doña María de la Cruz Narváez Portocarrero y que se había depositado, en el año 1770, en la capilla del Sagrario de la iglesia de los capuchinos de Cabra. Doña María de la Cruz fue la primera Hermana Mayor de su hermandad, cuya propiedad, a su fallecimiento, pasó a su hijo don Francisco de Asís Alcántara Narváez.

A principios del siglo XX esta capilla estaba dedicada al Sagrado Corazón de Jesús.

Le seguía una capilla u oratorio, llamada de los Ruiz de Peralta, con bóveda para esta familia y otra de los Fernández de Aranda y Roldán. Hace unos cien años estaba dedica a San Pedro Apóstol.

Al final de la nave estaba la capilla dedicada al Arcángel Señor San Miguel y Ánimas Benditas. En el año 1666 se erigió una hermandad de Ánimas en la iglesia de la Asunción, a la que se agregó la antigua, que había venido utilizando el coro bajo para entierro de sus hermanos. Se instaló en la capilla de San Miguel.

Por último, formando el rincón, de mucho mayor tamaño, estaba la capilla del Buen Pastor, fundada por el escribano Francisco de Ascanio Maldonado, que otorgó su testamento el día 21 de abril de 1670, ante el escribano Juan de la Torre Castroverde, en el que se dan muchos detalles de la fundación.
Ascanio declara haber labrado capilla a la Jesús "de la Humildad que llaman del Buen Pastor" y que había mandado hacer la imagen titular expresamente para depositarla en dicha capilla. También indica que, tanto la obra de la capilla como el depósito de la imagen en ella, habían sido autorizados por don Francisco de Alarcón, obispo de Córdoba, lo que confirma que la hechura de la imagen pudo ser posterior a 1658, ya que éste fue el año del nombramiento del obispo para la diócesis de córdoba. En la capilla del Buen Pastor había depositado, además, un lienzo grande de San Gregorio y otro de San Cayetano, así como una talla pequeña de un Crucificado y otra de Ntra. Sra. de la Concepción. Se dice que toda la capilla estaba forrada de tafetán y que tenía una pequeña sacristía y salida a un pequeño jardín, con una fuente, que también había pagado Francisco Ascanio. Declara, también que, a la entrada de la capilla, había puesto un altar a las Santas Ánimas, bajo el que había una cripta para su entierro y el de sus descendientes.

A su muerte se hace un inventario de sus bienes, a través del que podemos reconstruir un alto nivel de vida del escribano y su afición a los objetos de arte. Un patrimonio familiar tan amplio y una capilla de tanto lujo aconsejaban una talla del Buen Pastor acorde con las circunstancias. De ahí que Francisco Ascanio la encargue fuera de cabra. Sin embargo, no consta en ningún documento el autor de la imagen ni el precio abonado por la misma.

El patronazgo de esta capilla pasó luego a la familia Aranda Ascanio, por el casamiento de don Sebastián de Aranda Ruiz de Peralta con doña Juana Ascanio, hija del fundador.

Por el año 1750 era su patrono don Jacinto de Aranda Ruiz de Peralta, regidor y teniente de Corregidor de esta Villa.

El titular de la capilla, como decíamos, era una imagen de Jesús Amarrado a la Columna, que iba a ser procesionada, por primera vez, en el año 1691.
En el año 1672, siendo vicario don Gregorio Gallinas Ordóñez y Orejón, se inició la obra de ampliación de la capilla mayor de la iglesia, según proyecto y dirección de don José Granados de la Barrera, Maestro Mayor de la catedral de Granada. La llevó a cabo el albañil Baltasar Pérez Capote, vecino de Cabra.
El día 12 de mayo de 1672, una vez "acabada toda la dicha capilla y cruzero", a requerimiento del Obrero de Fábrica, Granados de la Barrera "tasó dicha obra, enluzidos y asiento de colunas en veinte y un mil reales de vellón".

Se habían levantado los cimientos de la capilla anterior, se construyó la bóveda de la misma y se quitó el retablo de madera existente, labrándose uno nuevo. Se puso una solería nueva de mármol rojo y negro en todo el presbiterio y se repuso el suelo del resto de la iglesia con ladrillo raspado.

Se sabe que el mármol rojo procedía de las canteras de Cabra, mientras que el negro se sacó de las canteras de Rute y que lo pusieron los canteros Juan y Antonio Rodríguez Navajas.

El día 8 de octubre de 1673 se comenzó el "asiento" del retablo mayor.

"Item así mismo la obra de albañilería necesaria para el asiente a dicho retablo y de las pilastras nuevas y escalera que se hiço detrás del altar mayor para subir a lo más alto dél ,y fortaleza en la calle en el testero de la capilla maior, fue a cargo del dicho Baltasar Pérez, maestro albañil, que a estado trabajando desde 8 de otubre de 73 hasta 20 deste mes de Henero y año de 74, con seis peones y dos oficiales; y todo el trabajo de manos se tasó por el dicho don Joseph Granados, maestro mayor, en 3.500 reales, que se an pagado al dicho Baltasar Pérez, de que declaró ante el presente notario estar satisfecho de todo el dinero".

El día 21 de enero de 1674, el obispo don Francisco de Alarcón aprueba el proyecto de la nueva capilla mayor, crucero y retablo de jaspe realizado por Granados de la Barrera.

Se justifica su necesidad "por estar esta iglesia sin capilla mayor lucida ni cruzero que diese lustre y gravedad a ella y porque el sitio que servía de capilla mayor era muy poco capaz y al uso antiguo y no tenia la luz conveniente; y su estrechura y mala disposición no daba lugar a celebrarse los oficios divinos con el asistencia de ministros que se debe; y en la funciones mui festivas, en que todo el clero avía de llegar al altar mayor, se ofrecían muchas inquietudes con el tumulto de jente que acudía a semejantes fiestas". Todo lo cual se había comunicado al Obispo en el año 1672, que vino expresamente a Cabra a ver el lugar y dio licencia para llevar a cabo la obra, ordenando que vinieran a verla don Juan Francisco Hidalgo, maestro mayor de las obras del Obispado, junto a fray Juan Bautista, arquitecto dominico del convento de San Pablo, de Córdoba, "para reconocer dicha iglesia y dar la traza que avía de tener la dicha obra".

También intervino, por esos días, Luis Sánchez, Maestro Mayor de las obras del duque de Cardona, vecino de Lucena, que diseñó cuatro claraboyas en la bóveda antigua para que dieran más luz al altar mayor.

Al no haber acuerdo de los arquitectos, se mandó llamar a Granados de la Barrera, que hizo su propio proyecto, que fue aceptado por el obispo.

"Se empezó a desenvolver y derrivar la capilla antigua y, con asistencia del dicho maestro mayor, se fue continuando y descubriendo asta frente de la puerta maior; y por faltar sitio para el ancho y capacidad que avía de darse a la nueva capilla maior y cruzero, con orden de Su Ilustrísima se tomó el de una capilla que estaba contigua a dicha capilla y altar mayor antiguo, cuia advocazión era de Nuestra Señora de la Conzepción".

Lo que iba a conducir a un largo pleito con el patrono de la misma...

Entre otras cosas, Granados de la Barrera decidió "que de dos arcos antiguos de dicha capilla se hiciese uno nuevo y que las paredes de las colaterales de los dos lados se levantasen sobre lo antiguo tres varas poco más o menos y que, ejecutado en esta forma, se hiciesen dos ventanas, una en cada lado, para dar luz, para luz y que en dicha conformidad abría bastante y sería bien parecido y quedaría la capilla en forma de cruzero".

En la segunda mitad del siglo XVI se había labrado una capilla en la cabecera de la nave correspondiente a la puerta norte de la Iglesia. Estaba dotada de altar y sepultura, y se había dedicado a San Sebastián y a Nuestra Señora del Carmen. La había fundado el presbítero don Diego Ascanio de la Cruz, cuyo Patronato pasó después a Melchor de Morales Negrete y Ascanio. Allí estaba, también, el entierro de los Fernández de la Cruz, patronos de la capilla vecina.
Durante la obra de la nueva capilla mayor, la iglesia se quedó con parte de esta capilla, para asistencia del altar mayor y se dio oportunidad a sus patronos a trasladar el retablo dorado de la misma al testero que quedaba libre, haciendo cabecera a la nave.

Cuando, en el año 1708, otorga su testamento don Lorenzo de Mier Porres y Mardones, miembro de la Junta de Administración de los Estados del duque de Sessa, declara ser muy devoto de Ntra. Sra. del Carmen, San José y Santa Teresa de Jesús, cuyas efigies están en el altar que hay "entrando por la puerta alta, sobre mano izquierda," en la iglesia mayor.

Entre sus mandas hay una de dar seis arrobas de aceite al año para la lámpara del altar de la Virgen del Carmen.

También declara que "desde hace más de 44 años ha sido hermano de los religiosos de Ntra Sra del Carmen, Señor San Diego y Capuchinos".

Curiosamente, hace solo unos meses, el retablo de la Virgen del Carmen ha vuelto a su lugar primitivo, al final de la que fue su capilla.

Volviendo a la obra de la capilla mayor, ésta se había sacado a pregón y la obtuvo Baltasar Pérez Capote, "maestro alvañil desta villa, el qual ofreció hazerla a tasación, dándole los materiales, madera y demás necesario; y acabada se tasase por el dicho maestro maior el trabajo de manos".

El Obispo aprobó la propuesta y ordenó al Obrero que comprase todos los materiales necesarios.

La obra consistió en "levantar de zimientos toda la capilla mayor, fortificando los dichos zimientos con ormigón y las colunas correspondientes al distrito de la dicha capilla; y se levantó en más altura que la que de antes tenía; y se hizo su media naranja y cruzero en buena proporción; y en el techo dél algunas flores y cortados de yero; y [en] los dos testeros del cruzero se hizieron dos ventanas de buen tamaño que dan luz a dicha capilla maior; y se techó, cubrió y soló todo el distrito de la dicha capilla maior con piedras quadradas de jaspe colorado y negro; y se hizieron tres gradas junto al altar mayor y dos en el principio de dicha capilla; y se hizieron dos arcos torales y el maior y se soló toda la iglesia de ladrillo raspado y la sacristía".

El día 2 de mayo de 1672, el maestro mayor había tasado "toda la dicha obra enluzidos y asiento de colunas en veinte y un mil reales de vellón por el trabajo de maestro, oficiales y peones, con asistencia del Vicario y el Obrero de la Fábrica". Pero Baltasar Pérez Capote no quedó contento con la tasación por estimar que "avía sido dagnificado en mucha cantidad de maravedís".

La iglesia le pagó con 13.986 reales en dinero y el resto en censos o casas, a su elección, al tener la Fábrica dinero de contado.

El albañil firmó la escritura de finiquito por la totalidad el día 22 de enero de 1674.

La solería de jaspe de la capilla mayor y gradas la hicieron Juan y Antonio Rodríguez Navajas, maestros de cantería, en el precio de 3.201 reales, según tasación de Granados de la Barrera.

En el año 1674, la capilla mayor se resintió de cimientos y hubo que hacer un nuevo proyecto de obra. Un retablo de piedra de jaspe.


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