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NUESTRAS PALABRAS: EN PASCUA DE RESURRECCIÓN
UNA SECCIÓN DE MARÍAS DE BETANIA - Escrito por:
Las mujeres creyentes en Jesús somos especialmente sensibles a este tiempo de celebración, recuerdo y vivencia de la Resurrección. Sentir la Resurrección en nuestros cuerpos y almas de mujeres nos restablece de muchos desalientos, nos cura de las heridas y nos hace recuperar el sentido de nuestras vidas llenándolas de esperanza, ternura y compromiso. Nos sentimos protagonistas en la Resurrección de Jesús, porque Él nos distinguió haciendo a las mujeres las primeras testigos de tal acontecimiento.
Creemos que lo hizo no por escoger a los más débiles y humildes para que dieran cuenta de ello, como tantas veces hemos oído, sino porque eran las más fieles, las más cómplices, las que no esperaban recompensas ni discutían por un lugar preferente en el Reino de los Cielos; lo que deseaban era servirlo y acompañarlo en su misión.
A lo largo de dos mil años de historia del cristianismo, las mujeres, a pesar de haber sido marginadas, rechazadas, silenciadas, heridas, maltratadas, condenadas y ridiculizadas, seguimos estando ahí para dar testimonio de su amor, de su Evangelio y de su Resurrección.
Nos sentimos alegres de escuchar en nuestras celebraciones de Pascua cómo Jesús deposita en primer lugar en poder de las mujeres el más conflictivo, complejo y esencial de sus mensajes: decidles a ellos que había resucitado.
Hoy seguimos estando mayoritariamente en el seguimiento de un Jesús en el que creemos, transmitiendo su mensaje en las familias, formando a los niños y jóvenes en nuestras parroquias y escuelas, acompañando a los grupos de adultos, responsabilizándonos del cuidado ajeno (mayores, enfermos, pobres, marginados…), estudiando para profundizar más en nuestra fe y en el conocimiento de Jesús y su Evangelio; doblando jornada laboral (profesional y doméstica) sin renunciar a nuestros compromisos pastorales… y seguimos sin pelearnos por los lugares de privilegio en la Iglesia, quizás porque no se nos ha dado posibilidad de ocuparlos.
Lo que si tenemos claro muchas mujeres que, como cristianas, creemos en la posibilidad de un mundo mejor es que no estamos interesadas en reproducir algunos modelos masculinos, que ya sabemos lo que dan de sí. Queremos oportunidades para opinar, decidir, cambiar lo que no nos gusta, para llevar a cabo proyectos humanizadores y vivificantes dentro y fuera de nuestra Iglesia. Queremos poder para transformar el mundo y dar más opciones a la vida. Esto tiene mucho que ver con la Resurrección de Cristo y creernos que está vivo entre nosotros. Tiene que ver con la esperanza con que aportamos nuestros esfuerzos para que todos seamos más felices.
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