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NUESTRAS PALABRAS: LAS BEATAS
UNA SECCIÓN DE MARÍAS DE BETANIA - Escrito por:
Hay términos en nuestra cultura que la historia y las malas lenguas más o menos malintencionadas han cargado con un carácter peyorativo totalmente injusto.
Pues bien, algo parecido ocurre con el término “beata” cuando lo aplicamos con desprecio en aquellas mujeres generalmente de cierta edad que practican una religión centrada en los ritos, en los rezos y con la conciencia especialmente estrecha.
Nada más lejos de la realidad. Las beguinas, surgen en el siglo XII como una forma de vida comunitaria de mujeres buscando su propia libertad. No se casaban pero no hacían voto de castidad, eran espirituales pero no religiosas; quisieron vivir entre mujeres pero no ser monjas; quisieron estar en relación directa con Dios pero sin aceptar a la Iglesia ni su jerarquía.
A partir del siglo XV comienzan a llamarse beatas que quiere decir “felices”; y no es para menos, porque podemos suponer la fuerza de estas mujeres que en una sociedad jerarquizada, machista y patriarcal se plantan, dicen no al matrimonio concertado y lejos de ingresar en el convento deciden vivir su vida al margen de las pautas masculinas.
Vivieron de sus rentas y de su trabajo. Crearon hospitales y escuelas para niñas. Su vida discreta les permitió subsistir durante siglos sin rebelarse nunca contra la iglesia.
El movimiento se extendió por muchos países y gracias a los numerosos viajes que bastantes de ellas emprendieron mantuvieron un vínculo importante de complicidad entre las distintas comunidades. Eran sin duda mujeres muy valientes.
Hay constancia escrita de la persecución y condena por el tribunal de la Inquisición de alguna de ellas que se “atrevió” a escribir sus experiencias místicas en lengua materna en lugar de hacerlo en latín. Tal es el caso de Margarita Porete y Hadewijch de Amberes.
El concilio de Viena de 1312 condenó a las beguinas como sospechosas de herejía sin conseguir que desaparecieran. A finales del siglo XV la iglesia intentó incorporarlas a la vida monástica reglada. No lo consiguió. En el siglo XVIII las condenó y prohibió la Revolución Francesa, pero su forma de vida ha persistido hasta la actualidad.
Hoy, muchos movimientos feministas de mujeres creyentes vuelven la mirada a la historia buscando testimonios olvidados de mujeres silenciadas que sin duda han sido germen para que ahora podamos creer de verdad que la igualdad es posible. Este es el caso de M. Milagros Rivera Garretas cuya obra La diferencia sexual en la historia nos ha servido de consulta para ilustrar este artículo y que recomendamos a todas aquellas personas que estén interesadas en profundizar en este interesante tema.
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