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20 de Marzo
20.03.14 - Escrito por: Rafa Linero
Hoy es veinte de marzo y, a no ser que en Crimea se precipiten los acontecimientos, no parece que vaya a ser un día digno de pasar a la Historia. En días como éste los presentadores de las noticias deberían estar en sus casas, relajados mientras hojean periódicos con las páginas en blanco y escuchando la radio donde la música sólo es interrumpida por locutores que se sinceran reconociendo que no tienen nada de qué hablar. De todas formas, en ese camino que viene de la nada y nos conduce a la nada que es la Historia no suele haber bruscos desvíos, los días anodinos son los que le dan forma y ensamblan cualquier existencia.
Hoy es uno de esos días que por mucho sol que haya inflamando los cielos, el color gris lo tiñe todo, uno de esos días donde los hombres parecen destinados a realizar, apáticos, miles de actos a cual más insignificante.
Aunque otros veinte de marzo parecen haberse rebelado frente a esta aparente mediocridad. Un veinte de marzo nació el poeta Ovidio, el presidente Boris Yeltsin disolvió el parlamento ruso y fue electrocutada la primera mujer. Un veinte de marzo John Lennon y Yoko Ono se casaron, los estadounidenses se apoderaron de la isla de Iwo Jima y el huracán Larry tocó tierra en Australia. Un veinte de marzo Estados Unidos invadió Irak, Albert Einstein publicó su teoría general de la relatividad y una secta religiosa liberó gas sarín en el metro de Tokio. Un veinte de marzo Napoleón Bonaparte regresó a París tras su destierro en la isla de Elba, zepelines alemanes bombardearon esa misma ciudad durante la Primera Guerra Mundial y Túnez dejó de ser francesa y, por lo tanto, parisina.
Y con todo esto no podemos afirmar que haya un diseño o un patrón oculto, lo cierto es que cuanto más te acercas a las cosas, más claro se nos presenta el absurdo. Porque es absurdo que el mismo día del año en que el dramaturgo Henrik Ibsen y el futbolista Fernando Torres nacieron, la SS asesinara a 3.000 judíos en la ciudad de Rohatyn.
Y para coronar el edificio de lo absurdo con un campanario ridículo, la Asamblea General de las Naciones Unidas ha proclamado el veinte de marzo como el Día Internacional de la Felicidad. La felicidad, ese pez de plateado lomo pero escurridizo, ya tiene su día, pero sigue siendo algo que se nos escapa y a lo que no podremos dar nunca alcance, porque finalmente el olvido se apoderará de todos los veinte de marzo y del resto de días tal como un acreedor avaro cobra sus deudas.
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