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La decadencia de los símbolos
07.02.2008 - Escrito por: Felipe Osuna Manjón-Cabeza
Comienza la Cuaresma, una época mágica y misteriosa en la que se conjuga el recogimiento y la conversión con la bulla cofradiera, con ese hervidero en el que se convertirán nuestras calles gracias al ir y venir de gentes de un templo a otro para asistir a Cultos, Besapiés, actos cuaresmales, conciertos, pregones, exaltaciones y un largo etcétera de acontecimientos que abarrotan los fines de semana hasta la llegada del Domingo de Ramos. La Cuaresma, una época del año cargada de simbología, aquella que parece estar en decadencia y persecución en nuestros días, saturados de una memoria histórica que interpreta de forma particular los hechos que han marcado nuestro pasado más reciente.
El pasado sábado 2 de Febrero asistí por casualidad a un mitin celebrado por el candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía por Izquierda Unida, Diego Valderas, y que tuvo lugar en el patio central de la Casa de Colón en Huelva. Y digo por casualidad porque el motivo de mi estancia en la ciudad Onubense no era otro que visitar la III exposición de Arte Sacro organizada por el Consejo de Hermandades de la ciudad colombina, que se estaba desarrollando en el mismo lugar. Ante la imposibilidad de asistir el pasado domingo al encuentro programado del candidato de dicha coalición con los militantes egabrenses, se me ocurrió la idea de intentar conseguir (sin éxito) algunas declaraciones del coordinador regional en las que se adelantaran los contenidos de la reunión. Aunque el público brillaba por su ausencia, la coalición celebró el acto programado ante los medios de comunicación que se desplazaron al lugar y, una vez finalizado, los candidatos al parlamento allí presentes cantaron el himno de Andalucía con gran emoción, alzando un puño al aire. Esto último me produjo cierta indignación por un motivo muy sencillo y es que de 7 candidatos al parlamento que alzaron su puño… ¡seis levantaron el brazo derecho! Me quedé atónito, pero no era el único y es que algunos acompañantes que se encontraban entre el público se percataron del hecho e intentaron llamarles la atención, advirtiéndoles con gestos de que se habían equivocado de brazo.
Esta curiosa anécdota me hace reflexionar sobre la importancia que presentan los símbolos de este tipo en nuestros días. Si hace más de 30 años los Españoles eran perseguidos, humillados, encarcelados y un largo etcétera, por expresar sus ideologías de este modo, hoy las prácticas han cambiado ante una sociedad acomodada que no se reconoce a sí misma. Vergüenza debiera de darles a esa gente que no se identifica con gestos tan típicos de los que defendían antaño sus ideas hasta la tumba y que se vieron obligados a realizarlos a escondidas ante una cruel represión. Los que buscan la ansiada memoria histórica deberían ser los primeros en reconocer su propio presente, máxime si se trata de candidatos a representar a un número determinado de votantes que, en vista de lo acontecido, habría que ver si se identifican con su electorado.
7-2-2008
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