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Caminos a Guadalupe. Guadalupe en Madrid
RINCÓN DEL ARTE: UNA SECCIÓN DE JOSÉ PEÑA GONZÁLEZ - Escrito por:
Hasta el día 30 de marzo tenemos la oportunidad de contemplar en Madrid algunas de las mejores piezas artísticas que encierra el cenobio de Santa Maria de Guadalupe con motivo de la celebración del Año Jubilar Guadalupense. La Exposición lleva por titulo “Caminos a Guadalupe. Guadalupe en Madrid” y ofrece la peculiaridad de presentarse en tres sedes distintas, aunque próximas, de la capital de España. Todas ellas son lugares emblemáticos de la historia española. Son la capilla del palacio Real de Madrid, el Monasterio de la Encarnación y el de las Descalzas Reales.
El Monasterio de Guadalupe es como un inmenso museo que encierra obras de valor incalculable, pero que a diferencia de instalaciones similares, todo lo expuesto tiene una finalidad estrictamente religiosa. Cada pieza cumple su función y esta al servicio de la FE que la hizo posible. Cuando se repasa la historia de Guadalupe y se visita hoy esta pequeña muestra de estos tesoros, se profundiza en la creencia de que solo una creencia profunda en valores superiores puede haber facilitado que un hermoso templo contenga tantas y tan importantes obras de arte. No es solo la generosidad de los Reyes y la munificencia de la aristocracia española la que lo ha hecho posible. Miles y miles de españoles de todas las clases sociales han respaldado con su visita y devoción la grandeza de este Monasterio que en su día fue jerónimo y a partir del siglo XX franciscano, en gran parte gracias a los esfuerzos llevados a cabo por Don Pedro Caro y Szssechenyi, VI Marques de la Romana, descendiente directo de D. Pedro Caro y S
ureda, uno de los militares mas cultos e ilustrados de España que desempeñó un papel brillante durante nuestra Guerra de la Independencia. Coinciden pues aquí varias efemérides históricas dignas de recordarse. Por un lado el bicentenario de la Guerra contra los franceses y el protagonismo de la casa marquesal de la Romana, uno de cuyos descendientes haría posible la recuperación del Cenobio extremeño el año 1908, cuando en la noche del 7 de noviembre los hijos de San Francisco toman posesión del derruido monasterio.
Guadalupe es Extremadura, España y América. Tiene vocación de universalidad como la FE que lo mantiene y le ha permitido superar momentos muy difíciles como la desamortización. Hoy uno de los focos de peregrinación más importantes y concurridos de España y el Mundo, especialmente el americano, se transforma en peregrino y viene a Madrid, sacando por primera vez de sus recios muros, algunas de sus más valiosas piezas. El arte peregrina a Madrid para regocijo de los que son conscientes que en tres lugares distintos se desarrolla una maravillosa lección de historia, arte, religiosidad y cultura.
La primera parada tiene lugar en la Capilla del Palacio Real. Aquí una selección de los cuadros de Zurbaran como “Las tentaciones de San Jerónimo” o la “Imposición de la casulla a San Ildefonso” junto a obras de Giraldo de Merlo, o “El Calvario” atribuido a Egas Cueman de finales del s. XV. En el regio continente de la Capilla Real el llamado “Terno rico” y el del “Tanto Monta”, el lignum crucis de Juan de Segovia y la “Arqueta de los esmaltes” del mismo artista, una de las joyas de la orfebrería mundial.
El Real Monasterio de la Encarnación acoge lo mejor y más representativo de la escultura en madera del monasterio extremeño. Obras en su mayoría de autor anónimo, pero todas de una belleza extraordinaria. Todas ellas de vírgenes y “mujeres fuertes” como Abigail y Rut, procedentes del Camarín de la Virgen Guadalupana. Un maravilloso Tríptico de los Reyes Magos de finales del XV, un libro de horas del Prior de la misma fecha, u n Pasionario y un Tenebrario también de autor anónimo.
La última etapa de este viaje a través de la cultura acumulada durante siglos es el Monasterio de las Descalzas Reales. Ornamentos litúrgicos y bordados elaborados en la propia escuela montada por los frailes jerónimos en el Monasterio extremeño, completan la exposición. Cantorales miniados, libros religiosos salidos del scriptorium de los monjes, riquísimas capas pluviales, vestidos para la Virgen y el Niño señalan el punto final de una exposición que es el mejor ejemplo de la fusión FE y CULTURA y cuya visita creemos esta especialmente indicada en las próximas vacaciones de Semana Santa.
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