|
VIL TELEVISIÓN
24.12.13 - Escrito por: Rafa Linero
Rafael Linero, nacido en Sevilla en 1973 y residente en Cádiz es Licenciado en Derecho. Autor de un blog literario con el seudónimo Cesare Perverse, escribe principalmente historias cortas. Ha publicado un relato en la antología "Perversiones. Breve Catálogo de Parafilias Ilustradas" (Ediciones Traspiés). También ha sido incluido en una antología del minicuento erótico español realizado por la Universidad de Salónica. Ha realizado el prólogo para el libro "Cuentos Mórbidos" del dibujante internacional Raúlo Cáceres. Recientemente ha obtenido mención de honor en el XXIV Premio Unicaja de Relatos, con el trabajo "Nuevo prólogo a "Oda en París". Hoy comienza a colaborar con La Opinión de Cabra.
VIL TELEVISIÓN
En un tiempo que quizá no sea tan lejano las ejecuciones eran el castigo definitivo para los condenados, suponiendo además un espectáculo público que representaba una diversión para el populacho, que así se entretenía en aquellas tardes en las que aún no existía la televisión. Pero parece que algunas cosas no han cambiado tanto. Hoy día disponemos de esa caja que, a pesar de que la llaman "tonta", ha conseguido enseñorearse de nuestras tardes de ocio, como hicieron en su época la hoguera, la guillotina o la horca.
Miguel Ricart, uno de los asesinos de Alcàsser, está en libertad debido a la derogación de la doctrina Parot. El crimen que cometió fue uno de los más atroces de la España moderna. También fue uno de los más mediáticos dando lugar incluso, por primera vez, a lo que posteriormente se denominó "juicio paralelo" en varios programas de televisión. Y ahora, tras abandonar la prisión de Herrera de la Mancha, parece que las distintas cadenas se lo están rifando para convertirlo en carne, no de patíbulo, sino de plató, con la esperanza de atraer a la audiencia y ganar así la guerra (quizás no sangrienta, pero igualmente indigna) del share.
Como digo, a veces da la sensación de que nada cambia realmente. Utilizamos nombres nuevos (y a veces en idiomas extranjeros) para referirnos a cosas tan antiguas como el mundo. Las mismas personas que, en su momento, hubieran disfrutado con el ahorcamiento de Ricart, con su quema en la hoguera o con su desmembramiento, ahora mirarán arrobados su paseo por las televisiones.
Sí, es cierto que algo hemos avanzado como sociedad, pues ahora no intentamos resolver los crímenes con la pena de muerte y damos prioridad a la reinserción de los delincuentes, pero todavía seguimos utilizando los casos más escabrosos para dar rienda suelta a nuestros más bajos instintos, la crueldad y el morbo.
Si me cruzo con esta persona en la televisión cambiaré de canal, y obraría del mismo modo si, en vez de explotar sus miserias y las de sus víctimas, un verdugo apareciera en pantalla apretándole el cuello con el garrote vil. Porque igual de vil es el garrote como ese tipo de televisión que disfraza de información de interés general lo que sólo es una curiosidad malsana por el dolor ajeno.
|
|
|
|
|
|