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El teatro de Cabra
29.01.2008 - Escrito por: José M. Jiménez Migueles
Me resulta irrisorio y ridículo el tiempo que gastan nuestros representantes en discutir el nombre que debe darse al nuevo teatro, como si fuera una mascota a la que todos queremos apadrinar. Ahora, todos se apuntan a la lucha de algo tan poco trascendente como es el denominar a un espacio escénico que, al fin y al cabo, todos llamaremos “Jardinito”, porque así se llamará por siempre a aquel escenario que perdimos y así se llamará por siempre al nuevo teatro que allí se asentará.
Atónito leo en la Opinión cómo el Partido Andalucista quiere proponer una especie de referéndum popular del que salga la denominación del citado conjunto. Y, para defenderlo, alude a la necesaria participación ciudadana. Señores andalucistas, ¿cuándo han propuesto ustedes este tipo de ejercicio cuando gobernaban la ciudad? Para esto no queremos participación ciudadana. La querremos para colaborar activamente en la política local, pero en lo que nos afecta de verdad, en los presupuestos, la educación, la sanidad. Ahí sí es donde el pueblo quiere participar de forma activa. Ahí es donde queremos estar de verdad. Nos gusta sentirnos disponibles, escuchados, valorados, pero en cuestiones de importancia. No en estas milongas.
Pero más patético me resulta aún la actitud del bando progre del pueblo. “Sólo colectivos y asociaciones”. Señores, me paso a los colectivos de la ciudad por el forro que cubre las partes a las que saben que me refiero. Este asociacionismo barato, que sólo recibe subvenciones y trato de favor de los periodistas locales me causa risa cuando, ustedes, los políticos, pretendéis darle, no sólo la importancia que pudieran tener, sino, además, la exclusividad de la participación política. Muy equivocados andan ustedes. Los genios deambulan solos, no se asocian. Así que si hay que decidir, que decidamos todos. O al menos los que quieran. Aunque ya haya comentado lo que me parece este intento barato de “participación democrática de la ciudadanía”.
Y lo del nombre ya sí que es ridículo. Creo haber escuchado que la cuota femenina de nuestra ciudad (¡a las trincheras, vienen las feministas!) proponen algo tan ridículo y vacío como darle el nombre de un personaje femenino de las obras de Valera. Es decir, un nombre inventado, de una mujer que no existe, de una mujer fruto de la imaginación casi erótica de un novelista del pueblo. Las incoherencias de los extremos, ya se sabe. Lo absurdo de la incultura. El teatro, señores mios, y señoras mías, comienza mucho antes de que se inaugure. Estaremos atentos.
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