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La pelota naranja
18.11.21 - Escrito por: Alejandro García Rosal
Hubo una época en que la fiebre de un deporte nuevo empezó a contagiar a jóvenes egabrenses que comenzaron a ir cada rato que podían al viejo Poli, con unas botas casi ortopédicas y unas medias altas, a encestar un balón en unos aros de hierro. Aquellos jóvenes ahora son unos puretas que sembraron una semilla que hoy crece fuerte.
Eran los tiempos de "Cerca de las estrellas", el programa que los viernes por la noche daba los resúmenes de la NBA, único contacto con aquella élite tan lejana.
Medir dos metros entonces significaba dos cosas, que te librabas de la mili y que jugabas al baloncesto. Bueno, tres, que las personas mayores te dijeran por la calle que contigo no iban a coger higos.
De la estepa rusa emergieron gigantes como Takchenko (que posteriormente dio origen a nuestra versión egabrense) y en nuestro suelo patrio el doctor Corbalán, el andaluz de Carmona Andrés Jiménez y la gran esperanza blanca, Fernando Martín, primer español en alcanzar el Olimpo yankee.
Y llegó la plata de Los Ángeles. Un equipo en el que la mayoría de sus miembros tenía pinta de cualquier cosa menos de jugador de baloncesto. Y la pelota naranja llegó a las calles y a los patios de colegio a competir con el futbol.
Y del poli al pabellón. En un antiguo terreno de huertas, para que la semilla germinara bien, se inauguró el Pabellón de Deportes una fría noche de febrero. Un tal Oscar Schmidt Becerra, un alero brasileño que solía promediar casi los 40 puntos por partido con su equipo italiano, el Mobilgirgi de Caserta, y sus colegas, contra el máximo representante cordobés por entonces, el Colecor, hicieron las delicias de los aficionados egabrenses.
Toda una fiesta. Un día histórico e inolvidable para muchos en Cabra. Sobre todo, para el que le birló una de sus botas al bueno de Oscar.
En el pabellón empezaron a vivirse momentos importantes para el baloncesto local, como en cada "derby" con equipos cordobeses, al igual que se forjaron himnos que entonaba la hinchada, como aquel "Esos de marrón, ¿de qué equipo son?"
Años después vino el ascenso y la liga española de baloncesto, la EBA con otro famoso cántico "¿Dónde están los de Calpe?". Años en los que el nombre de Cabra estaba por todo lo alto y compitiendo al máximo nivel.
Muchos nombres de personas que no nombraré para no caer en el error de olvidar a alguno de ellos y ellas, que también las ha habido. Sirva este pequeño homenaje para recordarlos a todos.
Y después de todo aquello, se apostó por empezar desde abajo. Desde la base, con los niños.
Miles de niños vestidos de pequeños baloncestistas con unas camisetas en las que se puede leer en letras bien grandes, CABRA. Y ese es el presente, y lo que es más importante, el futuro. Niños y baloncesto. CABRA en mayúsculas paseando su nombre por la provincia y la comunidad autónoma.
Creando un proyecto que se ha consolidado, creando futuro, y creando deporte.
Y todo ello, alrededor de una pelota naranja.
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