|
Visitando las huertas de Cabra
28.10.13 - Escrito por: Antonio Suárez Cabello
"Aula Viva" (un proyecto de la Delegación Municipal de Educación) es una ventana al conocimiento que pretende acercar la cultura local a los habitantes de la ciudad por medio de visitas guiadas, en las que con una metodología activa tratan de transmitir conocimientos del patrimonio que conforma gran parte de nuestro entorno, buceando en las raíces más antiguas y tratando de actualizar la realidad social del momento. El pasado sábado, "Aula Viva" nos brindaba la posibilidad de realizar un breve recorrido por algunas huertas de Cabra, una de las señas de identidad que dan más prestigio y personalidad a la localidad. Queda por descubrir a fondo la presencia de los romanos y los árabes por estas tierras tan fértiles, y cómo utilizaron sus conocimientos en los cultivos, además de inventariar las huellas que dejaron.
Si el Diccionario de Autoridades (1726) nos dice que hortelano es "el que tiene el exercicio de cultivar las huertas", el mismo libro de consultas nos aclara cómo debe ser el lugar al que consagra el horticultor todos sus esfuerzos: "La huerta para que sea buena y gananciosa, no basta solamente ser de buena tierra y cerca de buen Pueblo; mas aun ha de tener abundancia de buen agua dulce". Y es precisamente el disponer de este líquido elemento lo que hace, junto a la tierra y el "buen Pueblo", que los productos de las huertas de Cabra posean la fama y prestigio que tienen.
Nuestra iniciación en busca de conocimiento, como no podía ser de otra manera (recurro ex profeso a esta frase tan manida), fue en el paraje natural de la Fuente del Río, un lugar despojado de su esencia original (más cercana al romanticismo) en pro de la modernidad, y al que llegamos en bus. Allí nace el río Cabra, fertilizador de las huertas. Sus manantiales contienen uno de los cuatro elementos principales de la naturaleza: el agua, y desde su inicio comienza a regar, a través de acequias (transformadas en numerosos ramales), las huertas egabrenses, esas que conforman el paisaje del territorio. Allí, in situ, se habló de la utilización de las nuevas técnicas de riego por goteo las cuales no requieren abundancia de agua, resolviéndose de esta forma el abastecimiento que en otras épocas cercanas ocasionaron muchísimos problemas.
La Fuente del Río, lugar emblemático, sirvió también para una charla antes de emprender nuestra visita a las huertas. Rafael Arroyo puso todo su empeño en defender la agricultura ecológica como alternativa de futuro, y a fe que convenció, creo, a todos los participantes en el aula. Y como el paraje está presidido por una imagen de la Virgen de la Sierra, no pudo faltar en la charla el mencionar la romería que el gremio de hortelanos realiza desde hace aproximadamente un siglo a la Ermita, y en la que ofrecen a la Patrona cada año lo mejor de sus frutos.
Cruzando la carretera de la Fuente del Río nos adentramos en el Vado del Moro. Un descanso en la misma cuesta del camino sirvió para que nuestro guía, megáfono en mano, sacara la conversación de la panorámica que se
contemplaba de El Pedroso: las huertas habían sido sepultadas por el cemento y numerosas casas invadían lo que en otro tiempo fue tierra de cultivo. Todavía en este paisaje se podía divisar, con algún esfuerzo, alguna edificación de lo que era una casa típica de hortelano.
Como el sitio lo requería, no faltó aludir a la leyenda del vado del Moro, y por unos instantes deambuló por nuestra imaginación Pedro Gómez de Aguilar, Aliatar, el conde de Cabra y las huestes moras y cristianas buscando por dónde pasar las caudalosas aguas del río en dirección a la ciudad, por aquel entonces villa. Aguas que en esta zona siempre discurren cristalinas, ajenas a que algunas de ellas se unirán al Genil y posteriormente desembocarán en el gran río de Andalucía, el Guadalquivir.
Hortalizas, verduras, legumbres y algún que otro árbol frutal se ofrecían en nuestro paseo por la vega Vado del Moro. Dos altos en el camino sirvieron para que nuestros "profesores" nos dieran algunas nociones de lo que "no" es un cultivo ecológico y de lo que "sí" es, este último ya en una huerta donde la hortelana explicó sabiamente en qué consiste el proceso y en cuya puesta en valor puede estar la marca de las huertas egabrenses.
Una degustación de tomates en la Cooperativa de Hortelanos, y la correspondiente visita a sus instalaciones en la senda del Caz, ponía término al trayecto y a las conversaciones que a lo largo del mismo se venían sucediendo. En nuestras conciencias quedó la necesidad de consumir los productos de las huertas egabrenses, y si son ecológicos mejor que mejor, ahí puede estar el futuro de tantas familias que con esfuerzo y amor mantienen viva una tradición de siglos. Y agradecimiento especial a Rafael Arroyo, Manuel Ceballos, Rosario Jurado, Antonio Lama, José María Castro, Carlos de la Rosa, Javier Fernández y Socorro Moral. Una carpeta con fichas sobre las huertas de Cabra nos queda como obsequio, pero debemos usarla, pues en estas fichas vienen qué productos podemos encontrar a lo largo del año, y por tanto consumir. Apoyar la apuesta por la agricultura ecológica como alternativa de futuro está en nuestras manos, comprando, y estamos convencidos de que es un sector emergente con mucho presente y con un gran futuro por delante.
|
|
|
|
|
|