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Las majestades de Occidente
11.01.20 - Escrito por: José Manuel Jiménez Migueles
Siempre he pensado que el calendario festivo egabrense regala a su ciudadanía tres fechas en las que los hombres y mujeres de Cabra pueden volver a tener la oportunidad de sentirse como niños: la mañana del Domingo de Ramos, la tarde del 4 de septiembre y la noche del 5 de enero.
De esta forma, palmas, nardos y caramelos nos devuelven a la memoria, con su luz, su olor y su sabor, tantos momentos en los que fuimos niños y, cómo no, enormemente felices.
Y qué bonito, que el almanaque vista de ilusión y alegría estos días del año. Y qué bonito, pero también qué duro, es que haya tanta gente en nuestro pueblo que, desinteresadamente, trabaje para que estos días, y tantos otros, puedan ser del disfrute de todos nuestros paisanos. Porque una sociedad será tanto mejor cuanto más se trabaje por la felicidad de sus miembros, es de agradecer que cientos de hombres y mujeres de Cabra dediquen gran parte de su tiempo libre a hacer que nuestra convivencia colectiva sea cada vez mejor.
Este año mi familia ha sido bendecida por el rey Gaspar, quien ha querido que compartamos el esfuerzo y la ilusión que supone llevar la alegría por las calles de Cabra y, desde que tuvimos constancia de la noticia, hemos podido comprobar el enorme esfuerzo que realizan todos y cada uno de los miembros de la Asociación de la Cabalgata de los Reyes Magos así como aquellas personas que tienen el privilegio de encarnar a sus majestades de Oriente.
Porque, como podrán imaginar, los 3200 kilos de caramelos, las 6000 pelotas, los 3000 peluches y los 10.000 kilos de chucherías que este año se han lanzado desde las carrozas no han llegado solos a la sede de la Asociación por arte de magia, sino, más bien, por el trabajo incansable de todos y cada uno de los miembros de esta Asociación, que además, se encargan de que los días 5 y 6 todo fluya con normalidad y precisión: organizadores, cargadores, conductores, seguridad, médicos y un largo etcétera.
Y, aunque eso importa, no es lo trascendente. Lo que de verdad trasciende y emociona de su trabajo es el cariño y la responsabilidad con la que se preparan todos los pormenores del día 5. Un día que comienza a las 11 de la mañana con una recepción oficial en el ayuntamiento y que concluye a las 15:00 horas del día 6 tras la solemne misa de la Epifanía. Entre una y otra, han visitado todo tipo de centros sociales, religiosos y sanitarios, llevando alegría e ilusión a donde a veces cuesta tanto encontrarla: desde cada una de las plantas del Hospital a cada una de las estancias del Asilo, pasando por Promi, Faisem y tantos otros centros que sólo buscan sacar lo mejor del prójimo, ya sea a través de la asistencia sanitaria, ya sea a través de la asistencia religiosa y espiritual. Y, cómo no, por la noche, después de la Cabalgata, la visita a más de 50 domicilios para sorprender a niños y no tan niños. Una jornada agotadora en lo físico y en lo anímico pero, seguro, una de las experiencias más satisfactorias y excitantes de todo el que la vive.
Es fascinante comprobar cómo la sola presencia cortejo de hombres y mujeres, encabezados por Melchor, Gaspar y Baltasar, pero secundado por sus pajes y por el personal de la asociación, consigue ilusionar a los niños, emocionar a sus padres y alegrar a sus abuelos. Y qué quieren que les diga, eso, en los tiempos que corren, vale oro.
Por eso gracias, muchas gracias. A Gaspar, evidentemente. Tu forma de vivir este capítulo de tu vida y de involucrarnos en él ha sido tan bonita que nuca la olvidaremos. Gracias también a quienes este año han tenido la suerte de encarnarse en Melchor y Baltasar así como a todos sus acompañantes, por hacer la experiencia aún más enriquecedora.
Pero, sobre todo, gracias, infinitas gracias, a toda esa legión de personas que hacéis todo lo posible para que el día 5 de enero pueda repetirse cada año. Gracias por el cariño y la atención prestada, por tratar a Carmen como a una reina más y, cómo no, por haberse acordado de mi hermano para que encarnara la figura del Rey Gaspar: habéis hecho feliz a una familia entera, y ante eso uno difícilmente encuentra palabras de agradecimiento.
Por eso, y aunque el protagonismo lo tiene sus majestades de Oriente, es de justicia acordarse de quienes hacen posible que cada año puedan venir a Cabra a repartir tanto bien: las majestades de Occidente.
Muchas gracias, y enhorabuena.
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