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Exaltación a Nuestra Señora de la Soledad y Quinta Angustia
27.09.13 - Escrito por: Luis Félix Ruíz Sánchez
Año del señor de 1663, villa de Cabra, ermita de Santa Ana. En un día cualquiera, en su interior, varios miembros de una humilde cofradía y varios devotos, se reúnen en Cabildo Extraordinario. Van a recibir un regalo en una tensa espera. Aguardan fervorosos un don, un misterio de la fe, un consuelo en sus penas, un símbolo de unión, un cúmulo de devoción, una respuesta a sus problemas. Llevan días esperando, pero parece que no llega el momento y por fin acontece la hora señalada. Les dijeron que vendría a primera hora de la mañana pero sin embargo, el camino es tan largo que hace que demora la llegada y aumenta la espera. Vecinos de esta villa, suben hasta el llano de la Ermita de Santa Ana. Hortelanos de las más ricas vegas de Cabra y de los alrededores han dejado sus faenas. Son llamados para que acudan apresuradamente a este templo. Saben que ese día algo iba a llegar a su querida Ermita que cambiaría por completo sus vidas.
En el umbral de la puerta, Martín Rosales, hombre bueno donde los haya,
De inmensa fe y esperanza, nervioso e impaciente, espera la llegada.
Hermano Mayor de una cofradía, por la que tanto se desvelaba
Doscientos cincuenta reales pagó para algo que esperaba,
Preocupado pues, porque con este desembolso, hipotecaba el pan y el sustento de su familia a la que tanto amaba.
No quería arruinar a la Cofradía por la que tanto luchaba.
Doce reales más tendría que pagar, el precio de los portes, así lo estipulaba.
Cuando parecía que todo se desmoronaba y que ninguna dicha alcanzaba,
Vio por el horizonte que se oteaba desde el llano donde años más tarde pusiera el germen el presbítero D. Luis Aguilar y Eslava,
Una carreta tirada por caballos que llegaba de Granada.
Sonidos de espuelas y herraduras en la tierra era la única sinfonía que se escuchaba.
Silencio en las puertas de la ermita de un gentío que esperaba.
Rebosantes sus corazones de alegría que mostraban,
cuando vieron tan glorioso porte que la carreta guardaba.
Una imponente señora y un bello rostro de amargura y llanto fue lo primero que vieron de lo que tanto aguardaban.
Tesoro que Pedro de Mena a Cabra regalaba
No habían visto rostro igual ni tanta dicha les esperaba
Que cuando la tuvieron de frente cayeron al suelo y con sentimiento se arrodillaban.
Era el día más grande que ellos recordaban,
era la imagen dolorosa que para un Viernes Santo esperaban.
Era la Virgen bendita que con su pueblo se encontraba,
Era el tesoro que tantos meses esperaban
era la Reina a la que Cabra le rogaba.
Era la SOLEDAD DE CABRA, la que a su pueblo llegaba.
Con la venia de nuestra Reina y Madre de la Soledad, a cuya protección me encomiendo e imploro.
Reverendo Párroco
Ilustrísimas autoridades
Hermano mayor y compañeros de junta de gobierno
Asociaciones y colectivos de nuestra parroquia
Cofradías de semana santa
Hermanos y devotos de Nuestra Señora de la Soledad
Queridos amigos reunidos aquí hoy venerando a Nuestra Madre a sus plantas, a la que tanto habéis rogado.
Es para mí un honor, un compromiso y un reto que me ha robado horas de sueño exaltar a la Virgen de la Soledad. Creo firmemente que no soy la persona más indicada y así se lo hice saber a la junta de gobierno. Espero, sepáis perdonar mis deficiencias y mis vacilaciones. Como siempre he dicho, los que me conocéis, sabéis que soy hombre de pocas palabras y que un atril me da pánico. Por eso intentaré transmitiros sentimientos que broten de mi alma y palabras que puedan alabarla. Intentaré, si ella me lo permite, poder estar a la altura de lo que una exaltación requiere. Como dije antes, creo que no soy el más idóneo, y espero que los veintidós años que llevo acompañándola, me hayan servido para profundizar más en la fe. Veintidós años que comparado con trescientos cincuenta no son nada, y mucho menos con cuatrocientos treinta y cuatro años que tiene nuestra hermandad. Intentaré hablaros de ella. Es la que desde su trono ampara a su barrio y a su pueblo, la que reparte bendiciones, la que llora y espera, la que siente y padece, la que nos cautiva y la que nos remedia, la que desde hace 350 años junto con la Madre de la Sierra ha dado sentido a la fe de un pueblo que la quiere y venera, que la cuida y le canta, que sufre con ella y la acompaña. La que nos convoca cada sábado de gloria por las calles de Cabra, en su gloriosa cita a las once de la mañana saliendo de las puertas de su Parroquia, antigua ermita de Santa Ana, injustamente llamada de los Remedios, y cuyo nombre PARROQUIA DE LA SOLEDAD, hoy, desde aquí, reclamo para nuestro templo.
Gracias a mi Hermano Mayor, Antonio por tus palabras, estoy seguro, que todo lo que has dicho de mí, ha sido con el corazón, y sabiendo que más que mi valía, ha pesado la amistad que nos profesamos desde tantos años al lado de Nuestra Madre de la Soledad, pasando momentos de alegrías y tristezas, de desvelos y preocupaciones. Gracias Antonio, por haber sido nuestro capataz, por ser luz y guía de una cuadrilla, por hacernos entender de qué manera se puede querer a la Virgen y por emocionarnos con tu desgarradora voz animando a tu cuadrilla. ¡Qué corazón más grande tenéis! Ella te lo premiará.
Exaltar a la Virgen de la Soledad, ¿Y qué puedo decirte Madre?, ¿Con qué palabra te defino?, ¿Cómo te describo?, ¿Quién soy yo que no soy digno para mirarte a los ojos pero que una mirada tuya basta para cautivarme? Y es que mirarte es todo un acontecimiento, es revivir con tu llanto el drama de la pasión.
Señora y reina de la comarca, amparo de nuestras vidas, remediadora de nuestras penas, majestuosa emperatriz, elegante dama erguida con bello rostro y gallardía original, consoladora de tantas almas que a lo largo de todos los años y los siglos han arribado a tu Parroquia. Han pasado capellanes, párrocos, seminaristas, hermanos mayores, juntas de gobierno, cantores, saeteros, monaguillos, devotos y nadie, absolutamente nadie, ha quedado indiferente hacia ella. Escritores de todos los tiempos, pasando por nuestro egabrense universal, D. Juan Valera, la han retratado y descrito a la perfección. Pero si os parece me voy a quedar con la descripción que de Ella realiza nuestro hermano y amigo Juan Manuel Valverde:
"Dolorosa con ojos rasgados y entornados, cejas difuminadas, nariz hermosa y realista, frente despejada, mejillas tersas, la barbilla marcada y la mandíbula ancha. El cuello es redondo y poco trabajado, y la boca, menuda, se entreabre en mudo llanto, trabajada con primor". Fijaos con que bella y sencilla descripción nos la muestra y ved como con este rostro, aparentemente tan sencillo, nadie queda indiferente hacia Ella al mirarla. Pregoneros y poetas la han mimado y alabado. Prestigiosos y reconocidos oradores, la han piropeado y todos, absolutamente todos, han preguntado lo mismo. Pero ¿Qué tiene la Soledad de Cabra?
Y amigos, esa misma pregunta me he hecho yo, he intentado profundizarla en mi interior y he llegado a pensar en que es ella misma, ella es egabrense. Hasta qué punto es la Virgen de la Soledad para Cabra y Cabra para la Virgen de la Soledad, de tal manera que están indisolublemente unidas. Y sí, lo digo en este momento, hoy 13 de Septiembre, mes mariano en Cabra por excelencia, porque ella, junto a la Virgen de la Sierra, ha abrazado al pueblo de Cabra en sus mejores y peores momentos. A pesar de que tengamos varias advocaciones, ha sido solo una las que han sostenido la fe de este pueblo. Sí, la fe de nuestro pueblo. Fe oscura y cierta que nos hace levantarnos cada día, fe en María, compañera en el peregrinar de nuestra vida, fe, en este año como tal, declarado por Benedicto XVI, en el que si mas cabe aún debemos confiar en ella. Acompañándola en todos sus sufrimientos y dolores al igual que ella nos ayuda en nuestro peregrinar diario.
Pero volviendo a la pregunta de antes, ¿Qué tiene la Soledad de Cabra que la hace distinta a las demás advocaciones que de ella existen en toda nuestra geografía?
Hace tiempo, charlando con un compañero de trabajo del Centro de Salud de Hinojosa, cofrade, me comentaba que le llamaba poderosamente la atención, el hecho de que la Virgen de la Soledad de Cabra transitara por la Calle de la Cruz entre pétalos de flores y todos rezando y cantando al son de "Encarnación coronada" el Ave MARÍA, ¿Cómo es posible si la Virgen va de luto? ¿Por qué todo el gentío la acompaña alegre estando ella en tal trance? ¿Acaso el pueblo de Cabra no comprende que está llorando por la muerte de su hijo? ¿Por qué no va la Cofradía en riguroso silencio?
Yo, dejé que terminara y le contesté: "Es posible que tengas razón, pero ten en cuenta que nuestra Soledad procesiona el Sábado de Gloria (ahora Sábado Santo), en la que antiguamente, por la tarde, las campanas repicaban a gloria anunciando la Iglesia la inminente Resurrección del Señor, en el que el misterio más importante de nuestra fe, el misterio Pascual, se va a hacer realidad un año más". Por eso, nuestra Soledad es una espera, es una dicha, es una antesala a la Resurrección de Cristo, y es el mejor pórtico glorioso hacia el misterio de salvación de nuestra fe. En pocos lugares pueden tener la dicha de contar con tan maravilloso preludio. Es por lo que siempre se ha dicho que la Virgen de la Soledad, en cierto modo, también presenta una parte de advocación de gloria. Por eso, tal vez, tenemos que agradecer al Obispo Vicente Cebrián, allá por el año 1747, que ordenara trasladar la procesión de la Virgen de la Soledad de la noche del Viernes Santo a la mañana del Sábado de Gloria, adquiriendo nuestra Titular, un nuevo significado y advocación distinto, al que concibieran en principio, los humildes hortelanos en 1579, creando la Cofradía de Santa Ana, o Martín Rosales, en 1663, adquiriendo la Talla actual de la Virgen de la Soledad.
Soledad, tu nombre encierra la amargura y sufrimiento de tu rostro, las perlas de tus mejillas, se confunden con tu serenidad y dulzura. La resignación de tu mirada pálida, se conjuga con los rayos de sol de un sábado de gloria, que amanece, queriendo llorar contigo.
"350 años con tu pueblo", esto lo dice todo, tres siglos y medio, donde los muros de tu parroquia se han estremecido año a año llorando contigo, sufriendo contigo, en esa corona dolorosa en la que te acompañan año tras año en ese septenario, donde si cabe, renovamos y profesamos tu fe, en esos "dolores" a la Virgen que siempre hemos cantado, en forma de plegarias, cantos y hasta de saetas. Saetas desde el cielo, porque a veces, si cerramos los ojos, en lo más profundo de nuestro ser, lo escuchamos a él, a José Cobo. Cada Viernes de Dolores nos obsequiaba con su saeta a la Virgen, cada sábado de gloria allí donde podía le cantaba a la Soledad. ¡Qué pronto se nos fue! ¡Cómo luchó por su cofradía! Seguro que Ella que está a su lado, se consuela con esas saetas que José le obsequia. Balcón privilegiado del cielo en el que desde hace años él es su dueño. Jamás podré olvidar cuando nuestra Madre de la Soledad, en señal de duelo pasó en silencio a la puerta de su casa, en la Calle de Santa Ana. Un golpe ronco de un triste tambor fue el tañer de una campana, y un Padrenuestro en señal de luto, fue su última plegaria. El más bello y glorioso honor para José Cobo, para un hombre bueno donde los haya.
Recuerdo la última vez que lo vi, cantándole a la Virgen de la Sierra, justo en la puerta de su otra casa, cuando nuestra Patrona caminaba hacia su altar en la víspera de su Coronación Pontificia. CORONACIÓN, que bien suena, ¿Y por qué no?, Coronación para Nuestra Señora de la Soledad, ella también se lo merece , siglos de devoción la avalan, poder de convocatoria no le falta, sábado de gloria atrae a toda la comarca por los siglos de los siglos hacia un punto y un lugar, hacia una Madre que llora desconsolada, "Mater desconsolata", Ojalá muy pronto, la iglesia pueda reconocer con justicia todas las gracias infinitas que esta señora derrama sobre los egabrenses tallando una corona de amor y fe, cuyo cincel sea las oraciones y súplicas de todo el pueblo de Cabra que llora con ella y ante ella. Como dice esa oración hecha saeta:
"Con Súplicas y oraciones
Hoy te pide todo el mundo
Soledad que soluciones
Con tu cariño profundo
Que se entiendan las naciones
Y venga la paz al mundo"
O esta otra:
Si yo tuviera dinero
Como tengo voluntad
Un velo de seda negro
Te daría Soledad
Por lo mucho que te quiero
Y así, queridos amigos que podamos vivir una nueva Coronación, en la que renovaremos con más fuerza si cabe nuestro amor, fe y esperanza hacia Ella.
Y al recordar a José Cobo hay que añadirle todas las personas que han sido hermanos mayores. Ellos han luchado para poder llegar a donde estamos. Desde Martín, el primero de la larga lista de estos 350 años, hasta Antonio Carlos, el último de ellos, pero pasando también por Bernardo Gálvez, Manuel Herrero, Pedro Millán, Manuel Lama, Felipe Solís, Manuel Piedra, Antonio Moñiz Cruz o Antonio Moñiz Gómez, el cual, gracias a él, cuando aún no era hermano mayor entré en la Cofradía, sobre todo improvisando charlas sobre semana santa en los recreos del instituto. José Delgado, D. José Burgos, Manuel Pérez, Juan Antonio Muriel, Cristóbal Ortega, Carlos Escofet y Mari Pepa Delgado. Ella le ha cantado a su gran devoción a la Virgen de la Soledad, pero también magistralmente, ha cantado hace unos días, a su otro gran amor, la Virgen de la Sierra. Solo la Virgen sabe todo lo que ha hecho por esta gran Cofradía y lo agradecida que le está nuestra Madre. Y también un recuerdo para Eusebio Muriel, que creó la cuadrilla de costaleros al que desde aquí le deseamos que la Virgen de la Soledad le conceda una pronta recuperación. Pedimos por ti Eusebio.
Pero nuestra Soledad es una mujer que sufre, María es un ser que siente hasta lo más hondo de su corazón el sufrimiento, la amargura y la pena. Su vida estuvo marcada por el dolor. Ella fue la primera en creer la Palabra de Dios en su vida, de aceptar totalmente su voluntad, de ser la esclava del Señor. "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según su palabra". Tradicionalmente en nuestro Septenario, y de la mano de D. José Burgos, hemos recorrido todos los eslabones de un rosario y una "Corona Dolorosa", cantado como los mismos ángeles por el Coro de Señoras de la Parroquia. Ellas, comandadas por Tere Córdoba nos dan todos los años una lección de humildad y solidaridad. Ellas, trabajando en equipo, desde primeros de Marzo comienzan a ensayar y nos demuestran que solo hace falta una cosa, tener fe y querer a la Virgen. Y en eso, a ellas no les gana nadie. Las plegarias cantadas y compuestas por Tere, son el resultado de la devoción que ella le profesa. Gracias por todo, y principalmente por querer acompañarme. Ella os lo premiará.
Por eso, aunque estemos en Septiembre, me gustaría que por unos momentos nos trasladásemos a la Cuaresma, a la semana de Pasión y nos transportásemos a un día cualquiera del Septenario a Nuestra Titular y reflexionáramos sobre los Dolores de Nuestra Madre.
Desde "La profecía de Simeón" en la que al presentar a Jesús en el Templo, el anciano Simeón ya decía "Este niño está puesto para ruina y resurrección de muchos de Israel, y una espada atravesará tu alma". La espada que atraviesa a María, representada en forma de puñal con el que vemos a Nuestra Imagen haciendo alusión a esta profecía.
Pasando por "La persecución de Herodes y la huida de Egipto", Madre que huye por su hijo, o "El niño perdido y hallado en el Templo". Más doloroso si cabe es cuando "María encuentra a Jesús cargando la Cruz". Esa Cruz, igual que la que han cargado los Jóvenes en fechas pasadas en las Jornadas Mundiales de la Juventud ante el Papa Francisco. Pero sobre todo, el punto culminante es el quinto dolor, o "QUINTA ANGUSTIA", dos palabras grabadas a fuego en nuestra Muy Antigua, Real y Venerable Archicofradía, Dos palabras acompañando a la advocación de Nuestra Señora de la Soledad. Dos palabras que enlazan la vida con la muerte. Ese es el quinto dolor: "La crucifixión y muerte de Jesús" en la que la pena y agonía de nuestra Señora se manifiesta. Solo ella estuvo hasta el final sufriendo y padeciendo hasta desencadenar hacia lo que no tenía remedio, LA MUERTE. Se oscureció el sol de repente y se cumplió la fatal PROFECIA.
(Plegaria)
Continuando con "María recibe a su hijo bajado de la Cruz" y terminando con el último dolor, "La sepultura de Jesús" en la que iconográficamente podemos situar a Nuestra Bella Titular, angustiada, con lágrimas en los ojos, con la mirada perdida propia de un extremo dolor emocional en el cuerpo y en el alma, con elementos anatómicos muy conseguidos y ausentes en otras imágenes representantes de la misma iconografía, todo ello añadido con unas manos entrelazadas propias de una fuerte resignación.
Pero si os parece, volvamos un momento de nuevo a los orígenes, a la llegada de Nuestra Señora de la Soledad. ¿Creéis que por aquel tiempo los primitivos hortelanos de Cabra imaginarían que esa Señora se convertiría en la reina de la Semana Santa? ¿Acaso los hermanos mayores y juntas de gobierno preveían este germen y cimiento de uno de los más sólidos pilares que sostienen la fe de este pueblo? ¿Se ha dado cuenta el barrio, la feligresía y sobre todo el pueblo de Cabra a lo largo de todos estos años que una madre lo cuida y ampara durante todo el año? ¿No os parece que los muros de esta secular ermita no son conscientes del tesoro que encierran durante años? Muros de nuestra ermita, en ella se encierran todas las etapas de la vida de una Madre, desde una Virgen niña acompañada por sus padres San Joaquín y Santa Ana, pasando por una Mujer sufriendo la pasión de su hijo bajo las advocaciones que profesan las demás hermandades de nuestra Parroquia, hasta una Madre de riguroso luto donde el negro nos indica hasta qué punto sufre María.
Negro de tu manto, bordado por las primitivas Monjas Agustinas de Cabra, costeado con una casa y un olivar gentileza de D. Atanasio Linares, y que el genial Francisco Montero Galvache en su pregón de Semana Santa nos recordaba diciendo "A hogar y olivo sabe tu nombre, Soledad de Cabra" . Saya felizmente restaurada este año por José Luis Guerra, gracias al trabajo de una junta, la cual, tengo el orgullo de pertenecer a ella y empaparme del sentimiento soledano que nos envuelve a todos y sobre todo de tener a un grupo de amigos como compañeros que trabajan a destajo sirviendo mesas o realizando carrozas para la feria, cumpliéndose este dicho: "flores de papel y trabajo en equipo restauran tu saya, Reina de Cabra".
REINA DE LA FE
Pero la Madre de la Soledad es la reina de la fe. Es la madre de ese sentimiento cofrade que nos empapa y nos envuelve cada año, que es lo que nos debe unir y mantenerlo toda la vida en el que la oración y la fe se conjugan junto con las peticiones que ponemos ante el altar de Nuestra Madre y de nuestro Dios Padre. Sobre todo en esta época de crisis económica y de falta de valores, en la que vemos a Nuestra Soledad más sola y triste que nunca, desbordada por esas peticiones de sus hijos que ante Ella reclaman el amparo de sus necesidades y la solución a sus problemas económicos. Por eso Madre, al igual que las flores de tu altar que no serían tan hermosas ni os serían tan agradables si no se renovaran diariamente, te ofrecemos nuestras humildes súplicas renovadas y repetidas con devoción y confianza, hasta que por ellas, consigamos las gracias que pedimos, Vuestro amor y la divina misericordia de Jesús en la gloria.
Y así, ante Ella, debemos pensar en los que sufren y en los que padecen, en los que apenas tienen para sobrevivir. Todo esto viene por la historia de un cofrade cualquiera de la edad que fuese que siempre le había pedido a la Virgen de la Soledad la riqueza y el poder, llegando a darse cuenta que la verdadera felicidad no la daba los grandes tesoros ni las grandes fortunas.
Le había pedido a la Virgen la fuerza para llegar al éxito; Ella le hizo débil, para que aprendiera humildemente a obedecer.
Le había pedido la salud para hacer grandes cosas; Ella le dio la enfermedad para que hiciera cosas mejores.
El cofrade le había pedido también la riqueza para poder ser feliz; La Virgen le dio la pobreza para que pudiera ser sabio.
Le había pedido el poder para ser estimado por los hombres; Ella le dio la debilidad a fin de que sintiese la necesidad de Dios.
Este cofrade le seguía pidiendo una familia para no vivir solo; La Virgen le recompensó con un gran corazón para poder amar a todos sus hermanos.
Y seguía pidiendo, deseaba cosas que pudiesen regocijar su vida; sin embargo había recibido la vida para poder regocijar todas las cosas.
Este cofrade no había recibido nada de lo que había pedido, pero sin embargo, había recibido todo lo que él había esperado.
Casi contra la voluntad de este joven cofrade, las oraciones que no hizo son las que fueron escuchadas.
Por eso al reflexionar sobre todo esto, el cofrade al final de su vida llegó a la conclusión de que él había sido de entre todos los hombres, el más ricamente colmado.
PROCESIÓN
Pero cuando la Madre de la Soledad se ofrece a su pueblo es en su encuentro cada mañana de un sábado, sábado de gloria.
Amanece en Cabra el Sábado Santo
Despierta pueblo de Cabra
Que la Madre de la Soledad
Con cuentas de un rosario que desgrana
Te espera en la Ermita de Santa Ana.
Despierta pueblo de Cabra
Levántate y llora con ella
Acompáñala en su sufrimiento
Y no la dejes sola ni un momento
Despierta pueblo de Cabra
Que ha llegado el sábado de gloria
Que ella derrama las últimas lágrimas,
Lágrimas que mañana serán de alegría
Como decía la antigua Profecía.
Pero mientras tanto,
déjanos Madre que te acompañemos
en un Rosario Matutino
en este encuentro sabatino
Despierta pueblo de Cabra
Que en esta mañana de sábado
La Reina nos ha dejado
Esta imagen tan preciada
Prodigio del insigne Mena
Derramando hacia nosotros su pena.
La Plaza de Aguilar y Eslava se convierte en centro neurálgico en una mañana que se presume trágica pero a la vez festiva. Piropos y oraciones para la más bella Reina de la Comarca.
Ella, preparada para desfilar y radiante. Bellamente ataviada. Mimada en esos momentos personales por Luis cuando la viste, y es que él tiene el privilegio de mirarla frente a frente, en serias y bellas conversaciones que solo Ella y él saben. Vistiéndola con mimo y esmero, como si vistiese a esa novia nerviosa que se va a encontrar con su ser amado, pues así se encuentra Nuestra Señora de Soledad, que quiere tener sus mejores galas para encontrarse con su pueblo amado. Y vestirla con las mejores galas no es un acto de idolatría ni de egocentrismo, es un acto de amor, de fe y devoción. Y Ella lo sabe, y por eso escoge las mejores manos. Y precisamente, sabedora de que está sabiamente exornada por Manolo, el cual, convierte su trono en un jardín viviente, donde conviven gladiolos, rosas, gerberas, antidium, dendrobios, azucenas, orquídeas y un sinfín de exóticas variedades florales que perfuman el trono de Nuestra Señora que preparan y conforman el camino de ella, como el más fiel jardinero mima a la flor más preciosa. Y ponerle las mejores flores a Ella, no es boato, ni ostentación, ni derroche. Es simplemente querer y venerar, es amar. Es sentir la presencia de la Virgen, es orar ante ella. Y por eso ella sabe que tiene el mejor jardinero. Y hablando de flores, Madre de la Soledad, eres la flor más preciada de nuestros campos, en definitiva, eres nuestra REINA.
Pero ya avanza la mañana donde el cielo, roto en mil pedazos llora con ella, acompañándola. Donde el sol, cuando lo hay, acaricia la tez de la Reina, atravesando sus rayos las lágrimas de su rostro. Donde las nubes, cuando aparecen, entonan plegarias de alabanzas y cánticos hacia la Madre Dolorosa. Donde la lluvia, cuando desgraciadamente hace acto de presencia, cae del cielo en forma de lágrimas que enjugan su rostro y su corazón. Corazón que es enjugado y acompañado por 32 almas, que debajo te acogen y te miman desde hace veintinueve años, cuadrilla de costaleros, cuadrilla de la Soledad, sabiamente guiada por Juan Luna. Desde padres de familia hasta jóvenes de nuestro pueblo y algunos hasta de fuera. Padres e hijos conviven bajo la canastilla, transmitiendo ese sentimiento de generación en generación. Y de eso Juan, puede dar cuenta de ello. Por eso, queridos costaleros, os ha movido la fe a veces oscura e inexplicable de apretaros el fajín y arrimar hombro con hombro ayudando a veces al que no puede. Gracias a vosotros por ese compañerismo y esa ilusión que habéis sido capaces de transmitir. A vosotros, costaleros de la Soledad, , a vosotros, costaleros de la fe de un pueblo, a vosotros, artífices del milagro que inunda Cabra cada Sábado de Gloria, recordad que cuando la lleváis sobre vuestros hombros , gozáis del privilegio de estar bajo Ella, y sentiros los más cercanos y fieles testigos de su presencia, y recordad que lográis que todo un pueblo se emocione ante la Señora y viva de forma más intensa su fe, llegando a formar lo que fue, es y será siempre, la unión de un sentimiento cofrade y costalero, tan intenso, pero tan gratificante, ¡ESA ES LA CUADRILLA DE LA SOLEDAD!
Recordad por siempre y tened presente
Que por encima de todas las adversidades
Que la vida nos depara
No tendréis dicha más grande que ser y sentirse
Costaleros de la Soledad de Cabra.
Pero el milagro de la procesión no ha hecho nada más que empezar, rodilla en tierra, los costaleros se afanan y se esmeran, pausadamente y con mimo sienten sobre sus hombros la divina carga. La Soledad, majestuosa, va llegando al cancel y su pueblo la espera y la recibe en la académica Plaza de Aguilar y Eslava donde gobierna en la fachada del Real Colegio, soberana, la Purísima Concepción. Cabra enjuga su llanto ante la Virgen de la Soledad, vecinos de la Calle Santa Ana la reciben y preparan el camino con alegría y devoción. Las saetas aparecen, la música comienza a sonar. Desde el cielo, los grandes compositores, López Farfán, Font de Alta o Gámez Laserna homenajean a Nuestra Titular componiendo notas a través de un pentagrama glorioso en el que se obsequiará a la más grande a través de las más bellas composiciones. Rezando una "saeta cordobesa" en un trío final, llorando con ella a través de "Amargura" o acompañándola de la mano "Soledad dame la mano" y El Maestro Rodríguez en el centenario de su nacimiento sonríe queriendo entonar la bella plegaria "No llores madre". Madre, no llores, permítenos acompañarte en tu amargura y Soledad. Aquí abajo, el Maestro Manuel González participa con su marcha "Soledad" o Francisco Pastor con "Máter Desconsolata", surgida a través de la visión por parte del autor de una Madre con mantilla, pálida, triste, vestida de negro, de luto, expuesta en besamanos, atravesada por un puñal, sencilla pero impactante, sin oros ni bordados ni riqueza. Con que llanto tan desgarrador y atuendo tan sobrecogedor nos la mostró Luis Peñalba. Era ella, era la Madre que había perdido a su hijo, era una mujer desconsolada, era la belleza hecha pena y llanto, en una palabra, era la SOLEDAD.
Parece que el cielo y la tierra se conjugaran para mostrarnos la divinidad de la Señora que aglutinan a los de aquí y a los que ya no están. A los que se fueron dejando un vacío difícil de llenar. Rincones de Cabra son testigos del más bello e importante encuentro de la Virgen con su pueblo, repartiendo bendiciones. Madre Dolorosa que aúna sentimientos que desbordan las más importantes muestras de fe y cariño de un pueblo, pueblo de Cabra, que la aclama y la piropea. ¡No llores madre!, bastante has sufrido, permítenos acompañarte en ese sentimiento que nos envuelve y que te pesa, que te atormenta y te atraviesa. Pueblo de Cabra que te acompaña desde Santa Ana hasta la Cruz.
Bendice a tu pueblo,
Pueblo de Cabra
Que desde hace 350 años,
Los egabrenses, te acompañan.
Ella no va sola, todo el pueblo la sigue, queriendo acompañarla a derramar su última lágrima. Si es que ya no puedes llorar más, Madre de la Soledad, ya no tienes más dolor que padecer y sufrir. Ya no tienes más lágrimas que derramar. Te has quedado sola, al pie de la Cruz, en el Monte Calvario, con tu mirada, pálida y triste. Permítenos que te acompañemos en tu Amargura y Soledad. Pero no llores Madre porque de esta forma queremos estar y vivir contigo la antesala de la Resurrección.
(Plegaria "No llores madre")
La verdad es que Tere consigue ponernos el vello de punta y he de reconocer, que siempre me emociona escucharla. Oír tu voz es alcanzar la serenidad y la dicha de encontrarse con Ella. Que la Virgen te la conserve durante muchos años. Gracias Tere.
El recorrido es todo un bullicio y demostración de fe y amor a la Virgen. Prueba de ello es que nadie quiere perderse a María al pie de la Cruz. El Sábado de Gloria en Cabra se escenifica el más bello drama de la pasión jamás vivido. Es un trozo de la historia más grande jamás contada con María de Nazaret como protagonista y su hijo Jesús. Es la representación de un Jerusalén egabrense. Es un Gólgota transitando por esta ciudad de Cabra antes villa, donde su magnífica peana de carrete, antes trono procesional sirve de asiento y reposo a una mujer afligida que llora desconsolada. Gólgota andante en el bordado de tu manto. Si es que el dolor y sufrimiento te acompaña, Madre de la Soledad. Virgen pura y Reina sobre reinas. Letanía de piropos encendidos hacia la Señora con más sufrimiento y elegancia. Rosario de saetas y devoción popular de un barrio que vive con Ella y la acompaña todo el año. Barrio que es visitado por la Señora en la ida y la vuelta, atravesando rincones de Cabra. Calles Santa Ana y la Cruz se vuelcan al paso de la Señora. Es como si el tiempo se detuviese y por un momento ella gobernara el devenir de nuestra vida, una saeta, una marcha, un golpe de llamador, un recuerdo. Recuerdo las primeras veces que yo veía la Virgen de la Soledad, siendo un chiquillo, y el primer recuerdo que tengo de ella, tocando un tambor, y enfermo de sarampión, desde la puerta de mi balcón, me asomaba y veía a la Virgen bajar la Calle Priego, por entonces con trono de ruedas, y desde siempre la recuerdo, majestuosa, y grandiosa, tradicionalmente bajando por esta Calle, que he de reconocer, que para mí, tenía su encanto.
Diversas calles del casco urbano son partícipes del bullicio de un pueblo que acude a encontrarse con su Madre. Cabra se llena de amor y de esplendor para la Soledad, el pueblo entero se resiste a que Ella vaya sola pero en el último tramo, Calle de la Cruz, comienza la antesala de la Resurrección. Los sones gloriosos de marchas y el canto y rezo del pueblo, nos recuerdan al primitivo repique a gloria de unas campanas, que caprichosas, volteaban anunciando el milagro más grande jamás contado. Aproximadamente sobre las tres de la tarde Ella, sabedora del gran gozo que nos empapa, inicia la "revira" por la Calle de la Cruz e intenta aligerar su paso entre su pueblo y para su pueblo. Bendita tú eres entre todas las mujeres. Dios te salve María, María de la Soledad, caminando entre tu gente, siempre así, 350 años con tu pueblo, compartiendo el devenir de la historia y los sentimientos de esta villa. Llena eres de gracia, escribiendo, con letras de oro, uno de los más grandes acontecimientos del anuario egabrense. Celebrando la Resurrección del fruto bendito de tu vientre Jesús. Acuérdate de nosotros pecadores, ahora y siempre, y sobre todo en la hora final de nuestra muerte y del Encuentro con el Señor.
AVE MARÍA
Pero la dicha y la espera tienen su recompensa, porque en apenas una semana volveremos a sentir la mirada de la Virgen amparando a su pueblo de nuevo. En una mágica visión podremos trasladarnos a la noche y ver a la Señora discurriendo por el atardecer. No, madre, el sol no podrá enjugar tu rostro en la mañana, lo hará en el atardecer, y las nubes no podrán cubrir tu velo. La luna será fiel testigo. La luna que estará llena comenzando a menguar te intentará acompañar y se asomará por el horizonte en los últimos momentos de tu desfile procesional, que curioso, como la luna de Nisán, en el Sábado de gloria, en la pascua. Pero esta vez, la luna, no anunciará la muerte y sufrimiento del redentor, no nos llevará al paso de la Pascua y la fiesta de la salvación. Esta vez, se asomará contigo para rendirte homenaje, tributo, pleitesía a Ti en esos 350 años que nos llevas acompañando. Esta vez, querrá alumbrar tu rostro queriendo competir con esa cera caprichosa. No veremos a la Virgen pálida y triste, pero no la veremos entre tinieblas, la veremos sonriendo por una vez en el crepúsculo en el que esta ciudad renovará su voto hacia Ella. Y esta vez, la luna te acompañará, como hace más de doscientos setenta y cinco años, cuando salías en la noche del Viernes Santo, una vez que Cristo había sido enterrado y procesionado por las calles de Cabra y tu pueblo será de nuevo testigo, y Cabra llorará de alegría porque verá que de nuevo la Madre se encuentra con sus hijos. Hijos orgullosos de una Madre y Madre orgullosa de sus hijos. Madre e hijo, como San Juan con María al pie de la Cruz.
Pero quizás más duro para Ella sea la vuelta a su Camarín, a su trono, a su altar, porque después de ver como su pueblo la acompaña, la quiere, la sigue, la venera y le canta, también sufre por los momentos en que Ella se queda sola en su morada, porque ella, quiere ser lazo de unión de su pueblo hacia el Todopoderoso. No la dejemos sola. Visitémosla y recemos ante Ella, estando siempre acompañada por sus más fieles pastores que han velado celosamente por Ella. D. José Burgos, más de cincuenta años como Párroco junto a Ella. D. Gregorio Molina, difícil misión la que le encomendó el Señor, encauzar y dirigir la reforma y Restauración de la Parroquia, sufriendo importante desvelos para una obra, que todavía se debe en parte. D. Rafael Castro, representa el presente y el futuro. El tiene la misión de encauzar y velar por la fe y devoción hacia la Virgen de la Soledad y de hacernos comprender ese halo misterioso de ese sentimiento que hace que siempre enfilemos nuestra mirada y guiemos nuestros pasos hasta este Templo, cruce de caminos, donde antiguamente terminaba el pueblo. Circundado por Santa Ana, La Cruz, Pepita Jiménez y Paseo Alcántara Romero y zona de antiguas huertas.
Y aunque todo va llegando a su fin, no me puedo olvidar de agradecer a todos los miembros de la junta que no he nombrado antes que me han mostrado su apoyo. A Celia, Mª Ángeles, Manolo, Toñi, Miguel, Mª Sierra, Leli, Mariano y Ángel que será un gran sacerdote. A mi familia y a todos los que han confiado en mí. Y pido por una gran devota de la Virgen de la Soledad que me inició en los caminos de la fe, catequista, le pido por su salud. Le pido por Maruja.
Y así, Madre de la Soledad, me postro ante Ti, para que en la hora final de esta exaltación pueda rendirte cuentas ante tu divinidad como uno más de tus hijos. Realizando examen de conciencia y propósito de enmienda quiero pedirte perdón si no estuve a la altura de lo que Tú te merecías. Ruego me disculpéis si en algo os hubiera podido molestar. Tan solo quise transmitiros vivencias y sentimientos que brotaron de mi interior. Y así, formando una unión entre las palabras que más habéis escuchado en esta Exaltación: Fe, Madre y Soledad. Madre de la Fe, Madre de la Soledad. Tengamos fe en la Soledad. Ampáranos por siempre y danos tu bendición.
EPÍLOGO
Dios te salve, María de la Soledad
Virgen Mía, no llores más
Que con la voluntad de Dios
Tu hijo cumplió
Mujer soberana en toda su deidad
Espíritu infinito de sabiduría
Semblante de gallardía
Que canten los ángeles
Que repiquen las campanas
Que se escuchen las plegarias
Acompañad a la madre
No la dejéis sola
Asomaos que ya se divisa
La Soledad de Cabra
Dios te salve, Reina de la Soledad
Prodigio del insigne Mena
Mujer con rostro de pena
Cobijándonos bajo tu Majestad.
Dios te salve, Reina de la Semana Santa
Orgullo de nuestro pueblo
Estrella de Santa Ana
Capitana de la Fe
Danos por siembre tu bendición
Cobija y protege
A este pueblo que te necesita
Camina con nosotros
Permítenos acompañarte por siempre
En tu Amargura y Soledad
En tu trono de Santa Ana
En tu humilde morada
En ese rostro que sufre
En esa mirada que nos muestras
En tu amor que manifiestas
Amparando por siempre
A tu pueblo al que proteges
A tu pueblo que te venera
A este pueblo que te espera
Como siempre te ha querido
Por las dichas que le has concedido
Dios te salve, luz de Santa Ana
Guardiana del Real Colegio
Señora y dama por siempre
Vigía de nuestro tiempo presente
Elegante Señora de luto
Cautivadora del insigne Mena
Dios te salve, Virgen de la Soledad
Trescientos cincuenta años no son nada
Para la dicha de tu pueblo que te aclama
Bendice al que sufre
Ruega por el que padece
Dios te salve por siempre
Pálida y triste al pie de la Cruz
Que todo el pueblo te aclama
Orgulloso con dicha de contemplar
Durante tres siglos y medio
La bella y portentosa efigie
De la Soledad de Cabra.
VIVA LA VIRGEN DE LA SOLEDAD
HE DICHO
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