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De la comunión civil
12.06.17 - Escrito por: Manuel Guerrero Cabrera
Recuerdo que comprendí perfectamente lo que era un oxímoron cuando en COU don Antonio Cruz Casado dictó a la clase que Prosas profanas, el título de una de las grandes obras de Rubén Darío, lo era; porque las «prosas» guardan relación con lo religioso, de ahí que el adjetivo «profanas» las complemente con un significado opuesto.
En un claro paralelismo hemos de señalar la denominada «comunión civil», una celebración que, sin tener un ápice de religiosa, nace como contrapunto a la primera comunión del sacramento cristiano de la eucaristía. ¿Y cómo puede ser eso? El ser humano, en su condición de animal inconsolable, que dijera Saramago, la crea de la nada para tomar el nombre de la celebración religiosa sin que posea nada de sacra. Es como hacer un barco de papel sin papel, al final no tenemos barco ni papel, porque la comunión civil es una fiesta para que la descendencia del ateísmo y el anticlericalismo, que no es extraña al pecado de la envidia, pueda tener su propio party time... Pero, si estas familias ajenas a la voluntad de la Iglesia pueden hacer las fiestas que quieran al no estar sujetos a la religión católica, ¿por qué motivo se empecinan en celebrar una «comunión»?
Siempre me ha llamado la atención sobremanera lo de que en una boda civil (que supone un cambio de estado civil, valga la redundancia, al contrario que en una comunión que es estrictamente asunto de fe) la novia siga vistiéndose de blanco teniendo la libertad de hacerlo con un vestido en cualquier color, e igual opino sobre el novio. No comprendo bien por qué se opta por una boda separada de la tradición religiosa en la que se conservan todos los elementos tradicionales, menos el templo y la bendición de Dios cristianos.
Pero la comunión quede como uno de los últimos momentos de la infancia, pues contra el tiempo no se puede luchar y, mientras en la adultez padres y madres ateos deciden continuar con las comuniones a toda costa por evitar explicar a sus vástagos qué es la religión, estos recibirán los regalos, porque, a fin de cuentas, he aquí la trampa en la que caen estos progenitores: cambiar el cristianismo por el consumismo.
Con lo fácil que es abrir Prosas profanas y dejarse llevar por versos como estos:
Y pues amas reír, ríe, y la brisa
lleve el son de los líricos cristales
de tu reír, y haga temblar la risa
la barba de los Términos joviales.
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