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Una igualdad mal entendida
02.10.16 - Escrito por: Clayso
 " Es que todos mis amigos lo tienen...". Con este argumento los niños de hoy consiguen cualquier cosa. El ejemplo más extendido es el móvil. Nos advierten del peligro que supone para los menores, pero somos incapaces de negarles nada para que no se sientan inferiores y, lo que es peor, señalados por ello.
Existe una cosa llamada límites, en todos los ámbitos de la vida. No nos entra en la cabeza que siempre habrá alguien con mayor poder adquisitivo y no podemos estar buscando alcanzar el mismo nivel. Los niños no entienden aquello de que "cada uno es cada uno". En mi infancia y adolescencia deseé muchas cosas que veía en amigos, pero mis padres, con toda la tranquilidad del mundo me explicaron que nosotros teníamos un límite y punto. Yo no tengo ningún trauma por ello, al contrario, sé lo que es anhelar tener algo y conseguirlo... o no.
Una madre me comentaba hace unos días que sus hijas no valoran nada de lo que tienen. Mi respuesta fue: "Claro, cómo lo van a valorar si lo han tenido en el mismo instante de pedirlo...".
Cosas absurdas como un simple sacapuntas que se saliera de lo normal te hacía sentir el rey de la clase; hoy tienen varios sacapuntas, un estuche y mochila nuevos cada curso, montones de papel desperdiciado y un sinfín de caprichos que no les ha costado nada conseguir, ni siquiera esperar por si los traían los Reyes Magos, que era el último recurso. Los niños de antes no sentíamos envidia, sino una sana admiración y una felicidad plena cuando los afortunados poseedores de aquellos objetos maravillosos nos los prestaban.
Volviendo al móvil, es preocupante el nivel de adicción de los jóvenes con el dichoso teléfono. Aparte de los consabidos efectos negativos que tiene, lo peor viene cuando se convierte en instrumento del tan frecuente acoso escolar.
Tengo una amiga cuya hija lo está sufriendo; cuando le sugiero que no la deje acceder a redes sociales me contesta que no ve el motivo, que su hija no hace nada malo, que son los acosadores. Bueno, de acuerdo, pero ojos que no ven, corazón que no siente; lo importante es proteger a la niña ¿no?. Yo no tengo hijos, tal vez por eso lo encuentro fácil, pero está en nosotros hacer fácil lo difícil.
Vale, tener el móvil es útil para cuando salen y queremos tenerlos "controlados"; pues basta con las llamadas, nada de datos y, por supuesto, las recargas que las hagan ellos con sus ahorritos. Si quieren teléfono hay que ser responsable y ganárselo. Pero no, les ponemos la tarifa plana esa que les deja la cara pegada a la pantalla con el puñetero whatsApp y los peligros de las redes sociales, porque no van a ser menos que sus amigos, faltaría más. Los padres no entienden que en una pandilla está el hijo del constructor y el hijo del peón de albañil y que es muy difícil igualar eso, por mucho que moleste, "...que toda la vida ha habido ricos y pobres...".
Hace unos días, el futbolista Raúl González declaraba que ninguno de sus cinco hijos tenía móvil ni tableta. Pues muy bien, ni falta que les hace, son niños y hay muchas cosas con las que jugar, cosas que cualquier chiquillo puede tener y que los iguala por abajo, no por arriba como estamos acostumbrados y equivocados.
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