No hay nada como conocer, y mejor aún re-conocer, realidades que habitualmente nos pasan inadvertidas teniendo una importancia realmente significativa.
Es lo que ocurre cuando se visita alguna ciudad y se ven por fuera sus monumentos de manera superficial. En algunos de ellos, al entrar, descubrimos auténticas obras de arte que, como pasa con los tesoros ocultos, nos sorprenden y necesitan que nos adentremos para conocerlos.
Hace unos días, fui con unos amigos para ver lugares de Cabra que nos gusta mostrar con orgullo patrio - en el sentido más rilkeniano del término - a nuestros invitados. Uno de ellos es la Fundación Termens, donde no solo conocimos el tesoro artístico de su interior. Tuvimos la dicha de conocer, de primera mano, el considerado auténtico tesoro de la casa: las personas especiales que acuden al colegio, los hombres y mujeres que con las religiosas forman una comunidad educativa que atiende las necesidades especialísimas de la cincuentena de personas de todas las edades que reciben atención allí, en el Colegio Niño Jesús de las Hijas de la Caridad de Cabra. Un lugar, que por cercano y cotidiano, como ocurre con lo realmente importante, puede pasarnos inadvertido. Y qué satisfacción al re-descubrirlo o al conocerlo por vez primera.
Al volver a Termens vienen al presente los recuerdos de la infancia en aquellas aulas del antiguo colegio donde aprendí las primeras letras, conocí las primeras amistades y compartí los primeros pasos en la formación integral como persona. El cariño hacia aquella institución y el afecto a las personas que han formado y forman su comunidad, las Hijas de la Caridad, añade otro factor que hace la visita más entrañable aún. El espectacular conjunto de obras de arte que alberga, la capilla, con el panteón de la Vizcondesa y la historia de esta singularísima mujer, son otros aspectos que, aunque puedan parecer materiales, están llenos de sentido y riqueza también inmaterial. El entorno sigue sumando para completar los atractivos, en esa especie de oasis céntrico, de un espacio que se nos presenta impecable, cuidado, bien estructurado, armónico y que ayuda sobre manera para que nuestra visita a Termens sea siempre, siempre, muy satisfactoria.
El colegio es distinto como son distintas las personas que forman su alumnado. El ambiente de las espaciosas aulas y de los talleres desde las edades más tempranas hasta los 21 años, permite que el profesorado con sus monitores y personas de apoyo, se dedique con auténtica pasión por esa tarea educativa que descubrimos en cada una de sus distintas facetas. Nada es indiferente en un sitio así, donde las necesidades especiales son atendidas de manera específica.
Al no estar sor Pilar, hicimos con sor Emilia un recorrido por todo el centro comprobando el nivel y la calidad que ofrecen sus instalaciones. Llama la atención la profesionalidad, la dedicación, el cariño y la auténtica vocación de las personas que trabajan con los niños y niñas y también con los jóvenes para conseguir que, en la medida de sus posibilidades y circunstancias físico-psíquicas, tengan una autonomía personal a la hora de dejar este colegio.
Nos contaron los problemas con el transporte, que dificulta la asistencia de alumnado de otros municipios que acude al centro: no podrán hacerlo si no cuentan con esos medios. Y el esfuerzo que supone mantenerlo todo en perfectas condiciones. Los recortes no deberían, ya lo sabemos, afectar a este tipo de necesidades. Y nos dijeron que a veces hay carencias que, aun siendo centro concertado, suponen un esfuerzo añadido para mantener la calidad, el nivel de atención y la adaptación de los espacios, los materiales y cuántas necesidades del alumnado han de ser cubiertas. Y para eso, siempre está detrás la comunidad, para mantener lo que haga falta en este centro que tenemos en Cabra.
Nos decía su directora, Conchi Fernández, que este colegio no es un lugar como los que había antiguamente cuando se "encerraba" a estas personas, ¡ni mucho menos!. Es un centro donde se trabaja la estimulación y el desarrollo adaptados a cada una de las etapas, edades y circunstancias personales del alumnado. Donde se desarrolla el proyecto educativo y el proyecto curricular de un centro específico de Educación Especial y nada se deja al azar. El profesorado, monitores, las propias religiosas y todo el personal, conforman junto al alumnado, una comunidad educativa que, como este colegio, es muy especial y goza de una grandísima profesionalidad.
Al comienzo de este curso hemos tenido la ocasión de volver a visitar Termens, algo que siempre es enormemente gratificante. El recorrido, completo, ha sido muy significativo, no solo hemos vuelto a admirar las esculturas y obras de arte modernistas que guarda su interior. Nos ha vuelto a brindar la oportunidad de actualizar lo que allí ocurre cada curso escolar y que nos ha permitido recordar que estamos ante una educación y un lugar muy, muy especial.
Créanme que merece la pena conocerlo en toda su extensión.