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Una fragancia masculina díscola
06.05.13 - Escrito por: Antonio Fernández Álvarez
Por mi edad, ya creo que pocas cosas pueden sorprenderme, pero la verdad es que es un error, siempre hay algo que te hace ver que la capacidad de sorprenderse de cada uno es casi ilimitada.
Había entrado a esa cafetería a tomar un café, lo que me llamó la atención fue su fachada toda de cristal incluido un pequeño ascensor que sobresalía en forma de semicírculo de la misma. Desde fuera podía observarse que el local constaba de dos plantas aunque también disponía de una terraza para las noches de verano. El cristal de la fachada era en tono blanco mate no siendo visible el interior desde la calle aunque el ascensor era totalmente transparente. Las letras que identificaba el local estaban grabadas en el cristal, eran color canela oscuro y de estilo caligrafico, situadas entre la planta baja y la primera. Su nombre era bastante peculiar "Cafetería: Tu café, tus amigos y tú".
El interior estaba gustosamente decorado, una pequeña barra también de cristal igual que el de la fachada y pequeñas mesas redondas igualmente de cristal con un pie central de acero en color canela oscuro, las sillas eran de acero del mismo color que el pie de las mesas y tapizadas en piel en blanco roto. La iluminación tanto por la luz exterior que permitía la fachada como por la iluminaria del local le daban un aspecto de calidez que hacía que el sitio fuese muy agradable. No vi la planta de arriba que supuse tendría el mismo aspecto, ni la terraza que por ser invierno aún no habían abierto.
Pedí en la barra un café, me dijo que me sentara donde quisiera y que ya me lo servía, era una chica joven bastante atractiva y elegantemente vestida, que llamaba muchísimo la atención por su belleza. Vi que había otras dos chicas más igualmente jóvenes y bellas, que eran las que servían las mesas. Por cierto el local estaba lleno para ser un día de diario, y tendría un aforo de unas 60 personas.
Observé que un chico me miraba, me sentí intimidado y al mirarle sostuve la mirada, pensé que dejaría de hacerlo pero él seguía mirando, la verdad no me encontraba cómodo así que apuré mi café y me dispuse a levantarme e irme, cuando me di cuenta estaba a mi lado me pareció que lo que me dijo era un ataque en toda regla, vamos que quería ligar conmigo, turbado, le dije, -perdone, se ha equivocado conmigo, no se preocupe, no le tomo en cuenta su insolencia, usted es libre de elegir la opción sexual que más le guste, pero no entiendo como se ha atrevido a ser tan descarado-.
Se deshizo con mil disculpas y me dijo que la fragancia de la colonia que usaba le había hecho pensar que era de su condición sexual, este aroma era como la tarjeta de visita que tenían en ese local para conectar entre ellos. No pude evitar reírme casi a carcajadas, no era por el chico que se quedó sorprendido, era que ese día estrenaba una colonia carísima que me había comprado. "Mala suerte la mía para una vez que tengo un producto de marca, y vaya entuerto".
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