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Soñando su destino
06.03.13 - Escrito por: Antonio Fernández Álvarez
Cuando abrió la puerta de dormitorio pensó que era una muñeca hinchable lo que había sobre la cama, cuando se aproximó hasta ella comprobó con estupor que era el cuerpo momificado de una persona. La arcada que le sobrevino casi le hace vomitar, por un momento se sintió mareado y pensó que se desplomaría.
Confuso salió de la habitación que estaba en penumbra no había luz eléctrica en la casa ya que aún no había solicitado el enganche, hacía solo 48 horas que había comprado la finca, había dado una señal y se había desplazado de su ciudad que estaba a 100 Km. Hasta el pequeño pueblo donde estaba la hacienda, la llave se la había enviado la inmobiliaria por Seur, había quedado en que iría ver su posesión e inmediatamente pasaría por las oficinas para formalizar el contrato. La oferta de compra que había visto en internet era tentadora, 5 hectáreas de terreno, con luz y agua, y hasta pozo propio, con un pequeño palacete construido en el siglo XVIII de 400 metros cuadrados, bastante bien conservado, según ponía en el anuncio y se comprobaba por las diferentes fotos de exteriores que habían colgado en la red.
La verdad, es que el aspecto exterior estaba bien conservado, con una mano de pintura nada más quedaría impecable y lo que había visto hasta ahora del interior. La parte de abajo también mantenía una vista más que notable, en la parte de arriba donde estaban los dormitorios y los baños, ya que tenía 5 baños cuatro arriba y uno abajo, su conservación también era notoria.
Pero ese cadáver sobre una majestuosa cama que debía ser Luis XV, por su refinado estilo combinando elegante diseño con un bello color y fantástico adorno, supondría un problema en la compra de inmueble. Cayó entonces en la cuenta de que toda casa estaba sin ningún mueble, y solo esa habitación, estaba amueblada incluso con fastuosos cortinajes en la ventana, así como una magnifica alfombra que más tarde descubría que era persa y databa del siglo XV, superando el valor de la misma el importe que pagaría por toda la hacienda.
Aturdido, sacó su móvil del bolsillo de la chaqueta y llamó al 112 para comunicar a la policía su hallazgo, indicó donde se ubicada e inmediatamente hizo otras llamadas a su abogado y a la inmobiliaria.
Mientras esperaba la llegada de la policía, conectó su portátil a internet a través del móvil y estuvo buscando información de antiguos propietarios, solo halló que la propiedad fue donada a D. Pedro Ruiz de la Barca en pago por unas deudas de juego en la segunda mitad del siglo XIX, habiendo permanecido inhabitada desde ese momento. Ya que el nuevo propietario no llegó ni a pisar la finca. D. Pedro al salir de la notaría para recoger las escrituras de su nueva pertenencia fue tiroteado por un encapuchado que no pudo ser identificado. Se pensó en D. Jaime del Río Albornoz, el desafortunado jugador que había perdido la finca, pero éste apareció ahorcado en la habitación de un prostíbulo la mañana anterior al asesinato, habiéndose ahorcado mientras la meretriz que le acompañaba dormía.
Se despertó sobre saltado todo había sido un sueño, su propio vomito casi lo ahoga pero recordaba todos estos datos una precisión meridiana sobre todo porque en los últimos meses éste sueño se repetía constantemente.
Le llevó toda la mañana buscar en internet una finca de esas características que estuviese en venta, sorprendentemente encontró una propiedad que reunía todas ellas, e hizo todas las gestiones para su compra. Cuando le entregaron la llave que la inmobiliaria le hizo llegar por mensajería al depositarla en su mano la visión que tuvo le hizo creer que se estaba volviendo loco, era él el cuerpo momificado que yacía en la cama. Decidido a buscar todas las respuestas no pensó que solo iba al encuentro de su destino.
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