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Como la realidad
04.03.13 - Escrito por: Araceli Granados Sancho
Ya hace tiempo que no pongo los ojos sobre aquella película llamada Los Santos Inocentes, donde todos sabemos apreciar la fuerza que tiene la interpretación de Paco Rabal. Landa también merece unos pocos elogios en esta producción. A este actor, a quien mayormente relacionamos con las películas de los años 60 ?porque la televisión tiene esa fuerza para implantar significados que parecen únicos?, cuando lo vemos en otros papeles no tan mostrados en horario habitual, no puedes llegar a creer que sea el mismo actor de la sobremesa televisiva en casa de tu abuela.
Y uno cree que lo que se muestra en esta película ya pasó, ¿cómo podría uno pensar que todavía ocurren en España cosas así? Pero sí, estas situaciones todavía pasan, y ahora están en inflación porque el trabajador es un bien sobrante.
Muchas veces, he reflexionado sobre cuál es el principal factor que nos proporciona la libertad en una sociedad ¿Acaso es el dinero lo que nos hace libres? Muy a la ligera la gente dice: "el dinero no proporciona la felicidad", o "para mí el dinero no es importante". Frecuentemente, sin embargo, esto lo dice el que come, viste y vive razonablemente bien, aunque muchas veces sin excesos. Tal vez la frasecita esta debiera ser: "el exceso de dinero no nos proporciona la felicidad". Que el dinero era el medio de la libertad lo sabían muy bien Marx y todos los pensadores que, no siendo tan grandes como el maestro, han construido teorías siguiendo su estela, pero más acordes con los tiempos que después corrieron.
A veces te dejas llevar por los estereotipos, pero me he dado cuenta de lo rotundamente falso de esta frasecita, al visitar la última vez que estuve en Cabra a una familia que cuida un cortijo de la zona y contarme la mujer, que era más habladora, los abusos y atropellos que cometen los propietarios de la finca, muy bien posicionados, como es de esperar.
De la mayoría de nosotros abusan en nuestros puestos de trabajo, y a veces no te pagan las horas extraordinarias o te bajan el sueldo en una época de subida de impuestos o cosas más fuertes, como dicen los niños, Pero uno se da cuenta de que cuanta más indigencia intelectual y económica, o económica sólo, más abuso hasta extremos inimaginables.
En muchos cortijos sigue habiendo prácticas del pasado, casi del Antiguo Régimen, en cuanto a la relación del trabajador con el dueño, y también en cuanto a las condiciones laborales. En lo que sí que se ha avanzado es en la introducción de tecnificación y nuevos métodos para mejorar el rendimiento de las fincas y utilizar menos jornales, resultando más rentables las tierras, aunque la agricultura pueda tener otros problemas que no la hagan hoy día una actividad próspera.
En estos empleos es común que las familias que trabajan y viven en el cortijo lo hagan por un salario, normalmente el masculino, a cambio del trabajo que realizan, en donde no suele haber vacaciones, ni días festivos pagados... Se les da vivienda con todos los gastos pagados y ellos deben procurar estar siempre allí, y sobre todo en la noche. Esto, que parece simple, no lo es, porque restringe considerablemente la libertad de estas personas.
En esta época donde ya hay pocos cortijos habitados, y los matrimonios que viven de este tipo de trabajo no poseen mucha operatividad, los empresarios todavía con "don", a veces
?que de todo hay? realizan fechorías con los que piensan menos dignos que ellos, y les pagan poco, o hacen trabajar a las compañeras mujeres de balde, y otras cosas...
Y al tiempo de escuchar a esta mujer de ojos tristes, vinieron otra vez los santos inocentes a mi cabeza, que tienen nombre e identidad, igual que los verdugos. ¡Quien esperaría
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