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Adiós a un recuerdo
19.02.13 - Escrito por: Antonio Fernández Álvarez
Nunca más la volví a ver, Carolina, había venido a pasar unos días de vacaciones, había venido aquí, que era donde nació su padre, su madre era francesa, y ella por eso del destino era holandesa.
Hablaba y entendía perfectamente el castellano, pero su acento indicaba que era foránea, también su estilismo demasiado atrevido para nuestra sociedad puritana que acababa de abrirse a un mundo de libertades que hasta ahora se nos tenía prohibido.
Rápidamente congeniamos y por eso fui yo que la acompañe durante su estancia aquí. Sí, es verdad, salíamos con una pandilla de amigos, pero de repente era como si ellos no existirán, para mí, todo mi tiempo lo ocupaba Carolina.
Recuerdo nuestro primer beso, fue un beso pueril, pero era nuestra inexperiencia no obstante solo teníamos quince o dieciséis años y estábamos a mediados de los setenta. Quizás fuera para ambos nuestro primer amor, pero aunque no lo dijéramos sabíamos y éramos consientes que no. Fue algo efímero porque el tiempo que estuvimos juntos era muy limitado pero fue muy bonito, tan solo evocar su recuerdo y un mundo de color, alegría aparece ante mí.
No sé cuando nos olvidamos uno del otro o quien lo hizo antes. Durante unas semanas tras su partida, hablamos casi a diario por teléfono, pero en aquella época, no había internet, ni móviles, no es como ahora que podemos estar comunicados a cualquier hora del día. Hablar por teléfono era costosísimo, sí, recuerdo un truco que me enseñaron para hablar desde la cabina telefónica con un mechero eléctrico haciendo saltar la chispa en el cable que enfundado en hierro unía el auricular y la verdad a veces funcionaba. Pero el tiempo inexorable y la distancia hicieron que el olvido fuera la razón por la que dejamos de comunicarnos. No, no fue doloroso, si hubo algo entre los dos ambos sabíamos que no podíamos dejar que nos hiciera daño porque estaba abocado a su fin más pronto que tarde.
Ahora sé que nunca más volveré a ver a Carolina, entiéndaseme bien, no es que tuviera ninguna intención de verla, pertenece al pasado, a los recuerdos que van conformando la vida de quienes ya hemos traspasado la barrera de los cincuenta, pero saber de su fallecimiento ha sido como un desgarro en lo más profundo de mi. Descanse en Paz.
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