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Con sabor a ... bienvenida.
05.10.14 - Escrito por: A.R.J.M.
Cada amanecer del domingo de octubre en que tiene lugar la subida de Ntra. Sra. de la Sierra a su Santuario, se nos intuye que tiene sabor a despedida. El trasiego de la madrugada tras el rosario de despedida, la misa de despedida, el acompañamiento hasta decirle adiós en la plaza Vieja, en la de España, en la avenida de Andalucía, en la barriada de su nombre o en el antiguo paso a nivel, junto a la actual Vía Verde. Despedida, todo suena a despedida.
Para quiénes quedan en Cabra, ese es el sentimiento que se tiene en esta mañana de otoño. Sobre todo después de algo más de un mes teniéndola cerca, entre nosotros.
Pero es bien cierto que parece que a partir de ahí, cuando se le ponen los cordeles y empieza el camino de subida a la Sierra, la sensación es otra.
Quiénes van con Ella ni se quedan ni se van, están en el camino acompañándola, llevándola, subiendo y sufriendo por esas sendas que la naturaleza llena de esplendor y que sirven de solitaria bienvenida en el regreso a ese lugar que los siglos han consagrado como morada de la patrona de Cabra.
Es entonces cuando se siente que este domingo, sobre todo por la circunstancia del año jubilar, no es para decir adiós, sino para continuar con ese ir y venir a venerar a la Madre y a estar con Ella en todas nuestras vicisitudes, sean propicias o aciagas.
La despedida conlleva pues, ese otro punto de vista de quién nos recibe cuando salimos de algún sitio. Nos vamos y parece como si algo se nos desgajara. Sin embargo, casi al tiempo, llegamos a nuestro destino y es entonces cuando comienza un nuevo tiempo, una nueva andadura, un nuevo inicio que renueva nuestras aspiraciones.
La llegada hace que nuestro ánimo se llene de esperanza e ilusión por las expectativas que, incluso siendo inciertas, pueda ofrecernos lo que nos depara el futuro. En ese punto estamos, con la vivencia del tránsito para que no nos detengamos y vayamos hacia adelante en un itinerario que, al tiempo que nos hace avanzar, permite sentir lo que significa peregrinar.
Con las primeras luces del alba, creo sinceramente, en este domingo de octubre, que tal vez debamos asumir que una mañana como ésta, no es un adiós, sino más bien, una bienvenida.
Como decía una vieja canción:
Al final del viaje está el horizonte,
al final del viaje partiremos de nuevo,
al final del viaje comienza un camino,
otro buen camino...
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