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Centenario del nacimiento del Maestro Rodríguez
22.01.13 - Escrito por: Mateo Olaya Marín
El 2013 no es un año cualquiera en Cabra, o mejor dicho no debería serlo. Este año se cumplen CIEN del nacimiento de uno de los egabrenses más ilustres, más determinantes en nuestro desarrollo cultural: el Maestro José Rodríguez López (13 de julio de 1913; 5 de diciembre de 1995), una de las figuras musicales indiscutibles de nuestra tierra, alumno de grandes maestros, mentor de grandes músicos, maestro de maestros.
La historia de la música en Cabra descansa sobre algunos pilares en concreto y uno de ellos lleva su nombre. Sin él, muchas cosas no hubieran llegado hoy día tal y como las conocemos. Sin él, probablemente a nuestra vida le faltaría buena parte de esa música que nos identifica y enraíza con la médula espinal de nuestro pueblo.
La celebración del centenario del nacimiento del maestro, debería ser la causa perfecta para que se desarrollara durante el año toda una serie de homenajes y actos que ensalcen y recuerden su figura como es preceptivo y necesario. Sería imperdonable que una efeméride tan destacada como ésta pasara de puntillas, abordándose de forma muy superficial la vida y obra del personaje. Sólo cabe pensar en un programa de actos lo más completo posible, fomentado y organizado por las distintas entidades musicales que tuvieron el honor de ser dirigidas artísticamente por su persona, con el indispensable y decisivo apoyo institucional, como hijo predilecto de la ciudad de Cabra que es.
Desde La Opinión nos proponemos publicar a lo largo del año distintos artículos y reportajes, con el objeto de aproximarnos a toda una larga biografía al servicio de la música y detenernos en determinados aspectos de su prolífica obra. Podríamos ahora hacer parada en su faceta como director durante décadas tanto del Centro Filarmónico Egabrense como de la Banda de Música de Cabra, o como arreglista y compositor de numerosas partituras, pero serán en posteriores entregas cuando las abordaremos debidamente.
El Maestro Rodríguez falleció en la noche del cinco de diciembre de 1995 y, desde entonces, raro es el momento que, durante el ensayo o concierto de algunos de nuestros colectivos musicales más emblemáticos, no aparece su nombre en boca de alguien, rotulado en una partitura manuscrita o impreso en el programa de mano de un recital. Desde siempre, y para siempre, su nombre y su música son elementos indisolubles del ideario cultural y popular de Cabra.
Si no, hagamos un pequeño ejercicio de recopilación emocional. ¿Qué sería de nuestro septiembre, sin el nostálgico eco de "La Casita Blanca" o la declaración unánime de fervor hacia la Virgen de la Sierra en los versos de las tradicionales coplas que fueron adaptadas por él? ¿Qué sería de un ocho de septiembre sin el "Amorosa Madre" cuando el Centro Filarmónico es un reclinatorio donde los egabrenses le rezamos reproduciendo el antológico poema de Juan Soca? ¿Qué sería de la Semana Santa sin una esquina en la que sentir el repeluco con los desgarradores compases de "Martirio", o una Cuaresma sin comprender el bello dolor de la Soledad en la melodía de "No llores Madre"? ¿Qué sería de una tarde de toros en nuestro centenario coso sin alguno de sus atemperados pasodobles taurinos? ¿Qué sería de nuestra Navidad si a nuestros oídos no llegan las notas alegres del popular villancico "Vamos allá" que recogiera en la partitura el maestro?
Sencillamente, sin el Maestro Rodríguez pocas cosas sonarían a Cabra.
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