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Patroneando Córdoba
31.08.14 - Escrito por: José Manuel Jiménez Migueles
Era 25 de junio. Las cenizas de la hoguera de San Juan aún caldeaban el ambiente cuando, desde el obispado de Córdoba, se dejó caer la chispa que encendiera el ánimo capillita provincial: todas las Vírgenes coronadas de Córdoba y sus pueblos peregrinarían a la Catedral de la capital para conmemorar el 775 aniversario de su proclamación como tal por parte de Fernando III. Casi ná.
Desde entonces, y como no podía ser de otra manera, los púlpitos de opinión propios del capillita (léase, mesas de bar y redes sociales) se han colapsado de los más diversos pareceres, pues ya sabemos que en este mundo del cofrade es tanto más sugerente querer llevar la razón como querer estar en contra de ella.
Afortunadamente, en un ejercicio lógico de prudencia, la Real Archicofradía de María Santísima de la Sierra ha comunicado que no tomará ninguna decisión hasta que no se consulte al cabildo de hermanos y hasta que, al menos, no se tenga conocimiento de cuáles son las formas y los términos a partir de los cuales se va a organizar dicha efeméride. Sabia decisión.
Pero hay un tema que me preocupa. Se ha creado en twitter un hastag denominado #patroneandoCórdoba que tiene revolucionada a la vecina ciudad de Lucena. Se trata de un número indeterminado de personas que se han dedicado a tuitear su inefable amor a la Virgen de Araceli así como su obsesión en que la patrona del Campo Andaluz "lucentinice las Tendillas". El denominador común de la mayoría de estos tuiteros es no ser lucentinos mientras que, al contrario, la cofradía aracelitana, al igual que la nuestra, se ha manifestado prudente y expectante.
¿Cuál puede ser el problema? Ya he podido oír y leer manifestaciones de cofrades egabrenses entusiasmados ante la posibilidad de demostrar que la Virgen de la Sierra es más devocional que la Virgen de Araceli, que fue coronada por un santo y que más de ocho siglos la contemplan. A cofrades lucentinos exaltar a su patrona como la del Campo Andaluz, superior a cualquier devoción cercana, a la vez que cofrades de otros lugares, Cabra incluida, pretender demostrar, hasta con papeles, que tal advocación es falsa. Y así, hasta el infinito: mantos bordados contra mantos de aplicación; costaleros contra santeros; joyas contra joyas; el 4 a las 4 contra el penúltimo domingo de abril. Isabel Pantoja contra María del Monte. La imbécil e insoportable competencia folclórica de costumbre.
Y ahí nace el gran problema que pueda engendrar la Magna Mariana: que unos pocos quieran engrandecer su ego a costa de dos de las devociones más singulares e importantes de toda Andalucía. Mi confianza en que ninguna de las dos Archicofradías va a caer en este estúpido juego es absoluta, pues me consta que las personas que integran las juntas de gobierno de cada una de ellas son gente seria y discreta. Pero me da miedo que unas pocas personas puedan, en el año que nos queda, confundir las reglas del juego y a través de las redes sociales crear un estado de malestar que se pueda visualizar el próximo 20 de junio. Ni Cabra ni Lucena son Cantillana, ni queremos serlo. Son pocos, pero la chispa que pueden prender puede ser peligrosa. Recordemos que aquella noche la hoguera alcanzó varios metros de altura y sólo unas cuantas chispas la prendieron.
Estamos en la antesala de algo que, bien organizado, puede ser un hito histórico en nuestra localidad así como en muchas otras de la provincia. Que la devoción de alquiler no lo estropee.
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