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El poljé de la Nava. A propósito del sumidero
20.11.12 - Escrito por: Mateo Olaya Marín
Recientemente, un curioso fenómeno ha tenido lugar en un paraje tan querido y emblemático como es la Nava. En un lugar en concreto de su fondo, la Alameda Negra, se ha abierto una fosa de dimensiones considerables por donde se drena parte del agua superficial que discurre por este extenso llano. En cuestión de unos días, las redes sociales se han inundado de fotografías, vídeos y comentarios sobre este fenómeno, suscitando todo tipo de interés tanto a propios como extraños, tanto a curiosos, senderistas, como aficionados a la geología, a la espeleología, o a científicos de otras ramas.
La aseveración más extendida es que se trata de un sumidero o pónor, y las visitas in situ de diversos técnicos y científicos así lo refrendan. Pero será necesaria una investigación profunda sobre sus causas y evolución. A estas alturas, se ha vertido mucha tinta explicando el fenómeno y dando luz a lo que ello puede conllevar. Mientras tanto, pongámonos en situación. ¿En qué contexto aparece este sumidero? ¿Qué es un poljé? ¿El nuestro, de la Nava, por qué se caracteriza?
Nava es la denominación local de poljé, por lo tanto cuando nos referimos a este enclave como el "poljé de la Nava", estamos incurriendo en un claro caso de pleonasmo, de redundancia. Una nava, un poljé, es una formación geológica típica del modelado kárstico, que destaca por consistir en un extenso valle, de fondo plano, rodeado por afloramientos rocosos y laderas de cierto desnivel.
Así, en nuestro caso, podemos observar cómo la Nava se constituye en una llanura de grandes dimensiones (4 km2 de superficie aproximada), de forma alargada, situada a unos 900 metros de altitud y rodeada por distintas elevaciones calizas como el picacho de la Virgen de la Sierra o el Lobatejo. La Nava es uno de los paisajes más destacados de Andalucía y forma parte del selecto grupo de enclaves de gran interés geológico de España.
¿Cómo se forma esta depresión, hasta el punto de que se llega a crear una meseta en mitad de un macizo de desniveles y altitudes importantes? Por el modelado kárstico que se desarrolla sobre toda la masa de caliza que existe en nuestras sierras. Para entendernos: por el progresivo y constante proceso de la erosión del agua sobre la piedra caliza, un material permeable, que favorece la filtración y el trasiego del agua, potenciando la disolución en distintas formas.
Este fenómeno erosivo, en una estructura geológica determinada y apropiada, puede llegar a desembocar en formaciones del tipo de los poljes. En nuestro caso, la existencia de un importante accidente tectónico (manto de cabalgamiento y falla) ha propiciado la acusada karstificación (erosión) del macizo montañoso.
Una de las características principales de un poljé es su elevada humedad. La cercanía del nivel freático, provoca que los poljes lleguen a estar inundados bien temporal o permanentemente. Igualmente, la escasa filtración del primer horizonte del suelo, potencia que la lámina de agua permanezca inundando la llanura. Cuanto más hundido esté un poljé, es decir, más cerca se encuentre del manto de freático, más maduro será y más tiempo permanecerá inundado. La Nava responde a un poljé con inundación temporal, (es decir, de edad relativamente joven) si bien durante todo el año el índice de humedad es considerable, de lo contrario sería imposible el desarrollo de la vegetación de la serie mediterránea subhúmeda, que podemos disfrutar en este paraje idílico.
Los poljés pueden ser abiertos o cerrados. Los cerrados son aquellos en los que el agua se drena por uno o varios sumideros o pónors. En cambio, en los abiertos no existe sumidero como tal, y el agua discurre en forma de cauces superficiales. La Nava es un ejemplo de poljé abierto, donde el río Bailón ejerce como conducto de evacuación del agua, si bien existe un porcentaje de agua que al encharcarse se infiltra de forma difusa pasando al acuífero. La existencia de un curso de agua (el Bailón) que atraviesa el poljé y canaliza toda la escorrentía que se recibe en dicha zona, se debe en buena parte al carácter impermeable del material que conforma el fondo de la Nava, que son arcillas de descalcificación de la piedra caliza. Estas arcillas retienen la infiltración en esta zona en concreto, y favorecen el discurrir superficial del agua.
Como decimos, la Nava no presenta sumidero y el agua se drena en superficie a través de la red de cauces existentes, que ejercen la función de tributarios conformando la arteria principal del río Bailón. En cambio, otros poljes de la geografía andaluza, sí tienen sumideros: como el de Zafarraya. Se cree que un principio la Nava llegó a tener sumidero, en concreto en la Sima de Cabra, por donde evacuaban las aguas cuando fundamentalmente la cuenca drenaba hacia el oeste, en dirección al valle y al piedemonte.
Aunque la formación del poljé, corresponde a una escala en el tiempo que se sale de nuestro entendimiento, una escala geológica de gran envergadura, en el que el proceso se muestra lento e imperceptible a nuestros ojos, pueden producirse fenómenos geológicos agudos que en un momento determinado se expresan visibles, dan la cara; y son como consecuencia de todo un complejo proceso que aflora en forma de episodio o evento, como así ha sido con la aparición de este sumidero, que no es otra cosa que un abatimiento del terreno como consecuencia de la fuerte erosión del terreno. En pocas palabras. La Nava es un sistema vivo, no fosilizado, aunque en nuestra escala temporal parezca inamovible e inalterable.
Ahora el escenario es distinto. Una parte de la cuenca de recepción de las aguas superficiales de la Nava, drena y desemboca en este sumidero, donde presumiblemente se filtran y pasan a formar parte del acuífero. El comportamiento de este caudal de agua está todavía por estudiar: a dónde va, por dónde discurre, qué compartimentos de ese otro mundo calizo subterráneo irá a recargar. Son interrogantes que los estudios y análisis que se van a llevar a cabo en un futuro, deben responder.
Con este sumidero, un porcentaje importante de las aguas superficiales deja de engrosar los cauces que afluyen y conforman el río Bailón, para hacerlo al acuífero de una forma directa. Pero en el otro extremo de la Nava, en uno de sus bordes, las conocidas chorreras continúan con su alimentación hídrica en épocas de precipitaciones, puesto que su cuenca de recepción es distinta de la zona donde se ha producido el sumidero. Por tanto, el Bailón seguirá recibiendo el agua de estas chorreras, en esa fase incipiente del cauce. El río se verá afectado negativamente en su caudal, como es lógico, pero éste permanecerá.
Actualmente, varios testimonios indican que el sumidero se ha anegado, que la lámina de agua se encuentra en superficie. Esto en apariencia, puede deberse a que el agua superficial ha superado la capacidad del pónor, favoreciendo el encharcamiento del terreno. Este fenómeno de retorno entra dentro de lo probable, puesto que los pónor pueden experimentar episodios en los que el agua se reexpulsa.
Todavía es pronto para aventurar teorías. Se abre un abanico interesantísimo para la investigación tanto por parte de la Consejería de Medio Ambiente, como de departamentos de geología de universidades como la de Granada, que siempre ha mantenido un profundo interés en estas sierras. Por lo tanto, habrá que esperar a diagnósticos más concretos.
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