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Sin lugar a dudas, cada vez que la Virgen de la Sierra se pasea, bien por las calles de Cabra o bien por los alrededores de su Santuario o por su camino de bajada y de subida, solamente su presencia ejerce una especial fuerza de atracción que convierte en multitudinarias todas esas salidas procesionales. Unas tienen carácter solemne como la del día 8 de septiembre, otras provocan la rotura de camisas y enaguas y los cantes por soleares, como ocurre en la romería gitana de junio, en otros momentos la emoción contenida, la promesa solicitada y el voto cumplido se perciben en el ambiente de diálogos sordos cuando cada quince de agosto la Reina de la Sierra recibe a tantos y tantos peregrinos. Pero llegado septiembre, también llega el que quizá es uno de los momentos más emotivos y seguidos de cuantos vivimos en torno a nuestra Patrona: la Bajada. ¡Y este año dos!. Ya hemos vivido la primera, la extraordinaria, que hizo honor a ese nombre y que contó con grandísima afluencia. También se han celebrado los diversos traslados a iglesias y parroquias, y pronto llegará esa otra ocasión única de la gloriosa procesión de la Coronación de Nuestra Señora.
Cada cual vive todos esos momentos de una manera diferente según su situación, según las compañías, y por supuesto, según el ánimo y su estado interior. Quizá una forma diferente de vivirlas es la que experimentamos quienes en esas ocasiones tenemos la responsabilidad de, a través de nuestras palabras o imágenes, hacer partícipes a quienes por imposibilidad física, enfermedad, trabajo, estudios o lejanía, no pueden recibir el olor a nardos, no se llenan la cabeza de polvo en el camino, no miran hacia atrás y se encuentran la eterna sonrisa de nuestra Madre camino de su pueblo. A veces se nos hace penoso el caminar y hablar la vez, a veces la intensidad de las vivencias desbordan nuestro pobre vocabulario y uno diría tantas cosas que al final no dice nada, pero por encima de todo está la misión encomendada: hacer el camino o la procesión por tantas y tantas personas que también quisieran estar presentes y no pueden.
He vivido momentos muy especiales con compañeros de retransmisiones, sobre todo en las bajadas y subidas de la Virgen, y quedarán, si Ella lo quiere, muchísimos más. Hacer ese trabajo en compañía de María Eugenia, Pepe, Juan Manuel, Adolfo, Eusebio o Antonio Ramón siempre ha sido gratificante y emotivo y es un trabajo que deja huella para siempre. Todos recordamos entre nosotros multitud de anécdotas de esos caminos, líos y mil y un laberintos técnicos. De pequeño seguía las transmisiones que otros compañeros hicieron iniciando el camino de las transmisiones y nunca pensé que me vería en idéntica situación al cabo de los años.
También, desde la llegada de Internet hace unos años, se abrió esa estupenda posibilidad de llevar a cualquier parte del planeta tanto los especiales sonidos como las incomparables imágenes de una Madre y Reina rodeada de todos sus hijos. Sólo pensar que, en tanto miles de personas bajan con Ella, otras muchas miles de lágrimas bajan por las mejillas de egabrenses que como resistentes olivos mantienen viva su fe y tradiciones en la distancia, pegados al ordenador, única ventanita por la que pueden ver en directo al pueblo de sus amores, sólo con leer alguno de los centenares de e-mail llenos de emoción, nostalgia y gratitud, a quienes estamos en el lado emisor de todas esas vivencias, se nos llena el alma de alegría por poder hacer partícipes, aún con nuestras limitaciones, a tantas y tantas personas de estos momentos sin igual.
Con esta misma ilusión hacen su trabajo Juande, Luis, Juan, Paco, Bebo, Jose, Jorge... y otros tantos compañeros con los que ya he compartido otra "visión" de las Bajadas de la Virgen y del resto de encuentros con la Divina Serrana a lo largo del año a través de Atalaya Televisión. Espero que sean muchas más.
No sé si este próximo 4 de junio, Internet estará a la altura del gran acontecimiento que se vivirá en Cabra en torno a nuestra Amada Patrona, en cualquier caso, sé que será algo único que todos los auténticos compañeros de los medios de comunicación egabrenses estaremos orgullosos de poder contar y compartir. No hablaremos ni escribiremos de oídas, ni de rumores ni de comentarios, hablaremos y escribiremos de una realidad: el amor de Cabra a su Patrona; una gracia: el regalo que Dios nos hizo con la Celestial Viajera y de un esperado clamor que muy pronto se oirá: ¡Viva la Reina de la Sierra Coronada!.
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