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De acuerdo con algunos informes medioambientales, que las ardillas hayan dado el salto desde entornos naturales como el Geoparque Sierras Subbéticas hasta nuestros jardines urbanos no debería extrañarnos. El arbolado maduro de parques y paseos, unido a la conectividad con la sierra, les ofrece refugio y alimento. En ciudades andaluzas de tamaño similar a Cabra ya se ha constatado este proceso de «urbanización» de la especie, que encuentra en nuestros cascos urbanos un hábitat alternativo.
¿Podemos hablar de una buena noticia?
Algunos especialistas consultados por La Opinión son contundentes al afirmar que «la presencia de ardillas enriquece la biodiversidad urbana y convierte nuestros parques en espacios más vivos y atractivos». A ello se añade lo que supone, por ejemplo, pasear con niños (y no tan niños) y descubrir una ardilla saltando de rama en rama, lo que es todo un aliciente. También se indica por los expertos que las ardillas «cumplen una función ecológica nada desdeñable: ayudan a dispersar semillas y favorecen la regeneración natural del arbolado».
El gran error: darles comida
Sin embargo, hay que subrayar un aspecto esencial: no debemos alimentarlas. Darles pan, galletas o frutos secos procesados cambia sus costumbres, las hace depender de la comida humana y puede provocar que aumente su número de forma artificial, con riesgos para la propia especie y para el equilibrio con otras. Lo mejor que podemos hacer es disfrutar observándolas, en silencio, sin invadir su espacio ni interferir en su vida.
Que hoy podamos ver ardillas en pleno centro de Cabra es, en el fondo, una oportunidad: nos invita a redescubrir el valor de nuestros jardines y a tomar conciencia de que la fauna silvestre no está tan lejos como pensamos. Convertir este fenómeno en una experiencia educativa y de sensibilización ?por ejemplo, en colegios o en visitas guiadas? puede ser un paso más hacia una ciudad que convive con su entorno natural de forma responsable. Y no lo olvidemos, en medio del bullicio festivo que se avecina, las ardillas nos recuerdan algo muy simple: Cabra es también naturaleza, y saber convivir con ella es un motivo de orgullo.
Consejos prácticos para convivir con las ardillas
Disfrutar de las ardillas en los parques es sencillo si seguimos unas recomendaciones básicas: lo más importante es no darles comida, ni mucho menos restos de pan, galletas o productos procesados. Basta con observarlas en silencio, manteniendo cierta distancia y sin intentar tocarlas o atraparlas. Conviene también enseñar a los más pequeños a respetar sus movimientos, sin perseguirlas ni asustarlas, y procurar que perros y gatos no las acosen. Otra clave es no dejar basura en las zonas verdes, porque los residuos acaban atrayendo a los animales y modificando sus hábitos. Y, por último, recordemos que su verdadero hogar son los árboles: cuidar el arbolado urbano es también garantizar el refugio de estos nuevos y simpáticos vecinos.
Algunos consejos
Si te cruzas con una ardilla en Cabra:
No le des comida: por muy tentador que parezca, las ardillas no necesitan pan, galletas ni frutos secos de bolsa. Ellas saben encontrar lo que necesitan en los árboles.
Obsérvala con calma: lo bonito es verla moverse libre, sin que noten nuestra presencia como una amenaza.
Nada de perseguirla ni intentar tocarla: recuerda que es un animal silvestre, no una mascota.
Ojo con los peques (y con los perros y gatos): enséñales a respetar su espacio y a disfrutar de verlas sin molestarlas.
Cuida el parque: no dejes restos de comida ni basura. Mantener limpio el entorno también es protegerlas a ellas.
Así de fácil: si las dejamos tranquilas, podremos seguir disfrutando de su compañía en nuestros paseos por Cabra durante mucho tiempo.
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