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Versos de Pedro Iglesias en el Cementerio Municipal
28.10.12 - Escrito por: Antonio Suárez Cabello
Extraordinariamente emotivos resultan los versos de Pedro Iglesias Caballero reflejados en la piedra que anuncia, entre el laberinto de cruces y cipreses, el Columbario Universal del Cementerio Municipal San José:
"Y en cuanto falte tierra a mi sendero
dame, diré, la sombra de una hoja,
para echarme a morir... ¡Nada más quiero!"
En octubre de 1936, el poeta egabrense Pedro Iglesias es ingresado en un sanatorio madrileño. Meses después, 2 de febrero de 1937, fallecía. Su vida solitaria y bohemia, sus dificultades económicas, tuvieron mucho que ver en el desenlace fatídico que provocó su muerte. Tenía cuarenta y tres años de edad.
En 1944 se promovió traer los restos mortales del poeta a Cabra. Hubo suscripción popular y el Ayuntamiento ofreció una bovedilla, pero... al final, por unas cosas y por otras, no pudo ser y sus restos fueron a parar a un osario común.
Cuando el anterior Delegado de Cementerio Municipal, Miguel Güeto Moreno, me pidió que eligiera unos versos para el Columbario Universal que se iba a construir, explicándome que a este lugar llegarían todos los restos, una vez incinerados, de las personas del Osario Común: que correspondían a los no católicos, los que se suicidaron, los que pasado un tiempo nadie los reclamó, y que en un futuro irían también los de todos aquellos que no tengan familia que haga frente a una bovedilla donde depositarlos. El Delegado me insistió en que la filosofía era trabajar sobre la idea de que todo ser humano merece el mismo respeto y el Ayuntamiento ha de garantizar que sus restos o cenizas reposen en paz, y pensé que unos versos de Pedro Iglesias Caballero encajarían perfectamente, dadas sus vicisitudes personales y el destino final del cuerpo del poeta. La verdad es que Miguel me recomendó encarecidamente que los versos reflejaran, lo más fiel posible, la simbología de descanso en paz.
Los versos elegidos que figuran en el Columbario Universal del Cementerio Municipal están extraídos de su poema ?La Puerta de los Tres Huertos?, premiado con la Flor Natural de los Juegos Florales de Soria en 1935. Corresponden al último terceto del segundo soneto:
"Y en cuanto falte tierra a mi sendero
dame, diré, la sombra de una hoja,
para echarme a morir... ¡Nada más quiero!"
Esta estrofa nos trae resonancias machadianas. Se hace camino al andar, decía el poeta sevillano; luego al final de la vida no se encontrará ya camino, no hay sendero, por eso el poeta egabrense, desde su virtud de humildad y sencillez, no pide cuando se acabe su trayecto vital una hoja para echarse a dormir eternamente, a morir, sino que solicita la sombra de esa hoja. No quiere nada más para el último momento de su existencia. La muerte es solo muerte, y nada más.
Pedro Iglesias Caballero dejó su cuerpo en el Madrid convulso de la Guerra Civil, aunque nos regaló su obra poética y literaria que el tiempo irá valorando para orgullo de la ciudad, a pesar de que siempre existirán agoreros y eruditos buscadores de glorias locales que puedan criticarla. Toda obra exige que la descubramos, pero es necesario acercarse a ella abriendo las ventanas de nuestras sensibilidades. Es la única forma de encontrar los rescoldos de la llama lírica.
Decía Juan Soca que "Los versos de Pedro Iglesias suenan a él mismo, dan su propia voz, se esmaltan en su propio corazón. Tienen, como las piedras preciosas, tonalidades y brillos diversos. La poesía de Pedro Iglesias corre por cauce hondo y suave, y sus aguas reflejan todas las bellas cosas, las emociones más sutiles, los pensamientos más delicados, y son como una sonata que nos asaetea el pecho, restallando en alegrías. Es el poeta egabrense que vivió en lucha consigo mismo y, como el ruiseñor, nos dio en sus canciones lo más puro de su ser: el Alma".
El escultor egabrense Rafael Pastor Santisteban ha sido el que ha dado vida artística a la piedra que ha servido para construir este Columbario Universal.
En aquella ocasión, también me pidió Miguel Güeto unos versos para el futuro Panteón Municipal que acogería restos de todos los muertos en la guerra civil (en el Cementerio los hay de fusilados durante la contienda), ese terrible acontecimiento histórico y que sería, en palabras del propio concejal, "un lugar del recuerdo de esa barbaridad y al tiempo la apuesta por la paz". Y nada mejor que los versos de Pedro Garfias (1901-1967), cuya vida conoció el exilio y fue una víctima más de la guerra civil.
Aunque nacido accidentalmente en Salamanca, se hizo a la poesía en Cabra. Juan Rejano nos recuerda al poeta en el exilio diciendo: "aquí está Pedro; aquí está Pedro Garfias; aquí está Pedro Garfias de Écija, de Cabra, de Osuna, Pedro de la campiña bética y de las marismas que llegan a tartessos; Pedro poeta, poeta contra él mismo". La guerra civil y su militancia política durante la misma le llevarán a conocer el exilio en México, donde muere. Trasterrado, sumido en lo aciago, la última voluntad del poeta fue cumplida: se le introduce en su boca tierra de España.
Para este futuro monolito seleccioné unos versos del poema que cierra el libro "Río de aguas amargas" (Guadalajara, México, 1953):
"Paz. Libertad. Amor. Justicia: España.
Y la palabra Guerra y la palabra Muerte
y todas las palabras malnacidas
se apagarán de pronto,
se apagarán envueltas en cenizas".
Para Francisco Moreno, estudioso de Garfias, este poema tiene una sorprendente dimensión de compromiso social y político: "El tema es la eliminación de las palabras negativas -Guerra, Muerte- y la exaltación de las palabras positivas: Paz, Libertad, Amor, Justicia, España".
No sé si finalmente los versos de Pedro Garfias figurarán en esta zona del Cementerio Municipal San José de Cabra.
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