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El nuevo inquilino
17.10.12 - Escrito por: Antonio Fernández Álvarez
El miserable cuartucho que tenía alquilado en la viejísima casa de vecinos donde vivía, estaba situado en el patio principal de la vivienda, próximo una pila de un tamaño considerable con un caño que continuamente estaba echando agua abundante, y fría incluso en verano. Era donde principalmente la mujeres se juntaban para lavar la ropa y de paso un rato de cháchara donde o criticaban a la vecina que no estuviera en ese preciso momento, o incluso algunas veces se ponían verdes entre ellas habiendo llegado a las manos en alguna ocasión.
El agua que caía a la pila desaguaba en un retrete que había próximo a ésta sin ventilación ninguna y con una puerta destartalada de madera a la cual le faltaban más de 30 cts. desde la misma hasta el suelo. Era un retrete común que utilizaban las 50 personas que vivían en la casa, entre adultos y niños.
El cuchitril solo era una habitación de no más de dos metros de ancho por cuatro de largo. La puerta de madera desconchada y cuarteada quedaba a la izquierda y a no más de 20 cm. una ventana pequeña con una reja permitía la única luz y ventilación que tenía la estancia. Como a la mitad del mismo una feísima cortina de tela separaba la estancia, quedando la parte de atrás como el dormitorio, donde una cama de 105 con cabecero niquelado destacaba junto a la pared desconchada por culpa del salitre producido por la humedad, la mesita de noche de madera de haya, con patas isabelinas tenía dos cajones y un penacho con un dibujo tallado y acabado con pan de oro, realzaba tanto que evidenciaba que no era el sitio para un mueble de evidente valor. Un arca en madera también tallada al lado derecho de la cama contenía toda la ropa de él.
Al entrar solo una mesa redonda de 90 cm. con cuatro sillas de madera y anea a su alrededor y un mueble de formica con un bar y vitrina, donde la cristalería con el filo de oro distinguía que la misma era de un coste elevado para un personaje que vivía en tan tétrico lugar.
Hacía solo unos meses que había alquilado el cuartucho, en realidad, nadie lo había visto, después del día de su llegada con su pertenencias, pasó junto las mujeres que lavaban en la pila, las saludó con un sonoro buenos días sin mirarlas, abrió el cuarto, ordenó a dos jóvenes que le acompañaban que colocaran sus cosas, él solo se limitó a indicar donde debían colocar el escaso ajuar, cuando estuvo todo instalado les dio dos monedas a cada uno, parecieron quedar conformes y se marcharon corriendo.
María: Yo creo que lo ha matado, no lo hemos visto desde su llegada. Y el otro día oí....
Paqui: "Es un loco que su familia gente de mucho dinero no han querido que encierren en un manicomio pero que tampoco lo quieren en su casa y le han puesto tierra por medio", dicen que no es peligroso.
Anita: Es un bohemio.
Pepa: Eso, eso nos hace falta aquí otro borracho, bastante tenemos ya con Paco el marido de la Trini,
Lola: Que no te enteras no es borracho es un hombre de vida desordenada.
Juanillo el niño de la Lola: Es un fantasma.
Que dices chiquillo -dijeron todas casi al unísono-. Y se pusieron a reír con chillonas carcajadas que se silenciaron repentinamente, cuando un sonoro buenos días le hizo caer en la cuenta de que era él, no le habían visto entrar al patio ni se habían percatado de su presencia, solo que estaba allí acariciando la cabeza de Juanillo, y sin mirarlas de dirigió a su tabuco.
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