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La "castra" de la miel
01.08.12 - Escrito por: Alejandro García Rosal
Comienza temprano la actividad en la bonita casa de nuestro amigo Paco Briones. Son las 6.30 de la mañana. Hay que ir a las colmenas, donde durante todo el año las abejas han guardado celosamente su dulce tesoro.
El trabajo en equipo es importantísimo.
Dicho equipo lo componen 5 avezados románticos y amantes de la naturaleza, alguno de ellos con más pedigree. Tenemos al "callao", al que no para de hablar, al que le gustan los aliños, y hasta a alguien de aun mas lejos de nuestras fronteras. Por suerte no tenemos ningún "enterao". Este año hay menos miel, según comentan entre ellos.
La "castra" de la miel, o la cata, como la conocen en otros lugares de la Mancha, según Quico Camacho, nuestro otro protagonista de esta historia, es una actividad que reúne muchos aspectos interesantes. Es una actividad ecológica, sana, tradicional, romántica, respetuosa con la naturaleza, sostenible, y muy muy dulce.
Los paneles con la cera y la miel adherida entran en el pequeño laboratorio al efecto. En primer lugar, con unos cuchillos que juntan mas años que algunos de los que estamos allí se les separa la cera. Los cuchillos están inmersos en ollas con agua hirviendo para hacer más fácil su limpieza y posterior y sucesivos usos.
La miel se adhiere a los paneles cubriendo los opérculos, curiosa palabra, que son los pequeños hoyitos que con una adecuada orientación, sirven para que las abejas artistas los cubran con su delicioso trabajo.
El trabajo se continua, principalmente en buena compañía y mejor ambiente, con ese gran anfitrión que es Paco, y los paneles pasan por unos decantadores donde siguen filtrando la miel en bruto. Es un espectáculo ver estas "maquinas" inventadas sin duda por uno de estos románticos que con toda seguridad cada año piensa como puede mejorarla para la siguiente castra.
Aquí mismo es cuando se puede empezar a probar el caramelo que resulta como producto final del proceso. Mayores y pequeños nos deleitamos usando nuestro propio dedo para reunir una cantidad de miel que, dejando un hilo interminable nos llevamos a la boca. Un verdadero placer gustativo. Un caramelo 100 %.
Ahora la miel se deja reposar, decantar, hasta su "refinamiento" definitivo, y los paneles vuelven a su lugar para que el ciclo vuelva a empezar.
Y el rato. El rato que se echa, porque todo no va a ser trabajar. El mayor de todos, el patriarca del clan, ha hecho un "picaillo", Paco dice que ha cocinado unos conejos, habrá que creerlo, y la amabilidad y generosidad de toda la familia hacen el resto.
Un gran día. Una dulce experiencia.
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