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Juan Valera: primer texto sobre Wagner en España
20.06.12 - Escrito por: Mateo Olaya Marín
Aprovechando las próxima Feria de San Juan y el tradicional homenaje que nuestro insigne polígrafo recibe cada año en la glorieta a él dedicada en el Paseo, traemos a nuestra edición digital un artículo que ya publicamos en la edición impresa en el año 2005 que recoge una interesante aportación de nuestro redactor Mateo Olaya sobre el primer texto relativo al compositor Wagner, escrito por don Juan Valera.
Sobre el nombre de Juan Valera radica el primer texto relativo a Wagner en España. Éste se corresponde con una carta escrita por el literato egabrense desde Berlín (1), el 26 de noviembre de 1856, dirigida a su amigo Leopoldo Augusto de Cueto y en la que describe su impresión acerca de la representación de la ópera "Tannhäuser" (2) , una de las obras más conocidas del compositor alemán Richard Wagner (1813-1883)
Muchos perfiles han sido trazados en torno a la persona de Valera, entre ellos el de diplomático y cosmopolita. Consabidos son sus prolijos viajes por dispares geografías, conociendo nuevas culturas, paisajes, gastronomía o música. Erudito e interesado por el arte, acudía también a los conciertos que se ofrecían en las ciudades donde permanecía por motivos profesionales o personales. Gracias a este carácter itinerante, el primer texto "wagneriano" en español emana de la figura de Juan Valera. Aunque bien es sabido que la música no fue un aspecto muy reflejado en su obra, hay ciertas referencias hacia ella sobre todo en el vasto e importantísimo género epistolar.
En esta carta, Valera detalla a su amigo la puesta en escena del "Tannhäuser" alemán, haciendo gala de su pluma audaz e incidiendo en la propia trama de la ópera, en sus personajes, las relaciones entre ellos y diferentes vicisitudes que el mismo Richard Wagner ideó fundándose en una antigua leyenda alemana. Señala Valera acerca del papel principal de la ópera: "Tannhäuser descollaba entre todos, y Venus misma, que ya en el siglo XIII no podía menos de ser una diabla, y de las más peligrosas, se enamora de él y le lleva a su infierno o subterráneo encantado". A lo que sigue un auténtico alarde de gracia narrativa, que no deja de ser curioso ante la aparente seriedad y robustez que desprende la música alemana: "Tannhäuser está allí más a gusto que nosotros con el Duque; pero el majadero empieza a tener saudades del canto del ruiseñor y de la luz de la luna y de otras insignificantes menudencias que faltaban por allá abajo, donde le trataban a qué quieres boca y a cuerpo de rey, y comete la necedad de abandonar a la archidiabla y a toda su corte de ninfas bailadoras, y de subirse a la tierra".
Prosigue la redacción aludiendo a diferentes escenas donde tienen lugar enfrentamientos, desvaríos y sucesivos avatares que acontecen en esta ópera. Una vez que finaliza el recorrido por todo el guión literario de "Tannhaüser", plasma una serie de reflexiones que son necesarias subrayar por su clarividencia y posible objeto de análisis discordante con el propio escritor.
Los comentarios estrictamente musicales de "Tannhäuser" son escuetos, no obstante Juan Valera no era ningún crítico musical y sus apreciaciones siempre estaban lejos de una disección completa, y tan sólo aparecen cuando asevera que "la música es profundísima y no por eso fastidiosa para los profanos". Esta frase congrega una gran cantidad de teorías y opiniones acerca de la música de Richard Wagner, exenta para muchos de vocación popular y alejada del profano precisamente. Sin duda es cuestionable lo que Valera apunta, puesto que uno de los posibles motivos por los cuales la música de Richard Wagner no caló en el público, y uno de los que también cabría utilizar para explicar el porqué del mayor beneplácito que otros maestros, que no están por encima del nivel del alemán, obtienen entre el pueblo, puede situarse en el tratamiento profundo y oscuro que realiza desde el punto de vista musical.
La ópera de Wagner supuso una revolución en todos los sentidos, y en el musical constituyó una forma original alejada de la estereotipada a través de la manida ópera italiana, mucho más familiar en el entorno español del siglo XIX. De hecho muchas personas, antes y ahora, miran con recelo la ópera wagneriana por el tipo de melodía y armonía que utiliza, en definitiva, por no tener la expresión e impronta que otras supuestamente tienen. Aún así, la música de óperas como la de "Tannhaüser" destaca por su magna orquestación, desarrollo temático, tratamiento de la cuerda y una rotura con los cánones de la música operística del momento.
Pero la música, en Wagner, es un elemento más en todo el entramado artístico que se propone el autor. Cuando Valera, justamente después de esa breve reflexión musical, expone en su carta lo siguiente: "las decoraciones maravillosas, y los trajes de una riqueza y una exactitud singulares. Ni en París ni en Londres se representa nada mejor. Yo estaba con la boca abierta"; no solamente glosa una admiración hacia la fenomenal representación de la ópera, sino que implícitamente viene a relucir un aspecto primordial en el paradigma de la obra de Richard Wagner. Es decir, la concepción, por parte de éste, de la ópera como una disciplina en la que se conjugan una serie de ingredientes en su máxima expresión (música, teatro, poesía, danza, arquitectura, escultura y pintura) constituyendo un auténtico edificio artístico, lo que pasaría a llamarse "Gesamtkunstwerk", esto es, la "obra de arte total". Esto, que tiene mucho que ver con la tragedia griega, era asumido concienzudamente por Wagner yendo más allá, alcanzando cotas superiores y desembocando en unas representaciones mayúsculas, sobrecogedoras y que dejaban atónito al espectador, en este caso a D. Juan Valera. No extraña, pues, que el egregio alemán fuese conocido como "el poeta de los sonidos y las palabras".
Finalmente, se deshace en elogios hacia el personaje de Elisabeth, la princesa salvadora, a la par que utiliza el parentesco de quien encarna dicho papel, la sobrina de Wagner(3), para apostillar que éste no acudió a dicha representación por encontrarse en otro lugar debido a su actividad política (4) . Así pues, termina diciendo: "La Wagner, sobrina del compositor, hacía de Princesa salvadora, y es tan linda y bien plantada, que el más melindroso penitente la tomaría por escala de Jacob con que subir el cielo. Su tío anda errante por esos mundos, por haberse metido demasiado en las jaranas del 48".
Hasta aquí una reseña de esta carta que se ha convertido con el paso del tiempo en un referente para los musicólogos y diletantes de la obra de Richard Wagner. Cercano el homenaje a Valera y lo mismo que hicimos en el año 2005, no viene mal estos días, recordar que, a través de su epistolario, nos legó el primer texto relativo a este gran compositor en España.
NOTAS:
(1) Juan Valera: correspondencia. Edición de Leonardo Romero Tobar, Madrid, ed. Castalia.
(2) Estrenada en 1845.
(3) Johanna Wagner, cantante de ópera.
(4) Richard Wagner estuvo exiliado durante un tiempo en Suiza, debido a su participación en revueltas revolucionarias por los años1848-1849.
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