|
ÉL NUNCA BAJARÁ
29.09.2007 - Escrito por: Eduardo Luna Arroyo
Aquella noche, Harry, cerró la taberna antes de tiempo. Quise acompañarle porque note que sus ojeras eran un manantial de sufrimiento e insomnio y la noche aparecía ensangrentada. Dos chicos mayores de edad, aunque con la cabeza al norte del sur, dónde sus vidas nunca llegarían, protagonizaron una pelea de plata y llanto en la cara de Harry. Él me contó bajando las escaleras de Epopeya que en su familia, las cosas no eran tan fáciles, veinte horas, veinte de trabajo diarias, dos chavales esperando la llamada del paro sin teléfono móvil, una mujer desesperada y resignada y un tercero sin ascensor, del que sólo podía presumir estar cerca de la luna llena. Indignado me contaba con lágrimas en los ojos, que de que servía que políticos como el presidente de la Junta de Andalucía, Mr. Chaves, visitaran ciudades para inaugurar empresas, prometer el pan de hoy y el hambre de la noche, rodeados de alzacolas sumisos y ciegos. Le expliqué a Harry que en Andalucía prometían la tercera modernización, él con un puro húmedo y con sabor a perdedor, me miraba, sólo eso, me miraba. Tengo dos hijos con veintiocho años sin trabajo, cada día almorzamos impuestos para pagar un gasto invisible y en el hospital dicen que no hay cama para mi madre que olvidó hace años mi nombre y mi corazón.
¿Quién habla de modernización?, un señor con un sillón hecho a medida y un pensamiento adaptado sólo a los que humillan su rostro ante él. Harry, justo en medio de las escaleras se abrazó al silencio y escribió en una nota, no soy feliz.
Al montar en el metro aquella noche, rozando las 03.00 de la madrugada, reflexione sobre lo que aquel hombre roto escribió en un papel sucio. No soy feliz. Es cierto, hay muchos andaluces cansados de promesas incumplidas, una sanidad gestionada boca abajo, cientos de alcaldes digiriendo su voz para que no salga de sus estómagos, carreteras de 2005 para 2009, pactos antinatura, corrupción urbanística, paro y parados irreales con mercedes en las puertas de sus casas, medios de comunicación dictatoriales, periodistas amordazados, muchas pantojas para distraer, una deuda con el pueblo, políticos profesionales, políticos de rosa roja ganado elecciones con un concejal y así escribiríamos el libro de las promesas silenciadas en un cajón desastre.
No pude ver a nadie aquella noche, bueno si, a un señor trajeado con mis impuestos, que no quiso bajar las escaleras de Epopeya, le escuché decir a sus lacayos, que los problemas de la gente no podían ser sus problemas a estas alturas. En aquel momento pensé, Él (Chaves) nunca bajará…
|
|
|
|
|
|