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José Olmo Luque nace en Martos en 1913 y fallece en Cabra en 1993. La última etapa de su trayecto vital transcurre en nuestra ciudad como maestro jubilado, escribiendo poesía y gozando de la vida de su entorno; siempre fue un gran conversador. Colaboró con El Egabrense, donde periódicamente aparecieron publicados sus poemas.
La poesía de José Olmo es una poesía sencilla, de rima fácil y sonora (sus estudios musicales lo delatan) y siempre intentando transmitir en sus versos la filosofía de su vida. Sus poemas nos deja ecos de las sílabas métricas usadas por nuestros clásicos; un reflejo indudable de sus miradas lectoras en busca de inspiración.
A veces conviene acercar a un primer plano a estos líricos locales que permanecen en la lejanía, a modo de ejercicio de comprensión hacia aquellos que dedicaron un tiempo de su existencia a la poesía y a la música y, por supuesto, a la enseñanza, no olvidemos que José Olmo Luque estudió magisterio ejerciéndolo en Torreperogil, Torredonjimeno, Fuensanta de Martos y en la ciudad que le vio nacer, Martos, en la que ocupó plaza de maestro en la Escuela de Formación Profesional San Felipe Neri. En Fuensanta de Martos su afición a la música le hace fundar una rondalla formada por 23 alumnos, y allí empezaría a demostrar su habilidad en la construcción de juguetes electrónicos para la enseñanza de sus alumnos y a sacar sonidos melodiosos, con un sencillo arco de violín, a una especie de hoja laminada de acero que semeja un serrucho.
La figura de José Olmo Luque ha quedado inmortalizada en el libro de Tico Medina "La tierra redimida", describiendo el periodista el personaje y el lugar donde desarrolló fundamentalmente su labor educativa. Dice de Fuensanta de Martos: "un pueblo de casas muy bonitas, muy semejantes a las de la baja Andalucía; son las blancas casitas de la marinera Andalucía [...] Flores en los balcones, geranios en las ventanas, árboles en las calle", elementos que conforman el territorio en el que ejerce su actividad el maestro nacional. Para Tico Medina, Olmo era una alhaja nacional: "Una especie de genio de la pedagogía española, escondido en este curioso pueblo, que día tras día enseña a los niños y a los analfabetos que ya fuman cosas de la historia de los hombres, de la Patria y de Dios. Este maestro tiene un premio provincial por su especial lucha contra el analfabetismo".
A nuestro Lírico se le ha definido en su aspecto humano como amable, ameno, conversador, alegre, leal y siempre dispuesto a prestar ayuda al que se la solicitaba. El Egabrense recogía en 1993 su muerte, la muerte de un "maestro jubilado y excelente poeta", subrayando que "Olmo no se consideró nunca un jubilado y las clases que no podía impartir en el aula las desarrollaba en su departir diario con las personas que conformaban su entorno".
El recital poético de homenaje será un recorrido por su producción poética, en una especie de antología que he tenido el privilegio de seleccionar y dirigir su montaje escénico. Es la primera vez que lo hago con la sección lírico-declamatoria y literaria del Centro Filarmónico Egabrense, no así con el coro y orquesta con los que he compartido algunas actuaciones; sobre todo en el tema de los villancicos barrocos egabrenses.
Si la poesía es el vehículo en el que viaja más plenamente el sentimiento, a través de los versos de José Olmo Luque iremos descubriendo las distintas facetas emocionales que han ido conformando la vida del versificador: el amor reflejado en una sonrisa, en una mirada o convertido en ocasiones en desaliento; la belleza de la naturaleza despertando todas las sensibilidades posibles; el acercamiento a Dios, patente en muchos de sus versos; la muerte, con una intencionalidad reflexiva y aconsejando que para que el alma encuentre su recompensa hay que portarse bien en la tierra. Su amistad con Madueño aparece versificada, dedicándole una cuarteta, a título de epitafio, que recoge la personalidad inconfundible del amigo: "Aquí acabó su viaje, / regalar versos su empeño, / la pluma fue su equipaje, / su nombre: Manuel Ruiz Madueño". Algunos poemas vinculados con la familia están llenos de ecos infantiles. No falta la Semana Santa egabrense, ni tampoco la búsqueda de los principios que orienta y organizan nuestra realidad. El recorrido termina con un poema en el que añora su examen de ingreso en el instituto en el aula número tres, al que fue acompañado de su padre.
Intervienen en la declamación Antonio González Lozano, Beatriz Molina López, Francisco Moral Moral, Francisco Olmo Osuna, Conchi Postigo Carmona y Alfonso Vergillos Salamanca (por riguroso orden alfabético). José Julio Mesa Vera nos irá acercando, con breves pinceladas, a la biografía del vate y a las temáticas de los versos. Manuel Molina Carrillo, al piano, pondrá esas notas musicales que sirven para envolver los sentimientos que buscan emocionar al público escudriñando el alma de las palabras.
No lo olviden: Viernes 12 de junio, a las 21:00 horas, en el Salón de Conciertos del Centro Filarmónico Egabrense, Homenaje al poeta José Olmo Luque (Martos, 1913 - Cabra, 1993).
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