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El Hermitage en el Prado
20.11.11 RINCÓN DE ARTE - Escrito por: José Peña González
Para ser mas exactos habría que decir una mínima pero significativa muestra de los mas de tres millones de piezas artísticas que componen los fondos del gran museo de San Petersburgo se encuentran hasta el día 25 de marzo expuestos en nuestra primera pinacoteca en cumplimiento del acuerdo suscrito entre los gobiernos de España y la Federación Rusa para la celebración del llamado Año Dual Hispano Ruso. Como consecuencia de ello una magnifica muestra del arte español se ofreció a los rusos y en correspondencia estos han enviado a Madrid ciento setenta obras de su primera pinacoteca.
Dichas obras presentan tanto las firmas de la pintura europea de todos los tiempos, de modo especial la pintura holandesa de Rembrandt, Franz Hals y Pedro Pablo Rubens, artistas de los que Rusia tiene la mayor colección e obras fuera de los Países Bajos, conseguida por obra y gracia de Pedro I en su visita a Holanda, país que admiraba profundamente, al igual que su vecina Alemania. Pedro I creía ver en ambos la suprema perfección en el orden científico e intelectual, a bastante distancia de Francia y sobre todo Inglaterra. Pedro I es el creador del Imperio ruso, unificando sus extensos territorios e intentando occidentalizar su forma de vida, en todos los planos salvo en el politico, ya que mantuvo la misma estructura social y esclavista que arrastraba Rusia desde los tiempos más lejanos. Fundó la ciudad de San Petersburgo que recibe ese nombre en su honor, inspirándose en cierto modo en Paris pero superándola en esplendor y riqueza, como tuvo ocasión de comprobar nuestro egregio paisano Don Juan Valera cuando acompañó al Gran duque de Osuna el año 1857 en su misión diplomática ante los zares.
La obra de Pedro I fue continuada y acrecentada por una princesa alemana, de siempre la gran atracción Berlín-Moscú que ha sido una constante en la política exterior europea en todas las épocas. Esta princesa de nombre Catalina estuvo casada con un sobrino nieto de Pedro el Grande, también llamado Pedro a quien destronó haciéndose cargo del poder de forma absoluta y continuando la política militar y de anexiones de su antecesor. Pero también llevó a cabo una profunda labor de orden artístico, destinando grandes sumas de dinero para la adquisición de importantes colecciones artísticas.
Compró la del premier británico Walpole y todo el fondo artístico que atesoraba Josefina Bonaparte, como obsequio de Napoleón. Todo ello continuado por su sucesor Alejandro I permitió a los zares rusos poseer una de las colecciones más completas y valiosas de arte de todos los tiempos, repartida en tres palacios, todos ellos en la capital de invierno del Imperio: San Petersburgo. Son el Viejo Hermitage, el Nuevo, y el Pequeño Hermitage levantado por la déspota Catalina para celebrar reuniones literarias y filosóficas con las grandes figuras de la intelectualidad europea. De ahí su amistad con Voltaire, cuya obra manuscrita constituye uno de los tesoros del Hermitage. Una mínima parte de ello podemos contemplar en Madrid hasta el 25 de marzo.
En ella podemos pasar de la puntura flamenca y holandesa a magnificas obras e corte español: Velázquez, Ribera y el Greco, pasando por artistas muy relacionados con España, caso de Tiziano. También pintura italiana representada por el esplendido Tañedor del Laúd de Caravaggio. Representantes de la gran pintura francesa del XVIII como Watteu y Poussin o la esplendida colección de terracotas entre las que destaca el famoso Éxtasis de Santa Teresa de Bernini y más modernamente las esculturas de Antonio Canova. Por cierto entre ellas, amén del busto de Voltaire, una maravillosa María Magdalena en penitencia cuya sola contemplación justificaría un viaje a Madrid.
Añadan a estas pinturas y esculturas la magnífica colección de joyas y piezas arqueológicas encontradas en las orillas del Mar Negro o procedentes de las llanuras siberiana, que hacen del Hermitage el museo más rico el mundo en esta manifestación artística. Posiblemente solo pueda comparársele el de Pergamo antes de la expropiación a que fue sometido. A estas joyas procedentes del mundo antiguo se añaden los encargos realizados por los zares a la casa Fabergé.
Siendo mayoritaria la colección de obras hasta el principio el XIX, los soviets cuando nacionalizaron el 1917 los palacios imperiales se propusieron completar las colecciones con pintura moderna. Para ello les incorporaron las obras del Museo Estatal del Arte Occidental lo que permite al Hermitage contar con piezas de Picasso, Matisse o Monet y Rendir, así como obras mucho mas recientes como la Sexta Composición y el famoso Cuadro Negro de Malevich, obras estas que cierra el recorrido de una interesante visita ubicada en dos plantas del nuevo edificio de Moneo conocido como el anexo de los Jerónimos por su vecindad con el templo el mismo nombre.
JOSE PEÑA GONZALEZ.
Catedrático Emerito Derecho Constitucional.
Universidad San Pablo-CEU
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