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Incluímos en nuestra sección RINCÓN DEL ARTE, un nuevo artículo de José Peña González, sobre la recién inaugurada ampliación del Museo del Prado, acto al que asistió invitado por el Ministro de Cultura. Con esta nueva aportación, aprovechamos además para invitar a nuestros lectores a que, coincidiendo con el puente del 1 de noviembre, se animen y disfruten de las exposiciones y museos de la capital de España que está tan cerca gracias al AVE.
RINCÓN DEL ARTE: PASEO POR LA HISTORIA. un artículo de josé peña gonzález - Escrito por:
Anoche cuando recorría a paso tranquilo la historia española del siglo XIX a través de las pinturas colgadas de las paredes del nuevo Prado, pensaba en la coincidencia temporal de la aprobación hoy, día 31 de octubre, por el Congreso de los Diputados de la controvertida Ley de la Memoria Histórica. Temas distintos con algún punto de conexión. El Prado en su ampliación, arquitectónicamente perfecta por dentro y más que discutible por fuera, nos sumergía en una convulso y apasionante centuria decimonónica, de la que arrancan muchos de los problemas irresueltos que afloraron en el siglo veinte y que forman parte de la memoria viva de España.
Pensé que lo mas positivo era dejarse llevar por ese conjunto de 95 pinturas y doce esculturas (mas algunas del siglo XVI en la entrada y el claustro) y reflexionar por lo que representa la obra de esfuerzo colectivo, de plasmación del tan llevado y traído consenso nacional, de su materialización en un autentico pacto de estado que se inicia con el Presidente González y que se mantiene hasta el Gobierno de Rodríguez Zapatero con el fértil intermedio para el Museo de las dos legislaturas de Aznar. Memoria pues para la Historia que no es exactamente lo mismo que la Memoria histórica en pleno proceso legislativo. Pero que permite abrigar la esperanza de que pueda volver a repetirse ese pacto de estado que hizo posible la obra de Rafael Moneo, costosa, discutida y discutible, recurrida ante los tribunales, pero hoy transformada en esplendida realidad. La obra que demuestra que los españoles cuando queremos podemos hacer obras conjuntas y proyectar empresas comunes. Una vez mas el ámbito de la cultura da una soberana lección a nuestra clase dirigente. No tiene sentido hacer de la vida política un permanente choque de trenes que impida el bien mas preciado de una colectividad: la pacifica convivencia en el que cada uno expone sus puntos de vista y la ciudadanía escoge mayoritariamente aquel que más le convence. Eso se ha llamado siempre Democracia, con mayúscula, porque es el bien mas preciado de la ciudadanía desde los griegos del siglo IV a. C. hasta nuestros días. Si ha sido posible el pacto de estado en esta circunstancia, me pregunto que por qué no se amplia a todas las demás. Ojala nuestros políticos llegaran a plantearse esta cuestión como una posibilidad que el Prado demuestra ser realizable.
La exposición está repartida en tres espacios perfectamente delimitados. La entrada en la planta baja se abre con la presencia de Goya y el neoclasicismo. El óleo goyesco de la Marquesa de Santa Cruz y el de la duquesa de Abrantes sirven de pórtico a una sala en cuyo centro aparece la escultura de José Álvarez Cubero a Dª Isabel de Braganza. Justa reparación histórica porque el Museo del Prado existe gracias a ella. Fue la segunda esposa de Fernando VII y convenció a su marido para que trasladara al edificio Villanueva gran parte de los tesoros artísticos que formaban la llamada Colección Real. Es una escultura sedente de corte neoclásico realizada en Roma desde donde fue trasladada a Madrid el año 1828. A pocas mujeres debe tanto la cultura española como a esta casi desconocida Reina de España. En esta misma sala esta el magnifico retrato de Goya debido a Vicente López. Es un óleo que retrata al pintor aragonés cuyo rostro expresa muy bien las inquietudes y el tormento interior que por esas fechas vivía el anciano maestro. También de Vicente López el retrato de Cristina de Nápoles, la cuarta esposa de Fernando VII y madre de la Reina Isabel II. A continuación oleos magníficos de Pérez Villamil, Alenza, con su famoso “Viático” que le hacen por derecho propio el maestro del costumbrismo romántico madrileño. Eugenio Lucas con dos oleos sobre la Inquisición , muy bien conocidos porque han ilustrado los libros de la Historia de España que se estudiaba , al menos en los tiempos de bachillerato de quien escribe estas líneas. Hoy parece que la Historia está un poco abandonada en los planes de estudio. Al hilo de lo anterior quiero destacar que para muchos españoles que han sobrepasado el medio siglo, gran parte de los cuadros de historia que aquí se exponen y que durante muchos años han permanecido en el anonimato de los depósitos del Prado, son bien conocidos porque ilustraban los manuales de la segunda enseñanza.
De Antonio Maria Esquivel aparece, entre otras, su famoso óleo titulado “Los poetas contemporáneos” que reproduce la lectura que llevó a cabo Zorrilla en el estudio de Esquivel ante los poetas de su generación. Es un magnifico retrato colectivo de la lírica española del primer tercio del siglo XIX. El tramo final de este primer apartado esta reservado a Madrazo y Rosales. Del primero el extraordinario retrato de la Condesa de Vilches. La bella Amalia de Llano sale de la penumbra del salón con la sonrisa más seductora de la pintura española del XIX. . De Federico Madrazo es también el retrato de otras grandes damas de la aristocracia y burguesía española de la época: la marquesa de Montelo, la de Valderas o el de Concepción Remisa, la esposa de Moret y Quintana. .
Eduardo Rosales está ampliamente representado, destacando el óleo de “Isabel la Católica dictando su testamento” con influjo velazqueño en la composición de la luz. Este cuadro esta considerado por la mayoría de los críticos como la mejor pintura de historia del siglo XIX. Frente a este recuerdo del pasado histórico, Rosales es también el autor moderno que pinta una esplendida mujer saliendo del baño , que la tradición dice que realizó en Roma en un solo día , donde recoge toda la sensualidad que desprende la modelo y pasa por ser el mas hermoso desnudo de la pintura española del diecinueve.. También de Rosales un cuadro histórico que traslada al espectador a Yuste donde al Emperador le presentan a su hijo natural Juan de Austria, el famoso Jeromin, que ignora la paternidad imperial que lleva en sus venas. También en la planta baja nos encontramos con Casado del Alisal y su “Rendición de Bailen” pintada en Paris muchos años después del suceso histórico en el que un caballeroso General Castaños recibe la capitulación del ejercito francés. Inspirado en la Rendición de Breda de Velásquez, es también deudor de las tendencias coloristas de la pintura francesa de mediados del XIX.
La sala B, también en la planta baja, es un impresionante libro de historia, colgado de sus paredes. Obras como Las hijas del Cid de Dioscoro Puebla, la Demencia de Juana de Castilla de Vallés, el Suicidio de Séneca de Domínguez, Doña Juana La Loca de Pradilla, La Leyenda del Rey Monje de Casado del Alisal, La Conversión del Duque de Gandia y el retrato del Príncipe de Viana de Moreno Carbonero, El Fusilamiento de Torrijos de Gisbert y la Expulsión de los judíos de España de Emilio Sala, son las obras mas destacadas de esta sala. Cuadros poco conocidos por la juventud española ya que hace tiempo que no han estado expuestos. Yo recuerdo una magna exposición de pintura histórica española en el antiguo MEC de hace mas de veinte años y creo que desde entonces no han salido del almacén del Prado.
Abriendo la Sala C, nos encontramos con un recorrido de la pintura paisajista española del XIX de la mano de Martí Alsina, Muñoz Degrain, y Carlos de Haes A continuación Mariano Fortuna con sus pinturas de clara influencia marroquí como la famosa Batalla de Wad-Ras o el muy desconocido cuadro de “La Reina Cristina pasando revista a las tropas” expuesto durante muchos años en el palacio que el Duque de Riansares tenia en el parisino bulevar de los Campos Eliseos. Raimundo Madrazo, cuñado de Fortuny, es el autor de unos esplendidos retratos sobre tabla de la marquesa de Manzanedo y el magnifico de Ramón de Errazu que pudimos ver hace una par de años en una exposición temporal en el Prado., También es suyo el retrato de Maria Guerrero vestida de Doña Inés en la obra de Zorrilla. Por cierto que la famosa actriz aparece también en un retrato de Emilio Sala, el gran pintor valenciano y otro de Joaquín Sorolla representando el papel de La Dama Boba, la obra de Lope de Vega en el teatro que hoy lleva su nombre. Artistas como Pinazo, Palmaroli, Jiménez Aranda están con sus obras en la grata compañía de gran Sorolla del que se cuelgan en esta sala nada menos que siete obras. Algunas tan decisivas para la pintura española como el “Aun dicen que el pescado es caro” o los retratos de la familia del pintor Aureliano Beruete, su gran amigo. Que también esta presente en esta exposición que precisamente cierra en su apartado de pintura con el óleo “Otoño en Madrid” realizado y fechado ya en el siglo XX.
Las doce esculturas que acompañan son de Álvarez Cubero, José Piquer, Agapito Vallmitjana, Camilo Torreggiani, Suñol, Benlliure y Querol. . De todos ellos obras maestras generalmente en mármol de carrara y alguna en bronce como el “Dante pensativo “de Suñol que impresiona por la reflexión que se desprende de la escultura del creador de la lengua italiana.
Este impresionante recorrido histórico por el arte español del XIX no podía tener mejor epilogo que una visita al antiguo claustro de los Jerónimos, incorporado hoy al Museo. Las piedras del mismo han sido limpiadas con esmero y sencillamente para los que conocimos el claustro en los años sesenta, la visión de hoy aparece espectacular. En esta zona se han instalado las esculturas de los Leoni sobre la familia imperial de Carlos I. El emperador y su hermana Maria, en bronce y mármol ponen un punto final que enlaza con la primera parte de la exposición integrada por las esculturas de las musas adquiridas por la Reina Isabel de Farnesio en el siglo XVII al heredero italiano de los fondos escultóricos que había ido coleccionando en Roma la extravagante Reina Cristina de Suecia. Isabel de Farnesio ordena a su embajador en los Estados Pontificios que adquiera la colección para adornar su nueva residencia segoviana de la Granja. Es un conjunto espectacular en el que echo de menos la famosa “Clitia”, la enamorada del Sol, que durante muchos años acompañó a las musas en la misma sala del antiguo Prado.
No queda más que reiterar la excelencia de la colección expuesta y el deseo de que todo lo que representa esta exposición de pacto y consenso, pueda ser llevado a otros campos de la vida española. Que asi sea.
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