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LIBROS DE VALERA REGALADOS AL INSTITUTO – COLEGIO
11.07.11 - Escrito por: Antonio Suárez Cabello
En las V Jornadas de Institutos Históricos Españoles, celebrada en el Instituto y Fundación ‘Aguilar y Eslava’, tuve el privilegio de presentar una comunicación que, bajo el título ‘Puesta en valor de los libros regalados por Valera al Instituto-Colegio Aguilar y Eslava’, trataba sobre el proyecto que actualmente estamos llevando a cabo sobre la recuperación de los libros que pertenecieron a la biblioteca familiar y personal del insigne egabrense y que forman parte del fondo bibliográfico del Instituto - Fundación.
El objetivo es la localización de todo el legado donado por Valera para, una vez inventariado y catalogado, organizar una colección y ponerla a disposición de los usuarios, teniendo en cuenta que dicha colección ha de ser un organismo vivo y abierto a la ciudadanía, proyectándose universalmente a través de los nuevos medios informáticos.
Asimismo, buscamos en este proyecto que los destinatarios sean sensibles a lo que pudo ser una biblioteca familiar o personal en aquella época, y lo que pudo suponer la lectura de los libros de esa biblioteca. En el caso de Valera el destinatario puede investigar el reflejo de la lectura de estas obras en su escritura.
Los antecedentes de la donación se localizan en una carta que don Juan envía a su mujer desde Cabra, donde había venido para arreglar asuntos económicos y electorales. De la epístola, fechada el 28 de septiembre de 1875, extraemos el siguiente fragmento: “Los libros, que son muchos, algunos volverán a Doña Mencía, también a la casa de la Paniega, otros irán a Madrid; y la mayor parte de ellos me servirán para hacer un regalo al Instituto de Cabra. Creo que regalaré al Instituto 300 volúmenes, lo menos, esplendidez digna del propio Mecenas”.
Valera entregó al Instituto ciento cincuenta y dos títulos que suponen trescientos diecinueve volúmenes, de los cuales, hasta la fecha, hemos localizado casi dos terceras partes del legado. Entre los libros encontramos varias gramáticas que servirían al futuro literato en su formación intelectual: gramática italiana, inglesa, griega, latina, francesa. También encontramos diversos diccionarios: latino-español; francés-italiano, italiano-francés; italiano-español, español-italiano, diccionario inglés... No faltan entre los autores los clásicos griegos y latinos: Horacio, Virgilio, Ovidio, Esopo, Jenofonte; ni tampoco el lírico italiano Petrarca o el Orlando de Ariosto, cuya primera página le inspiró un poema amatorio, fechado en Nápoles, destinado con toda seguridad a Lucia Palladi, el gran amor de Valera. Entre los poetas españoles: Quevedo, Espronceda (a quien conoció en el Balneario de Carratraca, enclavado en la falda de la Sierra Blanquilla), Avellaneda (de la que se enamoró vagamente), además de otros autores castellanos como Calderón, Tirso de Molina, Moratín o Iriarte.
De la biblioteca familiar nos habla Valera, aunque de forma ficcionada, en su obra ‘Las ilusiones del doctor Faustino’, un personaje con muchos rasgos autobiográficos. De la madre del doctor, doña Ana, dice que sabía “emplear su tiempo del modo más variado. A pesar de que había leído a Racine, a Corneille y a Boileau, le encantaban los poetas españoles más conceptuosos, sobre todo Góngora y Calderón, y hasta Montoro y Gerardo Lobo. ‘La Historia de España’ de Mariana; las obras del venerable Palafox y el ‘Teatro crítico’ y las ‘Cartas eruditas’ de Feijoo, eran sus libros predilectos en prosa”. Libros predilectos algunos de los cuales dejaron de formar parte de la biblioteca de doña Ana y pasaron a los anaqueles de la biblioteca del Instituto, puesto que en la donación hay obras de Racine, Corneille, Boileau, Palafox, Feijoo…
En la misma novela, ‘Las ilusiones del doctor Faustino’, Valera nos habla de la biblioteca del protagonista: “La biblioteca y el gabinete de estudio del doctor ocupaban otra tercera sala. Libros de distinta procedencia y carácter llenaban varios armarios de pino pintado. Los que trajo de Francia el endiablado comendador Mendoza, que andaba penando en el desván, eran casi todos impíos: Voltaire, los enciclopedistas, etc. Los que sirvieron para la educación de doña Ana, o adquirió ella del clérigo francés, era como el contraveneno de los del comendador Mendoza. Allí estaban las refutaciones de Bergier y de otros contra los impíos de su época y las obras de Fenelon, Massillon y Bossuet”. Es decir, algunos de los libros de este doctor Fausto en pequeño han pasado a la Biblioteca del Instituto, puesto que en la relación de títulos están los autores Voltaire, Bergier, Fenelon, Massillon, Bossuet.
Sabemos que este fondo bibliográfico que estamos recuperando necesitará de la protección y conservación para darlo a conocer en las mejores condiciones posibles. Al proyecto se está incorporando todos los documentos que vinculan a don Juan Valera y su familia con el Instituto-Colegio.
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