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Visita a las ruinas romanas de Torreparedones
14.06.11 - Escrito por: Antonio Suárez Cabello
A veinte kilómetros de Baena se encuentra el Parque Arqueológico de Torreparedones, donde el visitante puede contemplar las ruinas de un asentamiento que conoció su mayor esplendor en las épocas ibérica y romana. Las fuentes documentales manejadas por los investigadores apuntan a la colonia que Plinio mencionó como ‘Ituci Virtus lulia’.
La contemplación de estas ruinas y el paisaje que las envuelve ensimisma la mirada del visitante, llenándola de un misterioso magnetismo que nos lleva, en la imaginación, a ejercitar nuestra fantasía ante la admiración que nos producen estas huellas de la historia. El contar con el privilegio de un guía como el arqueólogo Antonio Moreno Rosa (Director del Museo Arqueológico de Cabra), conocedor de este tesoro del que quedan aún muchas cosas por descubrir, enriquece nuestra experiencia y la llena de emotividad al conocer mejor los pormenores de lo que pudo ser este recinto arqueológico también conocido como Torre de las Vírgenes. Para Pierre Gross “Torreparedones se suma a esa lista de ciudades relevantes por su buen estado de conservación y por su monumentalidad, junto a lugares como Corduba, Baelo Claudia o Itálica”.
A las nueve de la mañana del pasado domingo acudimos puntualmente a la cita programada por la Delegación de Cultura para asistir a la excursión que, organizada por el Museo Arqueológico Municipal y bajo el nombre de ‘Paisajes arqueológicos. Las ciudades vecinas de Igabrum’, nos trasladaría a conocer las ruinas romanas de Torreparedones en Baena. Desde la Estación de Autobuses, y en coches particulares, unas treinta personas iniciamos el recorrido que nos llevó a la ciudad del olivar y el aceite para, desde allí, continuar nuestro camino a la zona arqueológica declarada Bien de Interés Cultural.
Antes de llegar al Centro de Visitantes, dejamos a nuestra izquierda la Fuente de la Romana, situada en la base del cerro donde se asientan las ruinas; una fuente cuyo manantial de aguas con propiedades terapéuticas pudo estar vinculado con los exvotos anatómicos recuperados en el santuario situado a extramuros del asentimiento. Un santuario que se relaciona a la diosa Caelestis, venerada en el lugar y asociada a la fertilidad.
En el Centro de Visitantes, aparte de recoger los folletos turísticos correspondientes, fuimos obsequiados con un sombrero de paja y un abanico de cartón que aliviaron de sobra nuestros calores. El día estaba nítidamente claro y los rayos solares apenas si nos castigaron en nuestro recorrido.
Siguiendo los pasos de nuestro excepcional guía (Antonio Moreno lleva varios años trabajando como arqueólogo en el recinto), nos detuvimos en todas las partes visitables de este poblado -fortificado en altura- situado en la campiña cordobesa. La explicación puntual en todos los espacios que recorrimos ilustró ampliamente nuestros escasos conocimientos del territorio.
Pisamos las mismas piedras de acceso a la ciudad de hace 600 años a.C. Vimos los restos de un Mercado donde se vendían productos alimenticios. Contemplamos el lugar público por excelencia de los romanos: el foro; una plaza de forma cuadrangular en la que, por unos instantes, imaginamos el trasiego de personas en plena actividad vital. Por ultimo pudimos observar los restos del Castillo medieval; una fortaleza de construcción cristiana que al parecer fue concebida por su estratégica situación en la frontera castellano-nazarí.
El regreso se produjo después de casi tres horas de excursión cultural, en la que se pretendía conocer aquellas ciudades que en época romana rodeaban a Igabrum.
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