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Sobre la Escolanía de la Virgen de la Sierra.
08.06.11 CABRA - Escrito por: Una cantora
La Escolanía de la Virgen de la Sierra se creó en Cabra el año 50 del pasado siglo y fue su directora y fundadora Eduarda Moral Espejo.
No cabe duda de que las mujeres sabemos adaptarnos miméticamente a las circunstancias que la vida nos presenta. Aún en tiempos oscuros de opresión como fueron para nosotras los años cincuenta, siempre surgen, también en nuestra ciudad, mujeres que desde unos valores u otros se ponen en marcha con decisión para llevar a buen puerto sus ilusiones, sus proyectos y sus anhelos.
Este es el caso de Eduarda Moral, Eduardita para su familia y amigas, quien allá por el año 49, recién llegada del Conservatorio Superior de Música de Madrid, con su título de piano bajo el brazo y un gran saco de ilusiones, emprende su sueño de formar una escolanía de jóvenes cantoras.
Cierto es que respondiendo al ambiente de la época este grupo se desenvolvía en ámbitos religiosos bastante “protegidos” pero esto no quita mérito a este grupo de chicas, que encontraron su espacio haciendo lo que más les gustaba que era cantar, con imaginación y creatividad; sorteando las dificultades, involucrándose también en las redes sociales del momento y colaborando a paliar las necesidades de los más desfavorecidos.
Supieron combinar a la perfección la diversión sanísima de aquella época con excursiones, meriendas, viajes,… el desarrollo de una afición y el compromiso social recaudando fondos con las cuotas y las actuaciones callejeras, tan de moda en la época, como grupo de mochileras.
Antes, como ahora, los proyectos salían adelante con la implicación desinteresada de las personas; poniendo cada cual lo mejor de sí, en lo personal y en lo material; así, cada noche en su casa, ensayaban incansablemente por separado las voces para acoplar los últimos ensayos en la sacristía de la parroquia de Santo Domingo.
Cantaban y animaban principalmente en las numerosas romerías- La Opinión de aquellos años lo recoge-, en la novena de la Virgen de la Sierra donde cada noche durante su estancia en Cabra, cantaban tres estrofas distintas de las nueve que forman sus coplas, y en cuantos cultos cuaresmales o de gloria se lo solicitaban.
Cuando a la parroquia de Santo Domingo se le hundió el tejado, que nos dejó sin el precioso órgano que tenía, en aquellas navidades fueron cantando villancicos de su amplio repertorio por las casas para pedir el aguinaldo. Al de “arre borriquillo” le adaptaron la letra diciendo:
Aquí está la escolanía de la Virgen de la Sierra
a felicitar a ustedes en las fiestas navideñas.
Y tocando la zambomba y tocando el almirez
deseamos que estas fiestas las pasen ustedes bien.
De aguinaldo ahora pedimos unas pesetillas, tejas o ladrillos,
porque la Parroquia está sin tejado
y es una gran pena ver como ha quedado.
Si le daban 100 pesetas, Angelita Espejo decía alborotada “Una sábana, una sábana” y todas entusiasmadas cantaban más en agradecimiento.
Vivieron innumerables anécdotas que hablan tanto de la generosidad de unas personas como de la mezquindad de otras. De las mil pesetas que recibieron en casa de una familia que creó una empresa que todavía existe hoy y de la señora que solo aportó unos céntimos a pesar de su importante fortuna alegando que la cosecha había sido mala.
Victoria “la de los jeringos”, les hacía algunas tardes una canasta llena y le ponía de tapadera una gran rueda que ella misma les regalaba. Hacían chocolate en su casa y cada cantora con su taza y cucharilla se reunía para la fiesta a la que asistía también el capellán, Don Diego Villarejo. Era un rato estupendo de cantos, chistes, risas, anécdotas y alegría.
Sus actuaciones no se redujeron al ámbito local. Hicieron bastantes viajes, a Granada, a Córdoba, a Zuheros cuando restauraron la parroquia, a Sevilla para la función de la Virgen de la Sierra en la parroquia de san Roque donde está la filial; de allí se fueron a radio Sevilla donde el locutor Rafael Santisteban las presentó y a través de las ondas muchos andaluces pudieron escuchar las coplas de la Virgen, la salve del Maestro Moral León y el Villancico de Cabra.
Ahora es difícil imaginar la aventura que estos viajes suponían especialmente a un grupo de chicas jóvenes cuando las distancias parecían insalvables con unas carreteras muy deterioradas y unos medios de transporte lentos e inseguros. Por eso no es extraño que a Sevilla las acompañaran don Miguel Sánchez párroco de Santo Domingo y don Manuel Mora.
Estas jóvenes entusiastas y alegres eran capaces de cualquier cosa con tal de conseguir sus objetivos. Un ejemplo de ello es cuando, vestidas de gitanas, subieron a la romería de hortelanos para hacerle entrega al capellán de la bendición apostólica que habían encargado a Roma. En la fotografía que ilustra el texto se recoge este momento. En el año 59 Eduarda sorprendió a todos ingresando en el convento de las RRMM Agustinas.
Fueron casi diez años de andadura que se vio truncada por la llamada vocacional. La escolanía se quedó huérfana, sin directora y sin guía. De ahora en adelante todas estas jóvenes tendrán que consolarse escuchando los acordes del órgano que Eduardita tocara cada día en la capilla del convento y recordando los años en que compartieron tan buenos momentos.
Aún hoy, aunque hayan pasado más de cincuenta años, estas mujeres recuerdan con nostalgia esta escolanía, sus ensayos, actuaciones, encuentros, viajes, y todas recuerdan con infinito cariño a Eduarda Moral que fue su alma y directora y que hace ya algunos años que nos dejó.
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