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¿Pero quién pregona la Semana Santa?
21.08.2007 - Escrito por: José M. Jiménez Migueles
Conste, antes de nada, que esta reflexión no es una crítica a la persona elegida este año para ser pregonero de la Semana Santa de Cabra. Que va. No conozco a la misma y sería injusto calificar algo que no tengo ni la más remota idea ni tan siquiera de cómo va a ser enfocado. No. Es más bien un intento de plasmar cómo pienso ante las afirmaciones pronunciadas desde la sede de Santo Domingo, por las cuales se expresa el deseo de la Agrupación General de Hermandades y COFRADÍAS de que el pregonero sea una persona de compromiso religioso, expresión subrayada con fuerza en todas y cada una de las elecciones realizadas por la misma durante los últimos años.
Pues bien, es un punto de vista, desde luego. Ahí va el mío.
Y el mío consiste, básicamente, en que no hay que ponerse venda en los ojos ni dar palos de ciego. Es obvio, un gran, grandísimo porcentaje de las personas que conforman la Semana Santa de nuestro pueblo no se caracterizan por el alto sentido cristiano que dan a sus vidas, o al menos, no es expresado externamente de la forma en la que se requiere para ser pregonero. No. Más bien, me incluyo, somos personas que, con cierta educación religiosa, relativizamos bastante ciertos preceptos y dogmas, nos caracterizamos por la ausencia a la misa dominical y vemos en esta fiesta una vocación más folklórica que religiosa, aunque eso no quite el fervor devocional con el que miramos a las imágenes que procesionamos.
Creo yo no desviarme mucho si más o menos intuyo que una gran parte de la masa cofradiera de este pueblo entra dentro de estos patrones. Patrones no muy rígidos pero en los que se incluyen muchas de las personas que, día a día, codo con codo, trabajan para que nuestra Semana Santa sea una de las mejores de la provincia o, lejos de clichés absurdos, sea al menos la que nos guste a los propios egabrenses.
Gente que monta la barra del cortijo de Frías, que colabora en el montaje de la Carrera Oficial, que llena y da sentido a los cabildos de la Agrupación General de Hermandades y COFRADÍAS, que acude en masa al pregón del Domingo de Pasión y a la posterior celebración gastronómica (malísima, por cierto, este año pasado), que abarrota los cuartelillos, que intentan fundar nuevas cofradías, que se visten de costaleros, de capuchones, de monaguillos, que compran los paupérrimos Cuadernos Egabrenses, que montan Agrupaciones Musicales, que llenan las Bandas de Música sólo con la intención de tocar marchas durante la Semana de Pasión, que encienden incienso en sus casas durante la Cuaresma, dándole a la calle ese aroma que despierta gusanillos indescriptibles, que hacen programas de radio cofrades, y de televisión, conocedores de nuestra historia, de lo que es una COFRADÍA. COFRADES con mayúsculas, aunque muchos, sin el necesario compromiso religioso (al menos visible, quien sabe lo que uno interioriza, lo que uno siente) exigido por alguien que al fin y al cabo nos representa a todos, a todos los COFRADES.
¿NO TIENEN DERECHO ESTOS COFRADES A SER PREGONEROS?
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