|
UNA EXCURSIÓN A ZUHEROS
PECADOS IBÉRICOS: UNA SECCIÓN DE JOSE M. VALLE PORRAS - Escrito por:
Era el séptimo viaje que la Asociación Naufragio organizaba por la Subbética y sus alrededores. Gustoso me uní al mismo. Tras aparcar nuestro vehículo, visitamos el museo y magnífico castillo de Zuheros. No dio tiempo a desayunar: de nuevo al coche y camino arriba hasta la Cueva de los Murciélagos, maravilloso lugar que estimuló y a la vez satisfizo nuestra imaginación. Lo mejor, sin duda, es su guía; cierto José María que debe tener vocación de profesor, a tenor de las voces que daba a sus clientes.
Intimidado por sus dotes de mando, apenas me atreví a preguntarle si podría regresar a la boca de la cueva caso de pasar frío, ya que sólo llevaba una camiseta de manga corta. Él, sin embargo, trató de vencer el efecto que provocaba la visión de su jersey con la fuerza de la retórica: «No te preocupes por el frío –me dijo–, pues tu cuerpo se adaptará. Preocúpate mejor por los cientos de escalones que te esperan». El caso es que no logré entrar en calor, no sé si por la turbación de sus malos modos o porque apenas me fatigaron los escalones de la cueva.
¿Pero qué importan las formas dictatoriales cuando uno puede disfrutar de los conocimientos e inteligencia de un guía como José Mari? El hombre se atrevía con todo. Lo mismo hablaba de placas tectónicas que de pinturas rupestres, de excrementos de murciélago que de reivindicaciones políticas o falsedades religiosas. Con la misma facilidad hablaba de lo humano que de lo divino. Lástima que, a veces, cometiese algún pequeño error en el punto álgido de su exaltación discursiva, como cuando dijo que el matrimonio es un concepto cristiano y no puede aplicarse a la prehistoria, de lo cual dedujo que lo que entonces había eran «parejas de hecho». Jose Mari no se percató de que, si nos ponemos estrictos, tan de nuestra época son los conceptos de matrimonio como el de pareja de hecho, y que, por ende, ninguno de los dos es válido para el Paleolítico.
Pero no seamos melindrosos. Todo hombre que crea tanta doctrina en una sola mañana por fuerza ha de ser inexacto en algún punto. Lo fundamental es la mera existencia de alguien de su atrevimiento, capaz de improvisar aquella misa atea y cínica pese a quien pese y aunque los asistentes sólo quisiéramos recibir información científica… Yo me quito el sombrero ante alguien que se atreve a decir a tal audiencia que «le gustaría ver a Zapatero con taparrabos viviendo en aquella cueva». Hay que ser muy valiente o muy inconsciente para faltar el respeto de esa manera a un público que sólo quiere que le hablen de la bendita cueva… Y yo creo que, aunque llevase jersey a pesar de que no hacía frío, José Mari es un hombre valiente.
|
|
|
|
|
|