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UN CLÁSICO DEL SIGLO PASADO
4 de Octubre: Día Mundial de la Arquitectura
04.10.10 ARQUITECTURAS - Escrito por: Raúl Aguilera, arquitecto
En pleno siglo XX mientras en Estados Unidos se construía el Empire State Building (1931) o en Europa se desarrollaban las vanguardias que revolucionarían en mundo del arte y de la arquitectura, en Sevilla se construía la Plaza de España (1929). El Regionalismo Andaluz tuvo una gran difusión gracias a la ignorancia que nos hacía incapaces, no de mirar al futuro, sino de reconocer la realidad de nuestro propio tiempo. Un claro contraste de sistemas de pensamiento que queda fielmente constatado por el desarrollo de arquitecturas tan diferentes.
Uno de los ejemplos más claros de este pensamiento consecuente con su época es el trabajo desarrollado por uno de los arquitectos más representativos del siglo XX y por la construcción de una casa que se considera Un Manifiesto de la Modernidad: Le Corbusier y la Villa Saboye.
“La arquitectura debe de ser la expresión de nuestro tiempo y no un plagio de las culturas pasadas.” Le Corbusier
La Villa Saboye está situada en Poissy, a las afueras de París, fue construida en 1929 y es considerada como el paradigma de la Arquitectura Internacional del siglo XX. Visitar esta casa despierta reflexiones profundas acerca de lo que significa vivir y soñar la vida propiciada por la arquitectura que es, en su amplia definición, espacio construido y espacio generado alrededor y entre los muros de la casa, del jardín y del horizonte lejano. La casa comienza en el camino de acceso serpenteante que atraviesa un frondoso jardín arbolado. Cuando el camino deja de ser curvo y se bifurca en dos de manera lineal y paralela, y se alza la vista, es cuando aparece el “objeto radiante” posado sobre la pradera. La casa se presenta solitaria y orgullosa, exclusiva y desligada de las numerosas edificaciones colindantes.
LA FUERZA DEL EMPLAZAMIENTO Y LOS PILOTIS
El objetivo fue levantar un volumen por encima del prado; la geometría del hombre cerniéndose sobre la geometría de la naturaleza. Para ello, levanta la casa sobre “Pilotis” y la despega del suelo.
LA RAMPA INTERIOR. PROMENADE ARCHITECTURALE
La casa se despliega ortogonalmente al tiempo que, en diagonal, se escinde mediante la rampa de acceso en zona pública y privada. Su situación central aporta experiencias encontradas conforme uno se desplaza desde un ámbito a otro, desde el interior a la terraza o a la pradera de manera continua. El gusto cubista por las topologías sorprendentes encuentra aquí un claro aliado.
LA FLUIDEZ ESPACIAL.
La organización espacial de la casa es continua y abierta, desde la llegada a la pradera, el recorrido de ascensión hasta su emplazamiento o el paseo interior de la rampa en el corazón de la casa, hasta el salón, “caja acristalada” que se convierte gradualmente en terraza abierta y semicerrada, el dormitorio principal que evoluciona hacia el baño, o los muros que se transforman en objetos (armarios, sillones, mesas). La interpretación espacial está perfectamente controlada por la manipulación de planos opacos y transparentes que posibilitan vistas de modos diversos.
LA ESTÉTICA DE LA MÁQUINA.
La consistencia de las superficies y la pureza de la geometría potencian las ideas racionalistas de su autor, Le Corbusier. El orden y la claridad son elementos fundamentales en su arquitectura, reflejo de la postura idealista acerca de la eficiencia y precisión de las máquinas.
LA QUINTA FACHADA.
El recorrido de la casa culmina en la cubierta que se trata como si fuera una fachada más. Queda rubricada con la pantalla curva a modo de gesto de libertad que simboliza la Ville Savoye.
EL SURREALISMO.
EL camino de acceso curvo se transforma en camino geométrico de ida y vuelta a la casa, este recorrido penetra en la casa y asciende por la rampa hasta la terraza exterior del primer nivel para seguir ascendiendo hasta la cubierta ajardinada. La rampa desemboca en un hueco abierto en el muro de cubierta; un hueco muy del gusto de los pintores paisajistas románticos. Este hueco está precedido de una mesa realizada en obra que distancia inmediatamente la realidad. del paisaje de propio espectador y dificulta tocar el lienzo imaginario inscrito en la pared. La mesa incita al detenimiento y la prospección; a abrir bien los ojos. La rampa no tiene fin, es decir, es indefinida y no se ve subordinada a ninguna finalidad puesto que Le Corbusier no coloca un digno final de la vertiginosa rampa, sino un signo emocionante de lo ausente.
Le Corbusier apostaba por la belleza no complaciente sino funcional y la presencia de máquinas modernas en el ajuar de la época. Una arquitectura bella que influyera en la forma de vida de la sociedad. Sus ideales racionalistas le llevaron a desarrollar la idea de “Máquina de Habitar”, entendiendo tal definición como la funcionalidad absoluta de la casa, la precisión de una máquina industrial aplicada a la optimización de los recursos y medios cotidianos de la vivienda. La casa es manifiesto de la modernidad porque en ella se desarrollan los 5 principios fundamentales sobre los que se asienta el Movimiento Moderno: Pilotes, Cubierta Ajardinada, Planta libre, Fachada Libre y Ventana Horizontal.
“La ventana en la habitación se asoma a un pedazo de roca gris y rosa con un azul intenso encima. Y esa figura es también la casa, pertenece a ella. La peña y el pedazo de cielo son como la jarra, el libro o el plato sobre la mesa. La casa se ha ampliado. “
Una casa dentro de otra
Juan Navarro Baldeweg
Referencia interpretativas:
Giacomo Balla. Dinamismo de un perro atado. 1912
Vladimir Tatlin. Monumento a la tercera internacional. 1919
René Magritte. La condición humana. 1933
Raoul Hausmann. El espíritu de nuestro tiempo. 1921
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