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TURNER: El gran ausente
04.07.10 RINCÓN DE ARTE - Escrito por: José Peña González - Académico
Lo que no significa que desconocido para el público español. Pero curiosamente no existe en España ninguna obra del pintor inglés, lo que hace más meritoria esta antológica que podemos admirar en el Prado hasta el 19 de septiembre. Se han necesitado créditos y préstamos de los más importantes museos, especialmente británicos, para colgar las ochenta obras que forman la exposición.
Turner ha pasado a la historia de la pintura como el renovador del paisaje Y es cierto. La explicación estriba en su respeto hacia los grandes paisajistas que le precedieron y cuyas obras conoció y estudió muy a fondo. Por eso el comisario de la exposición ha enmarcado la obra de Turner en un diálogo contextualizado con dichos maestros, lo que nos permite ver la comparación entre ambas obras. La que le inspiró y el resultado en los pinceles del paisajista inglés.
El recorrido de la muestra responde a criterios cronológicos. Se inicia con sus orígenes, en los que resulta evidente la influencia de Daughet y Wilson unida a la admiración que siente por la obra de Rembrandt y Van de Velde. Ambos le transmiten el sentido de la luz y la posibilidad de crear las atmósferas adecuadas para cada tipo de paisaje.
Su madurez pictórica coincide con la influencia de la escuela veneciana del XVI, especialmente Tiziano y Veronés, y los clásicos franceses Claudio de Lorena y Poussin. Más tarde se suma a esta influencia Watteau y a través de la Real Academia de Londres la obra de Gainsborough y Wilkie. Ver la obra comparativa de estos grandes maestros con la de Turner es todo un lujo. En el orden del paisaje, Canaletto y sus escenas venecianas están muy presentes en un par de obras del inglés.
El último espacio de la exposición se reserva a su confrontación artística con John Constable, el gran paisajista de su tiempo, artista muy respetado en el ámbito de la Academia y el propio Turner. Hay un pugilato sordo entre ambos, que resultó muy positivo para la pintura británica. Finalmente destacar su cuadro sobre Trafalgar, propiedad de la Escuela Naval Inglesa y traído desde su Museo de Greenwich, con tan extraordinarias resonancias históricas para España. Con ello se pone fin a esta muestra que va a marcar el verano del Prado, aunque personalmente creo que no es precisamente la Gran Exposición que habían anunciado sus patrocinadores. Esplendida por supuesto y desde luego novedosa, pero no la gran exposición de la temporada. Lo que no justificaría bajo ningún concepto dejar de verla.
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