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RESACAS ELECTORALES
04.06.2007 - Escrito por: José Peña González
Han terminado las elecciones. Las urnas han arrojado su resultados y el sistema electoral ha traducido los votos ciudadanos en escaños a ocupar por las personas que los partidos políticos han decidido que formen la clase política de los próximos cuatro años en Ayuntamientos, Diputaciones Provinciales, Cabildos, Consejos y Parlamentos de Comunidades Autónomas que no hayan accedido a la autonomía por la vía del Art. 151 de la Constitución.
Como sucede tras toda consulta electoral el resultado ha deparado sorpresas. Es el momento de hacer un breve comentario, aplicando el foco a un nivel muy general que podría en algunos casos extrapolarse a situaciones concretas. Algunas de estas sorpresas eran previsibles. Tal el caso de la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid. Los habitantes de la villa y corte se han pasado cuatro años criticando las faraónicas obras del alcalde Ruiz Gallardon y su elevado coste que acumula una deuda para treinta años, y luego le han votado masivamente. En la Comunidad ha sucedido otro tanto. Bien es cierto que los candidatos del resto de las fuerzas políticas presentaban un escaso bagaje, haciendo excepción por lo que a la Capital de España se refiere de la candidata Inés Sabanes de IU, una política de raza de una entrega admirable, con una veterania acrisolada y un currículo envidiable. Al lado de estas tres formaciones se han presentado pequeños grupúsculos independientes y siempre minoritarios que no cuentan en estas elecciones municipales, al menos en los grandes municipios, ante la imposibilidad de superar la barrera legal , pero que acaso puedan jugar un papel importante en unas generales. La impresión que dan los resultados en las grandes ciudades es que el mapa político español, ha consolidado la tendencia a un bipartidismo imperfecto que en algunos sitios adquiere la máxima perfección. Veáse el parlamento castellano manchego donde solo cuentan las dos fuerzas mayoritarias. PSOE y PP. A veces se puede pensar que ambas están laminando las opciones minoritarias que surgen a su derecha e izquierda, para mantener la situación de bifrontalidad en una sociedad que no es precisamente la inglesa o la norteamericana.
Desde luego teniendo en cuenta los costes de una campaña y el enorme aparato burocrático que exige unas elecciones como infraestructura de los partidos, es claro que resulta muy difícil romper el bipartidismo más o menos perfecto de la vida política española. Pero el hecho incontestable de su dificultad no puede olvidar la posibilidad de que se haga necesario la aparición de una nueva fuerza para recordar a los políticos sus obligaciones y que todo lo que son y lo que tienen se lo deben a los votantes. Conviene que no olviden este dato tan elemental en los próximos cuatro años. Los electores tienen memoria aunque a veces sufran amnesias temporales.
Los resultados electorales y sigo en un plano muy general, conducen finalmente a una victoria o al lado amargo de la derrota. La victoria tiene muchos padres. La derrota suele ser huérfana. Es difícil encontrar un político que haga examen de conciencia y acepte a priori un mal planteamiento de la campaña, o vea el resultado negativo como la consecuencia de una mala gestión en los cuatro años precedentes. A veces los partidos, sus cúpulas directivas, se equivocan en la designación de candidatos y en el planteamiento de la campaña. Este podría ser el caso de Madrid. La histórica ciudad del “No pasaran” lo mismo que la archirrepublicana Valencia son hoy feudos indiscutibles de la derecha española. Es lógico preguntarse el por qué de ello y quienes son los responsables de esta situación que señala mayoritariamente a la dirección de los partidos y a sus comités electorales, dada la existencia de listas no solo cerradas sino también bloqueadas de nuestro sistema electoral.
Otra característica de las elecciones es la toma de conciencia por parte de todos de ser los vencedores. Y tienen razón. Todos ganan en función de los baremos utilizados para valorar la derrota o la victoria. A nivel nacional nadie puede negar que el PP ha obtenido más votos que el PSOE. En cambio es innegable el avance en el poder territorial y local del partido fundado por Pablo Iglesias. Los socialistas tienen a partir del 27-M mas poder político y económico. Piensese en el tema del control de las Cajas de Ahorro y otras entidades de crédito y también en las subvenciones por el número de concejales y diputados provinciales y regionales al amparo de la Ley de Financiación de los partidos políticos. Aquí gana el PSOE que sin embargo recibirá menos dinero por el capitulo de votos conseguidos en que ale beneficiado el PP, aunque el saldo final sea favorable al Partido Socialista.
Es normal también tras las elecciones que se produzcan movimientos en el correlato de fuerza e influencia política en el seno de los partidos, tanto si se gana como si se pierde. Las pugnas y diferencias que han saltado a la opinión publica y publicada entre Ruiz Gallardon y Esperanza Aguirre a la vista del liderato del partido después de las próximas generales es un claro ejemplo. El mismo que reflejan las tensiones en la antigua FSM, hoy PSM. Madrid es pieza clave para la gobernación de España y los líderes socialistas lo saben perfectamente.
En conclusión que frente al todos hemos ganado de las campañas electorales, lo importante es que los que ganemos de verdad seamos los ciudadanos y que en nuestra condición de tales hagamos un seguimiento diario de la acción de nuestros elegidos. Ellos tienen toda la legitimidad para mandar porque somos nosotros los que se la hemos otorgado. Por lo tanto también tenemos que asumir nuestra cuota de responsabilidad si nos equivocáramos a la hora de la elección. Nosotros lo hemos puesto en un sitio de servicio y entrega a la ciudadanía y les recompensamos con retribuciones, dietas y gajes de todo tipo. Ellos tienen la obligación de responder a nuestra confianza con una entrega total a la solución de nuestros problemas.
JOSE PEÑA GONZALEZ.
Calle Parrillas. 3.6.07
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