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EDUCACIÓN PARA UNA CIUDADANÍA CRÍTICA.Será buena esta asignatura que nosotras reclamamos para toda la ciudadanía si nos ayuda a formar espíritus críticos, para después poder elegir desde la libertad y la responsabilidad; para poder discernir con criterio dónde está el derecho a la libre expresión y dónde el respeto a nosotros mismos y a los demás.
marías de betanía - Escrito por:
Será buena si nos ayuda a defender nuestro pensamiento, nuestros principios morales, nuestros valores humanos, nuestras creencias, nuestros ideales políticos,… con seriedad, con responsabilidad,… para el compromiso.
Los cristianos de a pie vemos con preocupación y extrañeza cómo la nueva asignatura que se impartirá este curso que comienza ha levantado enormes ampollas en diversos sectores conservadores de la política y de nuestra Iglesia. Llevamos meses oyendo comentarios tremendos acerca de los contenidos de la Educación para la Ciudadanía que antes se consideraba transversal y que ahora analizados los escasos resultados pasa a considerarse obligatoria y evaluable. Y el caso es que el título suena bien.
¿Qué es, entonces, lo que tanto les asusta?
Algunos obispos escriben cartas pastorales que se leen en los púlpitos animando a los feligreses incluso a que desobedezcan las leyes de nuestro Estado. Paradójicamente temen el adoctrinamiento de nuestra juventud en una línea de izquierdas contraria a la doctrina católica.
Les incomoda también enormemente el término igualdad de género siendo este un tema que nunca les ha importado porque, entre otras cosas, nunca lo han necesitado: a cada cual les dieron su tarea y en nombre de Dios adjudicaron los papeles, siempre desde una visión machista y patriarcal que a través de un adoctrinamiento de siglos asumimos todos los creyentes.
Como mujeres católicas pensamos con nostalgia en María la de Betania que aprendió de Jesús su mensaje a la vez que el resto de los discípulos en “igualdad de género” y el propio Maestro alabó su decisión frente a la actitud de su hermana Marta afanada en las tareas domésticas. ¡Qué diferente interpretación la de los hombres que utilizaron estos versículos para ensalzar sólo las glorias de la vida contemplativa!
Jesús no solo no temió hablar de igualdad, sino que la propició.
Estudiar temas como la pluralidad cultural y religiosa, la libertad y la responsabilidad en la toma de decisiones, los derechos del niño, el reconocimiento y aprecio de las diferencias de género, hábitos cívicos, la dimensión humana de la sexualidad, Declaración Universal de los Derechos Humanos, funcionamiento de los regímenes democráticos, bienes comunes, racismo y violencia, el medio ambiente, la circulación vial, el consumo racional y los conflictos del mundo actual entre otros es necesario para formar a nuestros jóvenes en una ciudadanía responsable. Pero no solo a ellos. También los mayores necesitamos esta formación. Más aún que nuestros niños y jóvenes; porque tenemos la obligación de transmitirla y hoy por hoy y visto lo visto tenemos una gran laguna.
Y si no cómo es posible que en una ciudad como la nuestra, el pasado mes de julio, dentro de la programación del Auditorio, ante la obra Amor y otros pecados se pudiera contemplar el espectáculo de varios cientos de personas que la mayoría se declaran confesionalmente católicas, muchas de ellas hermanos y hermanas de cofradías de pasión, fervorosos devotos de Jesús y de María Santísima riendo a mandíbula batiente y aplaudiendo entusiasmados ante blasfemias y obscenidades que atacaban descaradamente a los pilares de nuestras creencias religiosas. La obra, para quienes tuvieron la suerte de no asistir, mostraba varias escenas protagonizadas por parejas de personajes históricos en torno al tema del pecado original. Una de esas parejas estaba formada por María Magdalena y Jesús en un guión bochornoso, ordinario y blasfemo que mientras más descarados eran las frases y los gestos más risa producía en el público.
¿Dónde están nuestros valores éticos? Nos hemos perdido el respeto a nosotros mismos; por eso ni nos damos cuenta de cuando nos lo faltan los demás.
Nos sentimos escandalizados cuando en otras religiones la respuesta ante episodios de este tipo se vuelve violenta y desaforada y para mostrar al mundo que nosotros somos muy tolerantes permitimos, apoyamos y aplaudimos los insultos a nuestras creencias más sagradas.
Entre la respuesta violenta y el aplauso hay un honroso término medio en el que los creyentes deberíamos habernos puesto de pie y haber dejado solos a los “actores” y a los organizadores políticos que presumen en sus campañas de plurales y respetuosos con la diversidad religiosa y cultural.
Será buena esta asignatura que nosotras reclamamos para toda la ciudadanía si nos ayuda a formar espíritus críticos, para después poder elegir desde la libertad y la responsabilidad; para poder discernir con criterio dónde está el derecho a la libre expresión y dónde el respeto a nosotros mismos y a los demás.
Será buena si nos ayuda a defender nuestro pensamiento, nuestros principios morales, nuestros valores humanos, nuestras creencias, nuestros ideales políticos,… con seriedad, con responsabilidad,… para el compromiso.
No tengamos miedo a una materia que de entrada quiere formar individuos responsables, críticos y libres para una sociedad democrática y exijamos que los docentes que la impartan sean realmente escrupulosos e imparciales en la transmisión de sus conocimientos. A fin de cuentas el éxito o el fracaso de esta asignatura va a depender una vez más del entusiasmo e ilusión que la comunidad educativa ponga en su desarrollo y del eco que su contenido tenga en las familias.
Marías de Betania
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