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CINCUENTA AÑOS DE LA MUERTE DE CURRO
09.03.10 - Escrito por: Paco Carmona
El 17 de febrero de 1960, fallecía en Sevilla el más grande de los cantaores de saetas que dio nuestro pueblo: Fernando de la Rosa García: “Curro”. Con este sobrenombre era conocido, admirado y querido por todo el pueblo. Hace ya 50 años.
Falleció en Sevilla porque la terrible enfermedad que le atacó de pronto, sólo podía tener un atisbo de solución y no era otra que la de ser intervenido quirúrgicamente en Sevilla. Su jefe y amigo D. Fernando Pallarés Moreno no dudó en traerlo a Sevilla -lógicamente estoy hablando de hace medio siglo- y el pobre, con tan sólo 49 años, dejó viuda a mi prima Pepa y huérfanos a sus cuatro hijos: Pepi, Fernando, Francisco y Manuel (ya fallecido).
Recuerdo cuando se produjo tan triste noticia como si fuera hoy. Causó enorme impacto en toda la población. Ya estaba cerca la Cuaresma y la falta de Curro se haría notar extraordinariamente. Por aquellos tiempos no se entendía la Semana Santa sin escuchar las saetas de Curro. A todas las imágenes, aunque para él su Angustias, su Dolores y su Soledad… eran especiales. ¡Qué martinetes les cantaba!
Aquel lejano 1960 sería el 1º en que Radio Atalaya iba a hacer su programa especial de Cuaresma. Ya estábamos preparando grabaciones con Petaca, Vega, José y Andrés Córdoba, Carranas, El Peque y el Paleto, por entonces quizás los más jóvenes saeteros. Pero faltaría Curro, algo imperdonable e impensable. Unos días antes de tener que irse a Sevilla, nos encontramos en la calle Palomas y le dije: “¿Primo, por qué no subimos y te grabamos unas saeticas, que ya mismo está aquí la cuaresma y quiero tener material preparado? Perdona, pae, pero tengo el cuerpo mu esaborío, que vengo del médico y ese tío no me manda nada más que papelillos. A ver si me pongo mejor y grabamos lo que tú quieres”. Fue mi última conversación con él. A los pocos días se fue a Sevilla y allí quedó para siempre, para siempre no. Hace unos días su hija Pepi con su esposo Rafael, se plantaron en el Cementerio municipal de San Fernando y se trajeron sus cenizas a Cabra. Una efemérides que no debe pasar desapercibida. Para organizar un acto conmemorativo adecuado, me puse al habla con la teniente de alcalde delegada de Fiestas, con el hermano mayor de la Agrupación General de Cofradías y también lo comenté con algunos compañeros de los medios de difusión. La Hermandad de las Angustias, en cuyo espléndido salón se están celebrando este año la mayoría de los acontecimientos cuaresmales, dio el paso al frente. Y va a ser su máximo responsable, Paco Casas, -querido y joven amigo y ex pregonero de la Semana Santa de Cabra- quien organice el acto que tendrá lugar el domingo próximo 14 de marzo, al medio día, en el salón de actos de la Casa-Hermandad de las Angustias, como antes dije.
Cuando escribo estas líneas desconozco el contenido del acto, pero imagino que el hijo de Curro, Fernando, habrá solicitado la colaboración de sus compañeros y amigos saeteros de Cabra, y que, entre ellos, no faltarán los únicos vivos de aquella lejana fecha: José y Andrés Córdoba, no recuerdo bien si Juli cantaba ya saetas, El Peque, que en el primer concurso de saetas de Radio Atalaya, que él ganó, donó el premio en metálico conseguido para la viuda e hijos del querido compañero desaparecido.
A la muerte de Curro no faltaron los poemas de los poetas de Cabra: Juan Soca, Pepe Delgado, mi hermano Juanito, Ángel Murillo, El Cordobés, así como un sentido artículo de Alfonso Santiago que solicitaba la organización de un festival homenaje a la figura entrañable de Curro, que se celebró en el Teatro Julio Romero el 27 de marzo de aquel año y que tuve el honor de presentar. Intervinieron don Miguel Sánchez (párroco de Santo Domingo), el poeta José Juan Delgado, la banda municipal de Cabra, el coro de cámara del Centro Filarmónico, al que perteneció Curro, el cuadro flamenco de José Córdoba, que contó con la colaboración de Moncho Heredia, -afamado bailaor del Cuadro Los Heredias- y a la guitarra Juli Córdoba. Igualmente intervinieron los saeteros de por aquel entonces: Vega, El Paleto, El Peque, Pepe Barranco, Elías y Antonio Cubero, -de Cabra- Pedro el de Puente Genil y Antonio Ranchal de Lucena, donde también se tenía una gran admiración al saetero egabrense, al que recordé así en mi primer pregón de la Semana Santa en el año 1974: “Curro, ruiseñor de los cantes de Cabra, figura inolvidable de la saeta, se doblaba en los balcones en una entrega total de cuerpo y alma cuando ofrecía la emoción de su arte -convertido en oración- a las imágenes de nuestra Semana Mayor.”
Y así terminaba el poema que le dedicó mi hermano Juanito:
Ya no oiremos más tu voz
la noche del Viernes Santo.
Voz, que era plegaria y era llanto,
porque en tu arte ponías
el alma toda hecha canto.
Ya no oiremos más tu voz,
pero nos queda un consuelo:
Si nosotros no te oímos,
Jesús y su Santa Madre
TE ESTÁN OYENDO EN EL CIELO.
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