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EL SUICIDA
04.03.10 RELATO CORTO - Escrito por: Antonio Fernández Álvarez
“A veces se me va la cabeza, pero no es una sensación desagradable, todo lo contrario es como si yo mismo saliese de mi cuerpo y pudiese manejar éste como si de una marioneta se tratase, no existe percepción del ridículo ni tema tabú que pueda no decir y entonces hago y digo cosas que cuando vuelvo en mí me afligen”.
La siquiatra escuchaba atentamente al paciente que tendido en el diván le contaba sus preocupaciones, y su malestar consigo mismo. Pero sin duda lo que más le impresionaba eran sus tristes ojos, sentía dolor por aquel hombre que aparentaba más edad de la que tenía, y por su aspecto cansado y hundido estimó que su sufrimiento interior estaba acabando con su vida, y su trabajo consistiría en recuperarle y guiarle para recomponerle de su estado cata tónico.
Un mes antes el Jefe de Policía Manuel Reyes le llamó a su consulta, para que acudiese urgentemente, un hombre había decidido suicidarse y se había arrojado por la ventana de un tercer piso. Yacía en el suelo cuando llegaron, no había conseguido su objetivo, pero las lesiones sufridas en sus piernas y cadera, probablemente impedirían que volviese a caminar, ese hombre es quien estaba ahora en su consulta, por algún extraño deseo del destino se había sentido atraída por él, en el momento que le vio tendido en la calle, sin haber perdido el conocimiento “pidiendo que le ayudara a morir, que sabía perfectamente lo que quería, que era consiente de lo que había hecho y que volvería hacerlo en cuanto se recuperarse”. Sintió rabia, impotencia, su trabajo como médico siquiatra no era tan rápido como el del médico que lo atendía por las lesiones sufridas, la mente es más compleja, y solo dependiendo de él mismo habría alguna posibilidad de recuperación, ella pondría todo su empeño, todo su saber, y toda su voluntad, pero él parecía no estar por la labor.
Nada más lejos de la realidad, la joven médico siquiatra Ana Hernández según indicaba la placa que prendía el bolsillo de su bata, y que le visitaba a diario tras la larga operación de 11 horas a la que fue sometido, había despertado en él el deseo de volver a vivir, por fin una posibilidad de que su vida tuviese algún sentido se aferraría a ella.
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