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EL ESPIRITU DE SEPTIEMBRE
UNA COLABORACIÓN DE ANTONIO J. ROLDÁN LEÓN - Escrito por:
Parece que cuando llega este mes los “temas a elegir” son más fáciles de escoger puesto que todo (o al menos para unos pocos chiflados como yo…) gira entorno a lo mismo. Y es que, todo parece de otra forma en este mes, algo que lo hace particular en el conjunto del calendario y que, a su vez, nos hace a los egabrenses más particulares si cabe. Mes que, aunque para muchos tenga connotaciones de final (por aquello del fin del periodo estival), en Cabra no es más que un comienzo maravilloso que hace resurgir lo más profundo que durante todo el año hemos llevado dentro. Un mes que hace que la “fibra sensible” se instale al nivel de nuestra piel para demostrarnos que todavía, en estos tiempos que corren, se puede vivir a golpe de sentimientos. Quizá este haya sido el detonante de que me haya puesto a escribir, quien sabe.
EL ESPÍRITU DE SEPTIEMBRE
Si son asiduos a La Opinión, sabrán de buena tinta que no soy muy dado a escribir artículos puesto que mi cometido en esta casa está más cerca de “plasmar la opinión” de un entrevistado que de “crear opinión” de mi puño y letra. Siempre es complicado ponerse a escribir, y más aún cuando no se sabe ni tan siquiera de que tema se va a tratar. Pero, parece que cuando llega este mes los “temas a elegir” son más fáciles de escoger puesto que todo (o al menos para unos pocos chiflados como yo…) gira entorno a lo mismo. Y es que, todo parece de otra forma en este mes, algo que lo hace particular en el conjunto del calendario y que, a su vez, nos hace a los egabrenses más particulares si cabe. Mes que, aunque para muchos tenga connotaciones de final (por aquello del fin del periodo estival), en Cabra no es más que un comienzo maravilloso que hace resurgir lo más profundo que durante todo el año hemos llevado dentro. Un mes que hace que la “fibra sensible” se instale al nivel de nuestra piel para demostrarnos que tod
avía, en estos tiempos que corren, se puede vivir a golpe de sentimientos. Quizá este haya sido el detonante de que me haya puesto a escribir, quien sabe.
Así que voy a tomarme la licencia de hablar de lo que todos ya conocen de sobra, pero que cada uno vive a su manera: nuestro mes de septiembre. El mes más hermoso del año para los egabrenses. Mes de reencuentros, de amores, de risas, de lágrimas (sobre todo de alegría), de sonidos, de olores, de sabores, de colores… Un mes que nos llena, y que siempre se instala en el lugar más preferente de nuestra memoria. Un mes que emociona, que “hiere” raudo al corazón del que lo vive intensamente y que no deja que cicatricen las heridas que provoca. Un mes que es el telón de fondo de las experiencias más hermosas e intensas de nuestra vida. El culpable de muchas de las imágenes que nos quedan de nuestra infancia, al menos de las que recordamos con más cariño. Lo dicho, quizá el mes más “protagonista” que tengamos durante el año; protagonismo éste que nos une más de lo que nos pudiese desunir (como suele pasar en este pueblo con otros tipos de “protagonismo”).
¿Quién no ha sentido un hormigueo en el estómago un día 4 de septiembre por la mañana?, ¿quién no se ha sobrecogido a las cuatro menos cinco de la tarde de ese grandioso día?, ¿quién no ha podido aguantarse las lágrimas en la “Casilla la Salve”?, ¿quién no ha bendecido las “agujetas” en los gemelos del día siguiente, con una copa de buen vino de la tierra en la mano en la feria al mediodía?, ¿quién no ha quedado con sus amigos para formar parte de la masa que contempla asombrada los fuegos artificiales del día 8?, ¿quién no ha sido parte del “río humano” que fluye por la Calle Mayor durante las agradables noches del final del verano?... Seguro que en la mente de todos ustedes existen imágenes que pueden ilustrar esta sarta de preguntas que, incluso de manera impertinente, he querido enumerar para que entre todos nos demos cuenta de que vivir otro septiembre es “un regalo más” que nos ofrece la vida. Una ocasión de oro que muchos de nuestros paisanos ausentes no podrán tener al alcance de sus manos, como noso
tros, porque quizá no hayan podido cuadrar sus vacaciones hasta estos días. Otro septiembre para gozar de la manera en que muchos enfermos lo harían de no estar postrados en una cama o impedidos de alguna u otra manera. Otro septiembre que nos regala la vida para enmendar ciertos malentendidos que se producen por el desgaste cotidiano y que ahora pueden arreglarse aprovechando la unión de estos días. Otro septiembre para conocer a gente nueva, gente buena que quiere sumergirse con nosotros en la “Cabra festiva”. Otro septiembre más, para respirar ese “aroma de septiembre que pasea por las calles con revuelo de chiquillos bajo el vuelo de la bandera”.
Desde aquí sólo puedo animarles a que lo vivan como un regalo que nos da la vida, como una oportunidad de volver a “soñar en colectivo”, de volver a unir corazones: vívanlo con los ojos de un niño, con el ímpetu de la juventud y con la serenidad y la alegría de la experiencia. Siéntanse egabrenses y vivan el “espíritu de septiembre”, ¿o es que acaso no es un regalo volver a encontrarnos con Ella…?
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