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Un artículo de Andrés Ruz sobre el optimismo.
Siempre alegres para hacer felices a los demás - Escrito por:
Así rezaba la frase con que comenzaba y finalizaba su discurso aquel sacerdote, de mirada brillante y rostro comunicador que cada sábado, a mediados de los sesenta, se asomaba a la pequeña pantalla presentando un programa, cuyo nombre no recuerdo. El del cura tampoco y del contenido aún menos, pues al ser de los espacios que los chiquillos de aquella época catalogábamos de “un tío hablando” no prestábamos atención en absoluto, si bien no es difícil imaginar.
Siempre alegres para hacer felices a los demás
Así rezaba la frase con que comenzaba y finalizaba su discurso aquel sacerdote, de mirada brillante y rostro comunicador que cada sábado, a mediados de los sesenta, se asomaba a la pequeña pantalla presentando un programa, cuyo nombre no recuerdo. El del cura tampoco y del contenido aún menos, pues al ser de los espacios que los chiquillos de aquella época catalogábamos de “un tío hablando” no prestábamos atención en absoluto, si bien no es difícil imaginar.
Pero cumplió su cometido sobradamente y desde luego, y este es un ejemplo, hay frases que se marcan de forma indeleble, recordándose después de cuarenta años, y lo más importante intentando dejar su impronta en el devenir de nuestras vidas.
Y me ha asaltado este recuerdo tras la agradable oportunidad que la visión del film de Roberto Benigni ”el Tigre y la Nieve” me ha brindado. Un auténtico canto al optimismo.
Su protagonista en la misma línea de entusiasmo positivo y agradable, perseverante, alegre e incansable hasta el extremo, con físico de antihéroe y vestido de la ingenuidad natural que ya ofreció en ”La Vida es bella” , nos hace sucumbir de nuevo en el embrujo atrayente de los optimistas.
Seguramente quien vive cerca de una persona alegre y optimista, de un entusiasta, tiene la suerte de cara. Y tiene muchas posibilidades de ”ganar”. De contagiarse de su forma especial de ”interpretar la realidad” . Y por tanto de ser más feliz. .
Tener al lado a una persona optimista es una auténtica suerte, es un auténtico regalo, A veces somos bastante obtusos y consideramos o atribuimos a los bienes materiales, a la belleza física (casi siempre dirigida por los cánones que normalizan lo que es bello en ese momento), a que nos toque la lotería, a encontrar un trabajo, etc. la llave para conseguir o aumentar nuestra felicidad.
Sin negar la importancia que estas cuestiones pueden llegar a tener, no debemos dejar de considerar que posiblemente serán situaciones que impacten en nuestras vidas de forma pasajera. Y a los ojos de un pesimista incluso ser motivo de contrariedad: ” ¡Por una vez que me toca la lotería , me podría haber tocado más! ”, ”¡Tendría que haber comprado otro décimo!” ”¡Con lo cara que está la vida no voy a tener para mucho! ”, ”¡Ya que he conseguido plaza, podría haber sido más cerca de mi pueblo!” . etc.
Tener al lado a una persona optimista nos brinda la oportunidad de considerar otras opciones, de contrastar los sentimientos que producen en nosotros, las realidades de la vida, con los que las mismas situaciones generan en ellos y que pueden ser radicalmente distintos.
Estar junto a una persona positiva y alegre es tener otra lectura de la realidad que tenemos ante nuestros ojos, y de comprobar como lo que a nosotros nos entristece y bloquea, a ellos les hace engrandecerse y salir airosos de las dificultades. Y sin perder la alegría.
Vivir con un optimista nos ofrece una magnífica ocasión para valorar que existen otras alternativas distintas a las nuestras, y por lo tanto reconocer que es posible generar otros pensamientos y, por tanto emociones distintas, que las que nuestros pensamientos nos producen y cuando hablamos de emociones estamos moviéndonos en el terreno del sufrimiento o de la alegría.
A los ojos del optimista, la realidad aparece tamizada por el filtro del entusiasmo posibilista, lo que hace generar pensamientos automáticos positivos ante los acontecimientos de la vida, lo que a su vez origina emociones agradables y , entonces estamos hablando de alegría, de habilidades para solucionar problemas que el día a día nos plantea, y por tanto de oportunidad para ser feliz.
Y esta capacidad para salir airosos del envite una y otra vez en la cotidianeidad , termina empapando nuestro entorno. Es una auténtica lección práctica para los que le rodean , permitiendo por observación directa la adquisición de capacidades para resolver problemas, lo que repercute directamente en la autoestima, en su mejora y en suma en ser más feliz .
. Los optimistas nos brindan la oportunidad de poder mirar la realidad con cristales menos oscuros o completamente blancos, de poder ver la botella medio llena o incluso casi llena, y esos ”simples detalles” en el transcurso de nuestras vidas, es el auténtico regalo.
No hace falta dinero, ni bienes, ni puestos de trabajo exquisitos.
La clave para ser feliz está en buena medida en ”nuestras manos”. Y podemos hacer más felices a los demás.
¡ Cuánta razón tenía aquel cura de los sesenta !.
Termino con aquella fabulación en la que dos niñas deseosas de sorprender a un sabio, planteaban la siguiente situación:
Presentaban a éste, sin mostrarla, una mariposa entre las manos cerradas. El dilema era como sigue, preguntarían al sabio si la mariposa estaba viva o muerta. Si el sabio contestaba ”muerta”, tan sólo tendrían que abrir las manos y dejarla volar libremente. Si contestaba ”viva”, la niña que mostraba las manos tan sólo tendría que apretarlas sutilmente, de forma que pasase inadvertido, y enseñaría la mariposa muerta. Con estas premisas fueron al sabio y una de las niñas planteó la cuestión: -¿Cómo está la mariposa, viva o muerta? . El sabio con su sabiduría natural contestó a la pequeña: - Depende de tí, ¡La mariposa está en tus manos!.
Andrés Ruz
Diciembre 2006.
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